Los décimos compartidos del Sorteo Extraordinario de Navidad generan ilusión mientras se espera el sorteo, aunque la situación cambia en cuanto aparece un número premiado. En ese momento, la clave está en tener prevista la manera de cobrarlo sin generar disputas.
El proceso se complica porque el billete es un documento al portador, lo que significa que quien lo tenga físicamente puede presentarlo en el banco. Por eso, quienes juegan en grupo deben acordar por adelantado un sistema que asegure la entrega justa del dinero y la protección legal de cada parte.
Las copias firmadas protegen a los jugadores ante posibles reclamaciones
El cobro de un premio compartido requiere pasos claros y documentados. La persona que acude al banco tiene que identificar a todos los participantes con sus nombres, DNI y porcentaje de participación. Esa información permite que la entidad bancaria abone el dinero en la cuenta del depositario y que este lo reparta después según lo pactado. Las entidades exigen precisión en esos datos para aplicar correctamente las retenciones fiscales. Hacienda descuenta automáticamente el 20% de la cantidad que supere los 40.000 euros, y ese cálculo se hace antes de distribuir el resto entre los ganadores.
El respaldo documental constituye la garantía esencial. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomienda elaborar una fotocopia del décimo y firmarla por cada jugador. En esa copia deben constar el nombre y el DNI del depositario, los datos completos del sorteo y el importe que juega cada persona. Ese documento sirve como prueba legal en caso de discrepancia y deja constancia de la propiedad compartida. Si alguien guarda el original, los demás disponen de una evidencia que evita reclamaciones.
Los tribunales han demostrado que los desacuerdos son frecuentes cuando no se establecen las cuotas por escrito. En 2019, el Tribunal Supremo analizó un caso en el que una mujer se quedó con un premio de 1.170.000 euros porque no había un acuerdo firmado sobre cómo dividirlo. Aunque ella había repartido otros décimos del mismo número, la falta de un documento permitió la confusión. El fallo judicial evidenció la necesidad de definir por escrito quién participa y en qué proporción, incluso entre familiares o parejas.
Las pruebas digitales también sirven si están completas y verificadas
El envío de imágenes por WhatsApp puede servir como prueba, siempre que aparezcan todos los nombres y los datos del billete. La Policía Nacional recuerda que quien custodia el décimo debe compartir una foto en la que figuren esas informaciones y se identifique claramente al depositario. La OCU señala que esos mensajes pueden presentarse ante un juez, aunque podrían ser impugnados si se sospecha manipulación. Para reforzar su validez conviene conservar la conversación completa y, si procede, obtener un informe pericial que certifique su autenticidad.
La versión electrónica también tiene efecto legal. Cuando se compra el décimo en una plataforma digital, el comprobante electrónico emitido por la página oficial tiene el mismo valor jurídico que el papel. En caso de premio, la empresa distribuye automáticamente las cantidades según la participación registrada en su sistema, lo que elimina el riesgo de discusiones entre los usuarios.
Las medidas preventivas ayudan a que el reparto sea transparente. Las autoridades aconsejan crear un grupo específico de mensajería para guardar las imágenes del décimo, las confirmaciones de participación y el nombre del depositario. Si el billete se deteriora, debe enviarse a la Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado, que comprobará su validez. Si desaparece o lo sustraen, se debe denunciar el hecho ante la Policía o la Guardia Civil y comunicarlo a Loterías para que se paralice el pago. La autoridad judicial decidirá quién es el propietario legítimo.
El proceso de cobro termina sin complicaciones cuando existe un acuerdo claro y todas las pruebas coinciden. Los bancos aceptan la gestión solo si cada participante queda identificado y el dinero se transfiere conforme al reparto establecido. Con ese método, los ganadores evitan disputas, sanciones fiscales y malentendidos que podrían arruinar la alegría del premio.