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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El polémico muro de Madrid Río: entre el “paño granítico” y la cárcel de hormigón

Víctor Honorato

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Está todavía a medias y se espera que el resultado final sea menos aparente, pero el proyecto de cubrición de la M-30 a su paso por el antiguo estadio Vicente Calderón, la “culminación” de Madrid Río, según el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, y que iba a permitir comunicar el barrio de Imperial y el de San Isidro reconectando las dos riberas del Manzanares, tiene por manifestación provisional un muro de seis metros de altura -faltan por instalar los miradores-, que separa aún más las orillas, y en el que ya han empezado a aflorar las pintadas. Aunque el proyecto lo define como “paño granítico” alejado del “espectáculo” pero también de la “banalidad”, las opiniones a pie de calle empiezan a diferir. “Un canto al hormigón […], un circuito carcelario […] como el muro de Jerusalén”, se queja sucesivamente Maite Gómez, presidenta de la Asociación de vecinos Pasillo Verde-Imperial, pero que “pudo haber sido mucho peor”, apostilla el vicepresidente, Jacinto Navlet.

El “mucho peor” del que habla el vecino remite a los orígenes de la operación Mahou-Calderón y las dos torres de 36 pisos que se preveían en los terrenos del viejo estadio del Atlético de Madrid y la fábrica de cerveza. Con el beneplácito urbanístico de las cómodas mayorías absolutas del PP en la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre y el Ayuntamiento de Alberto Ruiz Gallardón, primero, y Ana Botella, después, la jugada inmobiliaria avanzó suavemente hasta que se topó con el recurso del colectivo de aficionados atléticos Señales de Humo, contrarios al pelotazo. 

Tras pleitear los futboleros, el Tribunal Superior de Justicia acabó determinando que levantar 36 alturas por partida doble cuando la norma general era de tres más ático, era pasarse. La litigiosidad del asunto, a la que también contribuyó Ecologistas en Acción, más la llegada de Ahora Madrid al Gobierno municipal en 2016, dieron paso a una redefinición del proyecto. Menos alturas, más viviendas sociales y renunciar al soterramiento de la M-30, que pasaba por debajo del estadio e iba a disparar los costes. Al recuperar los populares el bastón de mando en el Ayuntamiento, José Luis Martínez-Almeida asumió los ajustes que la junta de gobierno del PP y Ciudadanos avalaron en febrero de 2021.

Ni “espectáculo” ni “banalidad”

Con las obras bien en marcha, los trabajos de cubrición se desarrollan con el techado de la circunvalación, en un tramo de algo más de 600 metros. La obra costará 46 millones de euros de las arcas municipales y avanza con la colocación de las vigas por las noches para evitar afectar demasiado al tráfico. Se espera que se complete entre marzo y abril del año próximo, a tiempo para las elecciones. Paralelo a las calzadas, se eleva el muro en cuestión, coincidente con el meandro que forma el río en dirección suroeste y que encaja con el Puente de San Isidro.

En la memoria descriptiva del proyecto, se habla de que la fachada sobre el río intenta huir tanto del “espectáculo” como de la “banalidad” y de que es “plásticamente ambiciosa” pero con “sentido común”. El responsable del plan de ordenación urbanística del eje Mahou-Madrid, Enrique Bardají, defendió la “solvencia cultural” del conjunto en una entrevista con elDiario.es el pasado noviembre. Para el proyecto de cubrición, el equipo del arquitecto colaboró con el estudio de ingeniería IGB.

Un portavoz del área de Obras del Ayuntamiento explica lo que falta por hacer: “El muro tiene aproximadamente seis metros de altura. De ellos, los dos metros inferiores van a llevar un talud verde. Sobre ese talud verde se van a plantar árboles y estos llegarán a tapar esos otros dos tercios del muro, que llevarán además una enredadera similar a la de los jardines bajos del Puente de Segovia”. Añade que será “posteriormente recubierto con granito, igual que el resto del cajero del río”. El proyecto prevé que, desde la pared hasta la zona de las nuevas edificaciones, se levante un parque aprovechando la pendiente a cargo de la junta de compensación de los terrenos, cuando el cubrimiento finalice.

En el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid evitan dar una opinión destructiva sobre la pared de la discordia aunque el decano, Sigfrido Herráez, entiende que la crítica de los vecinos “es absolutamente razonable” y deduce que el muro es la solución a “un problema técnico sin tener en cuenta la parte estética”. Más que otro conflicto gremial entre arquitectos e ingenieros a cuenta de la función y la forma, Herráez considera que lo correcto habría sido convocar un nuevo concurso multidisciplinar para abordar este “remate de la operación Mahou”. Lo compara con la reforma de la Puerta del Sol, donde “hubo mucha gente muy buena opinando y presentando soluciones”, por mucho que se esté de acuerdo o no con el resultado final, o bien con el propio diseño original de Madrid Río, donde “hay soluciones a problemas de este tipo, como en el Puente del Rey”, opone.

Es previsible que el “canto al hormigón” del que se quejan los vecinos quede amortiguado cuando culminen los trabajos, pero el desnivel entre la margen sur y la norte es innegable: una vez cruzado el puente de San Isidro hasta la avenida del Manzanares, no se ve qué hay del otro lado. El portavoz municipal compara, en este sentido: “Lo que existía hasta ahora en el mismo lugar era un estadio del doble de altura”. 

Esperando por los equipamientos

Los reajustes de la operación Calderón fueron acompañados de promesas de mejoras en los equipamientos. De las 2.000 viviendas originales se bajó a 1.400, lo que seguirá suponiendo un notable incremento de población. Las Asociaciones de Madres y Padres del instituto Gran Capitán y el colegio Tomás Bretón, cercanos a los nuevos desarrollos inmobiliarios, vienen reclamando noticias sobre la ampliación de ambas instalaciones, también respecto al nuevo centro de mayores previsto y las canchas deportivas que hoy ocupa la montaña de escombros de las obras.

El Ayuntamiento delega la responsabilidad de la construcción de las infraestructuras educativas en la Comunidad de Madrid. Sobre las canchas y el centro de mayores, los aplaza al próximo mandato, cuando la cubrición de la M-30 haya terminado. Aunque no hay mal que por bien no venga, según explica el vecino Jacinto Navlet: la loma artificial ha permitido amortiguar los ruidos de los coches que circulan por la vía de circunvalación.