Bárbara Gao, la artista cuyo cuerpo no es “estéticamente correcto”

Cuando Bárbara Gao comenzó a pintarse a sí misma es cuando se dio verdadera cuenta de cómo la veía una sociedad que a lo largo de su existencia le había dicho que su cuerpo “no era estéticamente correcto”. Atraída desde siempre por el desnudo y el dibujo al natural, comenzó a autorretratarse ante la falta de modelos que posaran para ella, una carencia que ha marcado tanto su obra como su propia vida.

Llegamos al trabajo de Gao gracias a su participación en el reciente open studio Los Artistas del Barrio: difícil que no se agarrara al interior de cuanto visitante pasó ese fin de semana por su taller del número 11 de la calle Madera. Desde los cuadros y dibujos en los que aparece, esta joven creadora busca los ojos del espectador para interpelarle de forma directa: “¿Por qué te da asco mi tripa? ¿Por qué rechazas mi cuerpo?”.

Desde que se mira desde fuera con atención artística, Gao descubrió cosas como que su obesidad había reprimido su cuerpo hasta ese instante; también a partir de entonces es cuando fue consciente de lo mucho que había sufrido por no encajar en los cánones de belleza que imperan en el mundo actual, como si con cada pincelada que daba para plasmar en un lienzo su cuerpo recuperara un hecho desagradable de su pasado que su memoria había querido esconder.

Buscando su identidad

Buscando su identidad

“Desde los 8 años he padecido una desigualdad por estar gorda. En el colegio me hacían bulling y la presión por no encajar siempre ha estado presente. El 'adelgaza porque estarás más guapa' ha sido una constante en mi vida, incluso lo he tenido que escuchar en boca de los médicos. Estoy muy acostumbrada a que la gente me mire por mi obesidad y a que me pongan caras de asco. En China, incluso llegaban a escupir a mi paso”. La naturalidad con la que Bárbara cuenta todos estos episodios pasma. No hay apenas reproches en sus palabras que, sin embargo, no están exentas de un dolor calmado y consciente.

Su arte refleja su historia y explica su momento actual, siendo además el vehículo elegido para buscar su identidad, estableciendo relaciones “entre mi cuerpo y el contexto”. “Al espectador le estoy contando el momento en el que estoy y cómo me he sentido, pero no significa que quiera estar así siempre”, asegura Gao.

“Mi obra en torno a mi cuerpo no conlleva un mensaje de empoderamiento curvy-bodypositive, ni hace apología de la obesidad. Intento decir a quien la observa que ya no me hace tanto daño su mirada, pero en el fondo hay un dolor y una crítica a esa presión estética que he tenido toda mi vida y, sobre todo, a esa presión que no ha incidido en los problemas de salud que me generaría la obesidad y que es el mensaje fundamental que se me debería haber transmitido”.

“Siempre estamos sometidas”

“Siempre estamos sometidas”

Mientras se exorciza mediante sus lápices y pinceles, algo que lleva ocurriendo desde hace un par de años, Gao también investiga sobre los cánones de belleza y el cuerpo de la mujer a través de la mirada femenina en el arte. Es la temática elegida para su proyecto de fin de carrera, la cual le ha llevado a descubrir los trabajos de artistas feministas que también, con su cuerpo, ponen en cuestión estereotipos de mujer y roles de género. Son nombres como los de Orlan, Judith Chicago, Annegret Soltau, Suzy Lake...

“Es difícil que una mujer se sienta bien con su cuerpo. Recibimos constantes críticas, incluso de otras mujeres. Ya sea porque estás gorda, por el hecho de estar demasiado delgada o por cualquier otro aspecto físico. ¿Qué es bello y qué no es bello? ¿Qué es grotesco? Es necesario que la gente entienda cuándo empieza la satanización de la obesidad o de la delgadez y que la sociedad reflexione acerca de lo que considera o no aceptable y, sobre todo, que reflexione acerca de cómo reacciona ante la dictadura de la estética y lo que provoca esa reacción en las personas señaladas”.

Con una técnica de dibujo y pintura muy depurada -admiradora de grandes como Jenny Saville y Lucien Freud-, esta joven artista de tan solo 25 años, también experimenta con la fotografía y el videoarte, además de editar un fanzine de autor. Y aunque a día de hoy todo en su aún corta producción gira en torno a la misma temática, cree que su trabajo irá evolucionando hacia otros asuntos que afectan a la mujer en las diferentes etapas de su vida, desde una perspectiva feminista: “Siempre nos tenemos que justificar y, de este modo, siempre estamos sometidas”.

Bárbara Gao es una de los 15 artistas que comparten espacio en el malasañero coworking para creadores Taller Madera 11. Las clases de dibujo y de pintura para niños y adultos -incluso a domicilio- y los retratos por encargo son sus principales fuentes de sustento, mientras investiga y produce más material con el que espera poder montar en un tiempo no muy lejano lo que sería su primera muestra individual.

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