Miguel Moya: una calle muy ligada a la prensa

Entre la Gran Vía y Tudescos encontramos la calle de Miguel Moya , una de las pocas calles que cuenta con dos placas distintas con el nombre de la misma, la de azulejos clásica del distrito Centro y otro bonito homenaje en la fachada del Palacio de la Prensa bien visible desde la Gran Vía.

Miguel Moya Ojanguren, periodista de extensa carrera y diputado republicano, fue uno de los impulsores de la Asociación de la Prensa de Madrid. En El Retiro hay un busto blanco de su figura barbada realizado por el gran Mariano Benlliure.

Hata los años veinte la calle llevó el nombre de calle de la Hita, que antes de la contrucción de

la Gran Vía comenzaba en Jacometrezo. La tradición dice que en aquellos terrenos estuvo la quinta de Juan de Hita Buitrago, jefe de la Santa Hermandad de Madrid, en tiempos de los Reyes Católicos. Después hay noticia de casas en la calle desde mitad del XVIII, aunque su fisionomía cambió radicalmente con la irrupción del segundo tramo de la Gran Vía, no conservándose los edificios anteriores.

La minúscula calle conjuga en poquísimos metros distintas vistas características del Madrid de la Gran Vía. A un lado la plaza de Callao, con los enormes pantallas publicitarias que estos días luce el Cine Callao; al otro lado la característica tipografía del Capitol ,a giro izquierdo del cuello; y la planicie de cemento de la Plaza de la Luna a derechas. Sin embargo, pese a tan ilustres vistas la de Miguel Moya es una de esas callecitas adyacentes del “Gran Madrid” de aspecto desatendido. A menudo las acumulaciones de basura se juntan con las obras del edificio de oficinas que se está levantando entre Gran Vía y Tudescos

para ofrecer una instantánea del Madrid menos estético.

Uno de los laterales de la calle lo ocupa el Palacio de la Prensa, levantado para ser desde el principio sede de la Asociación de la Prensa. Alfonso XIII colocó la primera piedra en 1925, y al filo de los años treinta se inauguraba también la histórica sala de cine con la proyección de El destino de la carne, de Victor Fleming. En los años noventa la gran sala de cine sucumbió a la oleada troceadora que la convirtó en multicines.

El bar más característico de la calle lleva por nombre, como no podía ser de otra manera, La Prensa. Lleva abierto desde 1969, y es un bar carpetovetónico de barra, caña y ración que sirve de apeadero a los viajeros de la Gran Vía. Existen además en la calle algunos otros negocios de escaso interés y la entrada subterránea del aparcamiento de Tudescos.

La de Miguel Moya, es una de esas callecitas desconocidas y poco agraciadas a orillas de la Gran Vía que nos recuerdan lo cerca que están en ocasiones dos ciudades bien distintas.