Los pisos que se vendieron por hasta un millón de euros en el número 77 de la calle Fuencarral albergaron el pasado fin de semana una fiesta que se saltó varias de las normas sanitarias impuestas para frenar la pandemia. Sus invitados no llevaban mascarillas, estaban fuera de sus casas pasado el toque de queda, se reunieron junto a desconocidos en un lugar cerrado, que no ventilaron adecuadamente.
La fiesta fue descubierta por un equipo del programa Ya es mediodía, de Telecinco (mira aquí el vídeo). Una reportera que había salido a cubrir qué sucedía en Malasaña después de las 22.00 -hora del toque de queda- se encontró con un grupo de franceses que estaban comprando alcohol en una tienda de alimentación de la calle Colón (también abierta irregularmente) que la invitaron a la celebración.
La reportera accedió a la celebración, que tenía lugar en un segundo piso del edificio levantado en Fuencarral 77, por un portal de la Corredera, donde los propios vigilantes de seguridad del edificio regulaban el acceso. Telecinco afirma que la fiesta tenía lugar en un piso de alquiler turístico y que el público asistente venía de Bélgica, Francia y de la propia ciudad de Madrid, y su edad era muy variada. Había unas 50 personas en 50 metros cuadrados, sin guardar ninguna distancia, fumando y sin mascarillas.
A su llegada, los anfitriones de la fiesta pedían a los invitados que se descalzaran para evitar el ruido en el lugar, que afirmaban estaba insonorizado. Las ventanas permanecían cerradas aunque cada cierto tiempo las abrían “para ventilar”, según el relato de la reportera del programa.
El edificio de Fuencarral 77 es la última promoción de lujo en abrir en Malasaña. Sus obras se acabaron hace pocos meses, después de que el lugar fuera comprado por un fondo de inversión al Ministerio de Hacienda, que lo había puesto en subasta pública. En el pasado, el anterior inmueble albergó oficinas de la Seguridad Social y el conocido como Pasaje de la Mutualidad, en el que se establecieron numerosos locales comerciales.