Nuevo Mazda CX-30: cuando el diseño se eleva a la categoría de arte
Ha transcurrido casi una década desde que Mazda presentara el diseño KODO. Y en este tiempo, la marca japonesa ha construido una gama de modelos cuya estética ha evolucionado hacia la elegancia y pureza estética minimalista inspirada en el arte ancestral japonés. Llamado a ocupar un espacio entre el CX-3 y el CX-5, el Mazda CX-30 es un modelo SUV híbrido que ofrece una carrocería de 4,40 metros de largo y apenas 1,5 de alto, enfatizando de alguna forma su vocación de coupé, pero ofreciendo toda la funcionalidad y el espacio para un uso familiar.
Pocos todo caminos consiguen transmitir una mezcla de ligereza y robustez tan marcada. Para lograrlo, el concepto de diseño se apoya en el mismo principio que marca el arte de la caligrafía artística japonesa: cargar y liberar.
Pureza de líneas
Uno de los pilares de este arte caligráfico se puede apreciar en el arco que recorre todo el lateral: en él consigue aplicar el Sori, concepto japonés que sugiere vitalidad y velocidad. Yohaku, o la belleza del espacio vacío, es el segundo concepto presente en este diseño, que trata de eliminar todo elemento superfluo o trazos innecesarios. Por último, el Utsuroi puede apreciarse en las superficies de la carrocería bajo la línea de los hombros, un uso magistral de las luces y sombras que refleja el entorno dibujando una S que va cambiando constantemente a medida que el coche se mueve.
El exclusivo color Soul Red Crystal contribuye a reforzar este efecto de movimiento. Una pintura que integra bajo la laca transparente partículas de aluminio alineadas de forma particular y cuya técnica también se puede percibir en los nuevos colores Machine Gray y Polymetal Gray.
Visto de forma global, la intención de conseguir un diseño elegante prescindiendo al máximo de elementos superfluos está plenamente lograda. En el frontal, una elaborada calandra tridimensional con una trama llena de matices gana protagonismo al resultar más grande y llamativa, pero manteniendo una posición elevada y rasgada de las ópticas, en las que penetra el gran marco cromado que enmarca la parte baja de la misma, un aspecto afilado que se ve incrementado mediante la elaborada firma lumínica del CX-30, que consigue diferenciarlo también desde la distancia.
La parte trasera, crítica en un coche SUV porque debido a la altura puede resultar muy pesada, presenta un aspecto ancho y dinámico, como el de un coche deportivo, reforzado por unas ópticas circulares LED elegantes y funcionales, sin tener que utilizar el recurso fácil de unos grupos ópticos sobredimensionados. De hecho, son particularmente finos en sus extremos interiores, y de la misma forma que en los proyectores delanteros, transmiten una firma lumínica muy particular y reconocible entre la cada vez mayor población de todo camino que llena la circulación.
Interior de nivel
De puertas para adentro, el SUV híbrido CX-30 ha sido diseñado basándose en la filosofía Ma; es decir, en la belleza de los espacios vacíos y en la máxima de “menos es más”. El objetivo de la marca japonesa es satisfacer el confort del ser humano, incrementar la sensación de calidad percibida por todos los sentidos y, al mismo tiempo, mantener alerta de forma natural la conexión con la carretera. El interior integra dos zonas perfectamente diferenciadas: una acogedora muy enfocada en el conductor y otra abierta y espaciosa en la que el resto de ocupantes pueden disfrutar de una atmósfera relajada y confortable, a la que contribuye también una cuidada insonorización del habitáculo.
La elección de los materiales, su ajuste y la distribución simétrica de la información el equipo de sonido BOSE o el sofisticado sistema de infoentretenimiento con acceso por voz a un buen número de funciones abundan en esta percepción de estar situado ante un modelo auténticamente premium, que puede rivalizar sin complejos frente a cualquier modelo SUV de las marcas más exclusivas del mercado.