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Volvo limitará la velocidad máxima de sus vehículos a 180 km/h

Todos los modelos de Volvo no podrán superar los 180km/h a partir del año próximo.

Pedro Urteaga

El reciente fallecimiento del futbolista José Antonio Reyes, en un accidente provocado por el exceso de velocidad -en conjunción con una distracción del jugador, según el informe de la Guardia Civil-, ha hecho volver a preguntarse a muchos cómo es posible que los coches de hoy alcancen velocidades tan alejadas del máximo permitido. El vehículo que conducía Reyes llega a los 250 km/h, y eso que la tiene limitada electrónicamente, lo que supone que dobla el límite legal en España de 120 km/h en autovía y autopista.

La Unión Europea está adoptando medidas para poner coto a los excesos de velocidad, pero no se halla sola en su desafío. Antes de que aprobara, el pasado abril, qué dispositivos de seguridad deberán incorporar los coches nuevos a partir de mayo de 2022, entre ellos el asistente de velocidad inteligente (ISA por sus siglas en inglés), la marca sueca Volvo ya había anunciado que todos sus vehículos tendrán la velocidad limitada a 180 km/h en tan breve plazo como 2020.

Volvo Cars, una compañía fuertemente asociada a la seguridad, se plantea como objetivo de su Visión 2020 que nadie muera ni resulte gravemente herido en ninguno de los vehículos que venda a partir del año próximo. Es consciente, admite, de que sin modificar el comportamiento de los conductores será imposible acercarse a esa meta de los cero accidentes, pero entretanto apuesta por que la tecnología haga su parte por sí sola, aunque sea a costa de restringir la libertad individual.

Además de limitar electrónicamente la punta de sus modelos, la firma de Torslanda está estudiando la posibilidad de combinar el control de velocidad inteligente y las tecnologías de geolocalización para limitar de forma automática la velocidad en los alrededores de escuelas y hospitales.

Sobre el conflicto entre un bien común como la seguridad y uno particular, la libertad de circular a la velocidad que se quiera, el presidente y director ejecutivo de Volvo, Hakan Samuelsson, ha afirmado lo siguiente: “Queremos plantear la cuestión de si los fabricantes tienen el derecho -o quizá incluso la obligación- de instalar en los vehículos tecnologías que modifiquen el comportamiento de sus conductores para hacer frente a cuestiones como del exceso de velocidad, el consumo de alcohol y drogas o las distracciones. No tenemos una respuesta definitiva para esta pregunta, pero creemos que debemos ser pioneros en plantear este debate”.

A los responsables de Volvo les preocupa que, por encima de ciertas velocidades, las tecnologías de seguridad integradas en el vehículo y el diseño de infraestructuras inteligentes ya no son suficientes para evitar muertes y lesiones graves cuando tienen lugar accidentes como el de Reyes.

También parecen de sentido común las palabras de uno de los mayores expertos en seguridad vial de la marca, Jan Ivarsson, para quien sencillamente las personas no percibimos el peligro que entraña la velocidad. Y añade: “A menudo la gente conduce demasiado rápido para la situación de tráfico en la que se encuentra, y la relación entre la velocidad que lleva en esa situación concreta y su propia capacidad como conductor no es demasiado buena. Necesitamos promover mejores comportamientos y ayudar a los conductores a comprender que el exceso de velocidad es peligroso”.

Sobre la limitación que Volvo va a imponer a todos sus modelos nuevos a partir de 2020, hay que precisar que el conductor no podrá sortearla de ninguna manera. Por el contrario, el sistema de velocidad inteligente promovido por la UE se limita a alertar al usuario de que está superando el límite legal de la vía. No es, por tanto, un limitador de velocidad, como ha explicado aquí el corresponsal en Bruselas de eldiario.es, Andrés Gil.

Además de la velocidad excesiva, Volvo identifica otras dos áreas como brechas de seguridad que impiden acabar con la siniestralidad. Una es el consumo de alcohol y drogas, por mucho que conducir bajo sus efectos esté penado en la mayoría de los países del mundo, y la otra tiene que ver con las numerosas fuentes de distracción que nos asaltan al volante, singularmente la que supone hoy el teléfono móvil.

La Unión Europea ha tomado medidas también contra estos peligros. La regulación general de seguridad (GSR por sus siglas inglesas) aprobada en abril contempla la incorporación al vehículo -esta sí obligatoria- de un alcoholímetro asociado a un inmovilizador que impida que el coche arranque cuando el conductor supere el límite de alcohol permitidos. Los coches nuevos tendrán que llevar también, a partir de 2022, avisadores de falta de atención y detector de síntomas de somnolencia que adviertan a quien va al volante de que existe riesgo de accidente.

La GSR obligará además a montar cámara de detección trasera y sistemas de mantenimiento de carril, parada de emergencia y protección trasera y lateral. A partir de 2024 se añadirá la necesidad de contar con dispositivo de frenado de emergencia autónomo capaz de detectar usuarios vulnerables en la calzada, ampliación de la zona frontal de impacto para protección de peatones y sistemas de asistencia que ayuden al conductor en caso de distracción, en lo que será una transición hacia la conducción automatizada.

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