La transformación de la ciudad, el andamiaje del futuro comenzaba por las obras de movilidad que la ciudad inició en la anterior legislatura. Los proyectos, presentes ya en los dos años de la legislatura de Ballesta, fueron terminados y llevados a cabo por el alcalde Serrano, con una valentía que nadie le ha querido reconocer. Se trataba de dar los pasos hacia la ciudad del futuro sobre la que algún día habrá de imponerse la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), a la que le podrán dar largas, pero no huir de ellas.
La resistencia a los cambios fue utilizada por el Partido Popular que empleó sus redes, como todos sabemos ahora, para crear un movimiento vecinal afín no solo a ellos con intención de oponerse a un plan que primero habían defendido ellos y que más tarde acusaban de haber faltado a la necesaria participación. Las movilizaciones, manifestaciones debidamente cubiertas por la prensa dieron como resultado un estado de opinión que terminó de empujar a Ballesta a la alcaldía y demonizando unas obras que no solo son necesarias, sino que además serán claves en los años próximos.
El equipo de Ballesta no desconocía que el apoyo dado a Cierra mi Barrio no podía ser real, pero durante los primeros días de la legislatura mantuvieron engañado al personal. El supuesto comité de expertos debió corroborar que las obras eran intocables y no se volvió a reunir; la provisionalidad de las obras, como algunos anunciaron, permitió abrir el Puente Viejo, que, sin embargo, como esos mismos indicaron, tendría que ser cerrado cuando las obras terminaran consintiendo únicamente el tráfico de residentes a sus garajes, so pena de tener que devolver el dinero a Europa.
Nada cambiaba y Cierra mi Barrio, en la última reunión, aceptaba la cuestión, mientras, unos meses antes, intentaba boicotear las obras desde el Comité de Peticiones de la Unión Europea. Este que había sido una pieza clave para para lograr el soterramiento de la ciudad de Murcia decidió ser copado en la nueva legislatura europea por Dolors Monserrat del Partido Popular español. La jugada les permitía controlar determinados tiempos, sacar noticias para periódicos afines e intentar favorecer determinadas políticas que hasta ahora no habían tenido eco ni en la Comisión, ni en el Parlamento Europeo.
Sin embargo, lo sucedido en Murcia entra dentro de una oleada populista global y que conecta a diversos países. En Inglaterra, por ejemplo, fue Boris Johnson quien propuso la ZBE, la misma que Rishi Sunak boicotea amparando las quejas de quienes están en contra. La cuestión no es ajena a los discursos de la derecha europea, la misma que no ha celebrado ha celebrado la victoria de Donald Tusk en Polonia. La situación nos da un aviso de que puede suceder y cuáles pueden ser los temas de discusión en las próximas elecciones europeas donde la extrema derecha europea presentará un frente compacto y para las que estas políticas de movilidad sostenidas con directivas y fondos europeos son un escollo.
Murcia no es una isla, ni permanece ajena a los problemas globales: cambio climático, problemas sociales o inflación… Estos afectan más cuanto menos preparado estas y más pobre eres. El hecho que en determinados momentos se apostara por aeropuertos sin aviones y desaladoras sin agua hace que las finanzas regionales estén peor preparadas para acometer las necesarias reformas en transportes que van más allá de lo municipal. Esto explicaría, tanto la supresión de la anterior entidad de transportes y la incapacidad de poner los mimbres de una nueva. El resultado es la falta de comunicaciones regionales, tanto desde el punto de vista de autobuses, como desde ferrocarril, en dos años las cercanías murcianas irán en Alta Velocidad a la estación provisional de Lorca; los servicios de proximidad de Cartagena encontraran mejoras a falta de saber qué pasará con la conexión electrificada con Albacete que se nos prometió. Esta sería clave no tanto por la larga distancia sino por las medias distancias que permitirían acceder a más frecuencias en Albacete con destino a Madrid al tiempo que articular la Región.
Sin embargo, al tranvía, a pesar de la voluntad ofrecida por el ministerio, le quedan al menos cinco años para ponerse en marcha, curioso que el que antes lo negó ahora lo prometa a los de Cierra mi Barrio. Mañana presumirá de los cambios del plan de movilidad. Ya saben, mejor que la censura funciona el exceso de información y los murcianos, memoria de pez y tragaderas de ballena, que decía la Loli, olvidan pronto y creerán que los cambios a mejor serán del alcalde que ganó oponiéndose a ellos. Curioso.
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