¿Respeto a Milei y al resto de la ultraderecha?
El ministro Óscar Puente no ganará un premio como el adalid de la diplomacia clásica, pero decir en un acto en la universidad de Salamanca que actualmente llega al poder gente como Javier Milei no es para el escándalo que han querido organizar. Lo que Puente dijo fue: “Cuando salió no sé en qué estado y previa a la ingesta o después de la ingesta de qué sustancias y salió a decir aquello y yo dije, es imposible que gane las elecciones, cavó su fosa. Pues no”. Y no era una declaración mediática. Ambas partes le han quitado hierro y dan ya por resuelto el desencuentro, pero nosotros no tanto. Porque ha sido un ejemplo muy nítido del tratamiento que recibe la ultraderecha. Lavada sistemáticamente, aplaudida incluso en términos de normalidad –como ha hecho el PP–, han logrado meterla hasta las tripas del sistema democrático. Y salvo quienes sabemos a qué profundo deterioro conduce tal aberración, gran parte de la sociedad la ha digerido sin problema.
Están propiciando que el fascismo, derrotado tras provocar una guerra mundial con millones de muertos, triunfe ahora. Con todo su arsenal de irracionalidad y recorte de derechos. Por eso la llamada de alerta ha de ser continua, máxime cuando se acercan las elecciones europeas y todo el complot reaccionario puede conseguir situar a sus representantes como tercera fuerza del Parlamento de Estrasburgo, según los sondeos, lo que también equivale a puestos destacados en la Comisión, el órgano de gobierno.
Me dirán qué es lo que pinta Milei en esto. Se dispone a venir a España a apoyar a Vox (y de paso a Ayuso y los que se adhieren del PP) sin pasar ni por la Moncloa ni por la Zarzuela. Lo anunció antes del “incidente” con Puente. Milei viene a hacer campaña política tras haber osado publicar un comunicado oficial con una sarta de barbaridades contra el Gobierno español propias de la ideología que le alienta, y a Vox y a buena de los populares españoles. Machista, xenófobo, hiperliberal, hasta se atrevió a opinar sobre la unidad de España.
Sea presidente de Argentina o de las Chimbabas, es cuestionable que Milei en sí mismo merezca respeto: como ser humano está propiciando dolor y destrucción en las vidas de las personas por sus prioridades económicas. Son etapas erráticas de los países y sus sociedades afectadas por las múltiples circunstancias que influyen en sus decisiones y que confluyen en desenlaces fatales. De las muchas medidas violentas que ha implantado Milei una de las peores ha sido suspender la quimioterapia a enfermos de cáncer, y medicamentos de patologías críticas. Las autoridades han dicho que esas drásticas medidas serán transitorias pero, aun si fuera cierta esa provisionalidad, hay dolencias que no esperan. El Gobierno de Milei celebra que ha hecho un recorte de 140.000 millones de pesos (unos 150 millones de dólares) en el área de salud, a costa de un inmenso daño.
En España, en Madrid, sabemos lo que es esa mistanasia –cuya definición ni conocíamos–, y de ahorros que luego se dilapidan dando negocio a las constructoras amigas. Sabemos de la impunidad. ¿Cómo no aterrarnos al ver a un país completo cayendo en esa sima? Es lo que han votado sus ciudadanos, me dirán, sí, pero quiere exportar el modelo y tiene simpatizantes en la política de ultraderecha española. A eso viene. A eso y a ver empresarios, dice. ¿Imaginan la extensión mundial de las políticas de Milei y toda su parentela de la ultraderecha ultraliberal? A Ayuso y Aguirre y Álvarez de Toledo les encantan.
Las expectativas electorales de la ultraderecha suben como la espuma, hay mucho dinero en la sombra dedicado a ese fin, y está la poderosa siembra de egoísmo e imbecilidad sobre la sociedad que se ha dejado captar.
Una pieza esencial de la periodista de TVE Ana Baquerizo para el Telediario nos mostraba los mecanismos de captación que están calando sobre todo en los jóvenes. No tiene precio (ni vergüenza) ver a Marine Le Pen bailando o la presunta mojigata Giorgia Meloni usando estratégicamente melones, en su día, para su promoción
Los demócratas no deberían consentir que les den fascismo lavado. El peligro lo pueden ver en ese Milei al que apoyó Feijóo contra el Gobierno de su país. En el propio presidente del PP, el individuo que miente de una manera tan ostensible que cuesta creer su atrevimiento. El PP ha controlado la Justicia 22 de los últimos 27 años gracias a los bloqueos del Poder Judicial. Y lleva más de 5 años sin renovar el actual. Y Feijóo se atreve a mentir de esta taxativa forma:
No van a parar. Ahora Feijóo le monta una manifestación preelectoral europea al Gobierno contra “los bulos de Sánchez”, de no creer una desfachatez de ese calibre. Será que también se lo compran ¿Quién lo vende con tal eficacia? ¿Cómo es posible que personas hechas y derechas con al menos dos dedos de frente compren mercancía tan podrida? Será, como decía, lo bien lavada que viene para consumo de incautos que pueden sustentar mayorías electorales.
No será nada fácil desenmascarar las patrañas instaladas ya. Hace un par de años, leyendo la novela 'Los hombres de la niebla' de Pablo Zarrabeitia (seudónimo de un agente del CNI) se veían, desde adentro, los movimientos que sustentan a la ultraderecha con gran apoyo económico. El “caparazón que adopta en los distintos países” para infiltrarse y extenderse. Hace dos años de esto y la expansión aparece aterradora ya. Con la colaboración entusiasta de millones de personas sin pensamiento crítico ni respeto por la democracia, ni siquiera el mínimo sentido común para ver cómo son usados. Hace mucho tiempo que se ha minimizado el problema. Y así nos encontramos.
A todos los niveles. La democracia se ha deteriorado de tal modo, en diversos puntos del mundo, que se tolera el genocidio de los palestinos a cargo de Israel. El ataque a Rafah, monstruoso, lo culmina ante el silencio de los cómplices internacionales.
Más aún, como remate. La defensa de Netanyahu por parte de senadores republicanos de los Estados Unidos alcanza caracteres mafiosos: doce de ellos han amenazado al fiscal jefe de la Corte Penal Internacional con “severas consecuencias” para él, su institución, su familia y su personal si sigue adelante con una orden internacional de arresto contra Netanyahu y otros oficiales israelíes.
Hay políticos muy poco respetables y así nos los ha mostrado la historia. Dejen las cortesías para asuntos menos peligrosos. Eleven el plano para ver desde arriba esa maraña de lazos que envuelven a la sociedad en gritos estentóreos, mentiras brutales, políticos desaprensivos hasta la náusea riéndose en sus narices, voceros a sueldo, y reflexionen si la víctima no es usted, precisamente usted. Entre otros muchos. Una de las frases que subrayé del libro de 'Pablo Zarrabeitia' decía: “La experiencia ya le había enseñado muchas cosas. Y una de las más importantes es que no se puede salvar a alguien de sí mismo”. Si no colabora, desde luego que no.
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