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El efecto Ayuso

El presidente de la Comunidad de Murcia, Fernando López Miras. EFE/Marcial Guillén/Archivo

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Ya podemos hablar del efecto Ayuso, doña Isabel Díaz, en la pandemia española: oponerse de cualquier forma a lo que diga la autoridad competente. Si estado de alarma, reivindicación de libertades individuales; si centralización de decisiones, reclamación del ejercicio de las competencias transferidas. Resumiendo radicalmente: si blanco, negro; si negro, blanco.

Más o menos es así también como viene reaccionando ––nunca mejor dicho–– no solo la presidenta de la Comunidad de Madrid, sino también algunos otros presidentes autonómicos del PP en la misma línea casadoaznarista, como “nuestro” López Miras, en un ridículo afán y vano empeño por sacudirse la etiqueta de derechita cobarde con la que estigmatiza la numerosa banda de extrema derecha aglutinada bajo la etiqueta de Vox.

Podíamos pararnos a pensar qué pasaría si todos, todos los presidentes autonómicos que no son favorables a la coalición gubernamental estatal adoptaran la misma actitud de ni-contigo-ni-sin-ti-tienen-mis-males-remedio que exhibe la mona cabeza visible de la autonomía madrileña: el caos, no?

Qué otra cosa pasaría si, además, los alcaldes de cada municipio que se ve limitado perimetralmente, con duras restricciones siguieran la línea de la presidenta madrileña y se enfrentaran abiertamente, aunque solo fuera de palabra, al nivel superior de autoridad que les impone las cortapisas para sus ciudadanos. Gran desbarajuste.

Cuál sería la reacción, podríamos seguir interrogándonos, del triunvirato Miras-Celdrán-Luengo, secundados por la dignísima consejera portavoz, si los alcaldes de los municipios que más sufren y han sufrido las duras limitaciones a cuento de la COVID-19 desde hace ya bastantes semanas hubieran alzado la voz un día sí y otro también contra la autoridad autonómica de San Esteban verbalizada por el consejero del ramo Villegas cada vez que se ha hecho necesario imponer o prorrogar medidas coercitivas por la salud de todos.

Es decir, qué pasaría si los alcaldes de Lorca, Jumilla y Totana tomaran los micrófonos de los medios locales en el desayuno, la comida, la merienda y la cena para criticar abiertamente a López Miras y su equipo por imponer duras limitaciones en sus municipios. Más o menos lo que el presidente regional murciano, siguiendo el ejemplo de su admirada colega madrileña, guiada por el quiero-quedar-como-un-valiente Casado, ha venido haciendo con respecto al Gobierno del Estado.

Pero todo eso de los alcaldes es pura ficción. No sabemos, efectivamente, qué pasaría o hubiera pasado en aquellos supuestos anteriores, porque no se ha dado el caso. Lo que ha ocurrido es que los regidores de Lorca, Jumilla y Lorca han venido acatando e, incluso, solicitando esas restricciones instrumentales decretadas por el Gobierno regional ante los recrudecimientos de la pandemia.

Es difícil, por no decir imposible, encontrar una declaración altisonante contra el Ejecutivo de San Esteban a cuento de las medidas coercitivas ni del regidor de Lorca, Diego José Mateos (PSOE), ni de la alcaldesa de Jumilla, Juana Guardiola, ni del primer edil de Totana, Juan José Cánovas (IU). Tampoco se han registrado críticas a la inversa: desde San Esteban hacia esos municipios. Sencillamente porque en los tres territorios locales se han aceptado ––insisto, e incluso pedido–– las restricciones como necesarias para parar la extensión del virus.

Obsérvese, pues, la diferencia en la actitud de unos y otros. Compárese, aunque solo sea a efecto de inventario, las formas y maneras de Díaz Ayuso, doña Isabel, y su equipo; o las declaraciones y actitudes de López Miras, don Fernando, y el suyo ambos hacia el gobierno central, con el comportamiento de Mateos, Guardiola y Cánovas en relación a las medidas que, decretadas por instancia superior, han tenido que aplicar en sus respectivos municipios durante estos últimos meses en que las decisiones al respecto quedaron en manos de las autoridades regionales en virtud del ejercicio de las competencias transferidas de Sanidad. Solo la jumillana ha expresada una ligera discrepancia parcial y manteniendo las buenas formas. Así que obsérvese, compárese y tómese nota. Vale.

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