Su pánico estaba completamente justificado: gracias a sus políticas, la Región de Murcia es un monocultivo del regadío intensivo y la hostelería, y un erial para cualquieras otras industrias penalizadas con el abandono más palmario. Los 30 años de gobierno del PP (que comenzaron, recuérdese, abriendo una oficina de exportación de frutas en Bruselas para canalizar lo que iba a ser su única dedicación) han sido un 'dejar caer' a la industria: astilleros de Cartagena, polígonos de Murcia, centros de muebles de Yecla, patrimonios de Cartagena y Murcia, escuelas de formación, centros de Congresos, universidades populares, clínicas, transformación alimentaria de Jumilla, investigación de la UMU o la UPTC, todo, todito todo fue relegado por el PP en favor de la promoción del export/import del regadío.
Las consecuencias de dedicar el esfuerzo en una sola dirección son claras: una dependencia absoluta de este modelo de contaminación máxima y esclavitud jornalera. Pero ello no justifica el terror del Presidente... salvo si no tienes ni idea de cómo se gobierna, claro.
A estas alturas la Región tiene dos problemas: uno fácilmente solucionable de transición ecológica y migración a otras industrias (hay dinero para ello y la sociedad está de acuerdo, incluso Europa nos premiará con fondos extra para la reconversión agrícolo-ganadera), y otro más difícil que es dejar de financiar al PP a través de las ‘fundaciones’ del regadío y las macrogranjas. La única complicación (que no complejidad) radica en que nuestras élites tienen que cambiar de discurso, de negocio y de señoros; y ya todas sabemos que las clases altas, los acomodados, la casta o los dueños de medios de producción (que de todas estas maneras pueden y deben llamarse) son... digamos ‘reacios al cambio’ y ‘muy reacios’ cuando ese cambio implica que se formen en otros menesteres. Sin duda, a la gente como López Miras, que llevan de fiesta en fiesta desde que... nacieron (a la hemeroteca me remito), no les agrada tener que levantarse temprano.
No obstante el pánico del Presidente (generalizado al resto de regantes, que no han dudado en traerse a Mazón desde el Ventorro para dejar claro que están dispuestos a autohumillarse a cualquier precio con tal de no evolucionar), la solución es fácil y debió aplicarse desde el principio: las industrias deben volver a ser promocionadas y las nuevas tecnologías deben ocupar su lugar en la Región: la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) tiene mucho que decir aquí, pues sus integrantes ya conforman un pequeño tejido miniindustrial de alto valor tecnológico que puede ser ayudado a extenderse por la región. Los polígonos de las afueras de los pueblos deben obtener ayudas para alojar fábricas de componentes, laboratorios, distribución de bienes y servicios, etc...
La Murcia industriosa y fabril tiene que volver a tomar el protagonismo, dirigida desde el gobierno regional que tiene miles de herramientas de apoyo a la innovación, bonificación fiscal a la implementación de marcas o promoción de actividades con subvenciones o traslados.
No hay, por lo tanto, razón alguna para el miedo: el abandono del regadío y la vuelta a la industria es posible y puede empezarse ya mismo. El viaje del PSOE a la capital española (Madrid, siempre van a Madrid a pedir cosas...) es una acción irreflexiva que ha revelado un nerviosismo infundado y unas ganas de continuismo inexplicables. Es la hora de la esperanza y no del cerrilismo.