En medio del barullo y la algarabía de los Sanfermines siempre hay un momento que exige paciencia en las personas, la espera de la villavesa, como se conoce en Pamplona al autobús urbano. Y este año, esa paciencia se prevé que sea mayor, puesto que las paradas y los buses se llenarán más, los retrasos serán más largos y la cantidad de recorridos menguará comparado con años anteriores. Una convocatoria huelga indefinida convocada por los trabajadores de la empresa que gestiona el transporte urbano de Pamplona ha puesto en jaque al servicio de transporte público en la ciudad en plenas fiestas de San Fermín, cuando la población de la capital navarra se multiplica por cuatro por la ola de turistas.
La empresa ha establecido unos servicios mínimos del 70% desde el 6 al 14 de julio, tanto en los periodos nocturnos como diurnos, entre las críticas de sus empleados, que los consideran “abusivos”. Se prevé que la huelga, que empezó el 2 de julio, afecte a más de 200.000 viajes diarios de media durante las fiestas. Y las consecuencias ya se han notado en el primer día de Sanfermines en puntos de alto flujo de personas como la Plaza de Merindades, donde confluyen varias líneas de autobús.
En esta plaza, a las 9:00 de la mañana, pocos minutos después de que finalizase el primer encierro de las fiestas, una gran multitud de personas esperaba en la marquesina la llegada de la línea 4, la que conecta los municipios de la comarca de Pamplona Huarte y Barañáin, y que atraviesa la capital navarra. Tras más de 20 minutos de espera -en horario habitual, sin huelga, la frecuencia de autobuses es de seis minutos-, por fin una villavesa hizo acto de presencia. Pero al acercarse a la parada, en lugar de frenar, pasó de largo para disgusto de quienes esperaban, porque ya iba llena. “Pero por qué no para”, “ahora qué, a esperar otra”, en quejas y reclamos como estos la frustración de muchos se hacía evidente. Algunos desistieron y comenzaron a sacar sus móviles para buscar una villavesa alternativa. Otros, en especial quienes no conocen o no han estado en Pamplona, les pudo parecer más conveniente buscar un taxi, a pesar de costar más que un pasaje de villavesa.
“El año pasado estuve en Sanfermines y no tuve que esperar nunca, ahora no sé, ya veremos cómo nos va”, comenta Marta, que ha venido por segundo año consecutivo con su grupo desde Santander. Muchos de los visitantes no están al tanto de la huelga y se quejan por la falta de puntualidad. “Menos mal en Maps te dice si el bus va tarde y pudimos ir a otro bus, porque si no hubiéramos llegado a la reserva que tenemos”, menciona Carolina, quien ha venido desde Colombia con su familia para las fiestas patronales. Dentro de los vehículos los usuarios se amontonan, llegando hasta la propia entrada del vehículo, teniendo que moverse cada vez que se abre o se cierra la puerta para evitar ser golpeados.
“Llevamos cuatro meses pidiendo la negociación de un convenio digno”, se lamenta uno de los conductores. La razón principal por la que se ha convocado la huelga han sido las condiciones, las cláusulas, el salario y los horarios de los trabajadores. “Lleva un tiempo que no nos suben el salario como sube el costo de vida”. Es de esperar que reciban quejas por parte de los usuarios, pues la huelga ha tenido lugar en medio de los Sanfermines, justo cuando más se necesita de un servicio completo. Sin embargo, asegura que la gente, en general, los ha apoyado “bastante”.
Una de las partes centrales de los reclamos de la huelga son el estado de los vehículos. “En principio, la empresa, para ahorrarse y ganar dinero, no hace el mantenimiento adecuado de los autobuses o hacen justo lo necesario”. “La responsabilidad es de la empresa de manera directa, pero la Mancomunidad tiene una responsabilidad indirecta, pues son los que les permiten que sigan gestionando el servicio”. La Mancomunidad de la Comarca de Pamplona es quien pone a concurso la gestión del transporte, y las últimas dos veces se las ha otorgado a la misma empresa, TCC.
“Este autobús es de los más viejitos de la flota. Si estuviese bien cuidado no iría dando los trompicones que da o no estaría echando el humo que echa. Todo eso es problema de mantenimiento”, menciona el conductor. La villvavesa que conduce, por ejemplo, cuenta con una pantalla conectada a una cámara con la que ve a las personas que se bajan en las puertas de atrás, y así evitar cerrarla y que alguien se lastime. Está ubicada justo encima de donde se cobra el billete, así que está a simple vista para cualquiera que se monte en el vehículo. El soporte que la sostiene está desgastado y roto hasta tal punto que fue necesario cubrirla con cinta aislante para evitar que se caiga. Y aun así, ha quedado tan endeble que con el más mínimo freno o arrancón se cae, obligando al conductor a colocarla en su sitio de nuevo.
“Al final es algo que nos perjudica a todos”, comenta el conductor. “No hay ninguna pinta de que esto vaya a mejorar y que se llegue a un acuerdo pronto”. Según informa la agencia Europa Press, el comité de la empresa Transports Ciutat Comtal (TCC) incluso ha denunciado la aplicación de las modificaciones de la frecuencia de los autobuses como una “grave vulneración del derecho fundamental a la huelga”. De acuerdo a la representación sindical de la empresa, “se están aplicando unos servicios mínimos que implican jornadas de hasta 11 horas, cargando las consecuencias del conflicto sobre la plantilla”.
Hasta que no se llegue a un acuerdo entre la directiva y la representación sindical de la empresa se mantendrá la limitación al 70% de servicios. Se puede consultar cualquier incidencia o retraso en la página del Transporte Urbano Comarcal, además de las rutas de las líneas y sus horarios correspondientes.