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Sobre este blog

Euskadi es un destino único para viajeras y viajeros. Con este blog, el Departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno vasco quiere dar a conocer a todos los que tengan interés un modo de vida, un estilo, unos lugares y vivencias irrepetibles en ninguna otra parte del mundo. El blog también se ocupará de las políticas desarrolladas por el Departamento en defensa y protección de las personas consumidoras y usuarias.

Peregrinando por Euskadi de la mano de Ignacio de Loyola

Dos peregrinos disfrutan de las vistas durante la cuarta etapa del camino.

Rubén Pereda

Cuando las heridas de guerra lo dejaron postrado, Ignacio de Loyola se dedicó a la lectura de libros religiosos. Estos hicieron que, una vez recuperado, se propusiese peregrinar a Jerusalén. Partiendo de su casa de Azpeitia, llegó a Montserrat y Manresa, donde realizó sendas paradas. Ahora, es posible seguir los pasos del religioso por tierras vascas, en una fantástica ocasión para descubrir las bellezas del territorio. Siete etapas y un total de 150 kilómetros completan el Camino Ignaciano a su paso por el País Vasco, un recorrido que mantiene las reliquias con las que contaba hace siglos.

Con Ignacio, desde su casa (17,70 km – 4h 10min)

Han transcurrido prácticamente 500 años desde que Ignacio de Loyola se lanzó a la aventura. Al igual que la primera etapa del recorrido, partió desde su casa de Loyola, en Azpeitia, rumbo a Zumarraga. El camino, muy propicio para el uso de la bicicleta, bordea el río Urola, cuyas orillas conducen hasta la vecina villa de Azkoitia. Su casco histórico goza de la categoría de conjunto monumental y fue testigo de la lucha entre diferentes casas y bandos en la Edad Media, de la fundación de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, de las matxinadas en la Edad Moderna y, ya en el siglo pasado, de la llegada del ferrocarril.

Las metálicas vías que seguían en el pasado los coches y vagones de lo que por entonces era un nuevo invento se han convertido ahora en una extensa vía verde. Idónea para transitarse en bicicleta, conduce al barrio de Aizpurutxo y, cuatro kilómetros después, hasta Aginaga, lugar perfecto para parar a descansar y tomar el ‘hamaiketako’ (o almuerzo; da igual cómo se le llame, lo importante es reponer fuerzas) sobre una antigua rueda de molino.

Tras el descanso, apenas quedan dos kilómetros para concluir la etapa. Visto el barrio de Etxeberri, se llega al pueblo de Urretxu. En la plaza descansa la estatua del ‘bardo vasco’, el destacado poeta y músico de la tierra, autor de himnos tan reconocibles como ‘Gernikako Arbola’ o ‘Agur Euskalerria’. Hecho este pequeño homenaje cultural, y con los ecos de su música aún resonando, el recorrido conduce hasta la plaza de Zumarraga, presidida por una estatua dedicada al conquistador López de Legazpi. Unos pocos metros más y, en la Plaza de las Estaciones, primer alto en el camino: concluye la primera etapa.

A orillas del Urola (18,90 km – 6h 30min)

La segunda etapa ignaciana arranca en la antigua estación del tren y discurre por el carril para bicis que lleva hasta Legazpi. Recorrido el centro urbano, el camino invita a embarcarse en un viaje al pasado por las orillas que baña el río Urola. Hubo un tiempo en que estas aguas eran imprescindibles para la vida, por su importancia para la elaboración de hierro, y todavía quedan testigos de aquello: ferrerías antiguas, molinos y presas, además de los caseríos que prosperaban con su cauce.

De Legazpi, Ignacio fue a la ferrería de Mirandaola y pasó por donde hoy en día se encuentra el Ecomuseo del Pastoreo. De allí se llega a Brinkola, un barrio dominado por un imponente viaducto de piedra construido hace más de un siglo para ligar la estación con el barrio. Entre caseríos y vías, el viajero alcanza el área recreativa de Olalde, óptima para el almuerzo.

Allí arranca el último tramo, que se adentra en el parque natural de Aizkorri-Aratz. En la cima del Aitxurri, cuenta la leyenda, puede uno toparse con la diosa mitológica Mari, la encargada de llevar el buen y el mal tiempo de un lado a otro, poniendo, a placer, lluvias en un sitio y radiante sol en otro. De vuelta a la tierra, solo queda, tras contemplar las antiguas minas de Katabera, dar un último empujón para llegar al collado de Bizkornia, desde donde se puede disfrutar de una espectacular panorámica. La etapa concluye en el santuario de Arantzazu, donde probablemente pararía Ignacio a descansar y dedicarse al rezo. Una oportunidad inmejorable para tomarse otro descanso.

Llegada a Álava (15,90km – 5h 50min)

Se reinicia la marcha por frondosos hayedos que conducen a la fuente de Erroiti, escenario de episodios legendarios, como la aparición de la virgen de Arantzazu a un pastor. Con más hayas, acompañadas ahora de elementos megalíticos y un cruce con el Camino de Santiago, se llega al alto La Horca. De ahí, el camino se adentra en tierras alavesas, donde se puede ver, entre otras cosas, el imponente castillo de Marutegi, que, desde el siglo VII, corona una peña.

El recorrido conduce después al monte de San Miguel, del que se desciende por las vías que antiguamente se empleaban para bajar los minerales hasta la fábrica de Ajuria, complejo de referencia hasta su cierre hace unas décadas. Esta tercera etapa es una de las de más dificultad y poco recomendable para ciclistas; además, conviene comprobar que las condiciones meteorológicas vayan a ser las óptimas, ya que, de lo contrario, seguir los pasos de Ignacio puede complicarse demasiado.

Desde Araia hasta el parque natural de Izki (21,30km – 6h 20min + 17,70km – 4h20min)

En dos etapas más se recorre el territorio histórico de Álava. El camino desde Araia hasta Alda no entraña mucha dificultad. Siguiendo lo que un día fue una calzada romana, se visitan las localidades de Albeniz y San Román de San Millán. De allí se llega a las laderas de Entzia, con sus icónicos y coloridos hayedos.

De Alda a Santa Cruz de Campezo se puede ir sin problema en bicicleta, en un apacible paseo. Esta quinta etapa se enmarca en su conjunto en la comarca de la Montaña Alavesa, cuya joya de la corona es el Parque Natural de Izki. Perfectamente habilitado tanto para viandantes como para ciclistas, contiene impresionantes vistas y el robledal marojo mejor conservado de toda Europa. El lugar idóneo para dar por finalizado el tránsito por tierras alavesas.

Hasta Navarrete, fin de la peregrinación (32km – 8h 30min + 19km – 5h)

El inicio de la sexta etapa discurre a los pies de la sierra de Codés, que entra en Navarra. Tras pasar por los pueblos de Genevilla y Cabredo, la ruta ignaciana retorna al territorio de Álava, para llegar a Elvillar, que da cobijo al imponente dolmen de La Chabola de la Hechicera. Este monumento funerario prehistórico, el más grande y mejor conservado de toda la zona, reúne en verano a los vecinos, que celebran un aquelarre a su alrededor. De allí se va a Laguardia, con una parada que merece la pena en la laguna de El Prao de la Paul. Están reservadas para la séptima y última etapa las tierras riojanas, con las estampas tan típicas repletas de viñedos. Por Elciego y Fuenmayor se llega a Navarrete, punto final del recorrido.

Sería posible seguir los pasos de Ignacio de Loyola por todo el norte hasta llegar a Manresa. La geografía vasca, no obstante, esconde ya unas cuantas joyas que es posible descubrir gracias a estas etapas. 150 kilómetros de Camino Ignaciano a su paso por el País Vasco para disfrute de todos los que se aventuren.

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Euskadi es un destino único para viajeras y viajeros. Con este blog, el Departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno vasco quiere dar a conocer a todos los que tengan interés un modo de vida, un estilo, unos lugares y vivencias irrepetibles en ninguna otra parte del mundo. El blog también se ocupará de las políticas desarrolladas por el Departamento en defensa y protección de las personas consumidoras y usuarias.

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