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Sobre este blog

Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.

“No se abuse de Marcuse”

Una pancarta compara el Mayo de 68 con las protestas actuales en la facultad parisina de Tolbiac el 20 de abril.

Félix Taberna

Ésa era una de las consignas que nuestros profesores nos trasmitían, en los años ochenta, a aquellos estudiantes de sociología que caíamos arrobados ante el pensamiento de Marcuse, uno de los pilares ideológicos del mayo francés. Como estudiantes, era fácil caer en la tentación ante frases de Marcusse o de Reich: La literatura y el arte son una fuerza racional cognoscitiva que revela el potencial de la persona, a la vez que evidencia la represión de la realidad. Solo una cosa importa: vivir una vida buena y feliz. El amor es la ausencia de ansiedad.

Todas esas cosas se proclamaban en el Mayo del 68. Uno de los grandes mitos para toda una generación que nacimos tarde para verla, pero pronto para asimilarla. Ahora se cumplen cincuenta años de ese movimiento revolucionario que puso a todo un De Gaulle, un héroe de la resistencia contra el fascismo, en la picota.

Soy consciente de que la historia no se repite. Pero es bueno recordar esa revolución que pedía que la imaginación llegara al poder. Puede ser útil recordar su energía social en la etapa de decadencia en la que vivimos.

Uno de los nutrientes ideológicos que actuaron de motor en aquel mayo francés fue la Escuela de Frankfurt. Su éxito fue contemplar sintéticamente el concepto de emancipación de Freud; el de la explotación de Marx y el historicismo de Weber. Ahí es nada. Asumir un planteamiento multidimensional de la persona como factor de construcción social. La persona como origen de la historia desde las presentes relaciones sociales de explotación económica y de dominación cultural.

La revolución del mayo francés nació de forma socialmente espontánea. Sorprendió a partidos y sindicatos de izquierda que asistieron estupefactos como unos aficionados tomaban las calles. Algo comparable al movimiento republicano del 14 de abril o al movimiento del 15 de mayo. A veces, surgen pulsiones sociales benéficas que germinan en el pensamiento político y logran lo inesperado. Luego soportan los pesados ropajes políticos de quienes quieren aprovecharse de ese cauce social. También de las servidumbres que la realidad impone. Pero su idea sigue prendida en el imaginario colectivo.

Digo que algunos nacimos tarde para entenderla porque quizás ahora sea el momento para comprender una de sus máximas frases: Seamos realistas, pidamos lo imposible. Estamos en un momento social necesitado de pensamiento sólido y radical ante una sórdida realidad. Necesitamos de alternativas proactivas; no de populismo reactivo que no deja ser un mero placebo social de desahogo.

Mayo del 68 fue básicamente una revuelta cultural liderada por los estudiantes. Con un propósito común; el rechazo a la autoridad y la reivindicación de nuevos derechos dentro de la democracia. En estos momentos, nuestra juventud está dominada ante el peso de una realidad laboral que le impide emanciparse; que le hace depender de sus padres. Que le impide una inserción normalizada. Nuestra actual juventud no tiene futuro y quizás esa ausencia de futuro le lleve a pedir la utopía como motor de mejora social. Cincuenta años después el mayo del 68 está vigente como pensamiento.

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