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¿Por qué podemos cerrar RT y no The Objective?

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La primera frase de este artículo tiene que ser que estoy completamente en contra de que se cierre ningún medio, incluso sin que considere a ninguno de los mencionados medios de información. Estoy en contra de que se pudiera cerrar The Objective del mismo modo que estuve en contra de que se impidiera el acceso a RT. Pero estoy seguro de que los periodistas del libelo cogerán este titular para acusar al gobierno de iniciar la cacería contra los “medios hostiles” vía interpuesta a través de mis textos y hacerse las víctimas. La pregunta es solo un cebo para pescar a desinformadores y plantear cómo el cierre de medios y la censura informativa está ya presente en nuestro ordenamiento pero solo es un escándalo cuando pone en el objetivo a los que suelen señalar y provocar que sean otros medios los censurados.

El Consejo Nacional de Ciberseguridad fue el encargado de proteger a España de las noticias falsas que provenían de los proxies rusos en los medios concretados en RT y Sputnik al que se le hizo el encargo en diciembre de 2017 con el voto a favor de PP, PSOE y Ciudadanos. En marzo de 2018 se nombró nuestra primera embajadora contra las noticias falsas y las amenazas híbridas por parte del gobierno de Mariano Rajoy. En marzo de 2022 la Unión Europea prohibió la emisión de los medios rusos RT y Sputnik por desinformación sobre Ucrania. No es que no se pueda legislar contra la desinformación, porque se hace, la pregunta que cabría hacerse es si se puede hacer sin sesgo y por qué censurar algunos medios que dicen algo que no nos gusta está bien y es inaceptable con otros medios.

¿Por qué es un riesgo para la democracia que Rusia pueda influir en procesos electorales e influir en España para derrocar a un gobierno con noticias falsas y no lo es que ese mismo proceso se haga desde el interior de España a través de ultras de la agitación escondidos bajo libelos, grupos de Telegram, o medios de agitprop maquillados con nombres sobre la objetividad periodística? No es diferente lo que hace RT a The Objective, Periodista Digital u OkDiario, del mismo modo que no es diferente lo que hace Alex Jones en Infowars a Alvise, Javier Negre o Iker Jiménez en España. El objetivo es el mismo, intoxicar para influir en política, una guerra híbrida interior contra la democracia y los procesos electorales reglados.

The Objective no es diferente a RT porque circunscribe la verdad al objetivo. Para RT lo que primaba era trasladar una versión que favoreciera en cualquier circunstancia los intereses de Rusia aun mintiendo y desinformando, para The Objective lo que prima es trasladar una versión que perjudique los intereses del gobierno progresista de España aun mintiendo y desinformando. Son dos medios con el mismo objetivo, influir de manera antidemocrática con el uso de la mentira para tumbar a un gobierno. La lógica que emana de las actuaciones contra RT y Sputnik harían factible actuar contra los medios de desinformación que operan desde España.

El libelo favorito de la gusanera caprilista de Paula Quintero no es un medio informativo, pero Álvaro Nieto como director tiene derecho a arrastrar su credibilidad entre la profesión haciendo el ridículo cada día que pasa. La denuncia de Manos Limpias que el juez, y padre de una concejal del PP de Ayuso, admitió a trámite, tenía un bulo manifiesto que partió de este panfleto. Un artículo de Fernando Tadeo sostenía que Begoña Gómez era la beneficiaria de una subvención que sin embargo se correspondía a una hostelera de Cantabria del mismo nombre. El medio, lejos de rectificar, intentó eludir su responsabilidad diciendo que nunca había dicho que la beneficiaria fuera la esposa del presidente aunque en su artículo decía de forma literal: “Distintas fuentes sostienen que la mujer de Sánchez habría sido beneficiaria de algún tipo de subvención”. No es una equivocación, es una estrategia deliberada de influir contra un gobierno con el uso de la mentira como medio.

No hay que cerrar medios, porque como dijo Luis María Ansón para rechazar el cierre de Egin: “Los periódicos no delinquen, delinquen los periodistas”. Ni tampoco establecer censura previa, no se combaten los peligros de la democracia sufriendo una regresión democrática. Pero hay que sancionar de manera inmisericorde estos comportamientos nocivos para la democracia haciendo que no salgan a cuenta. Alex Jones fue condenado y multado con una sanción de 965 millones de dólares por sus difamaciones, lo que le llevó a la bancarrota. Su sentencia fue disciplinante y es solo un ejemplo de lo que se puede hacer con quienes se enriquecen mintiendo. En España ya se han cerrado medios de comunicación con el beneplácito judicial y con el silencio cómplice, cuando no el apoyo abierto de muchos medios de comunicación y periodistas. Algunos hace muy poco tiempo, como RT, pero otros hace ya bastante como Egunkaria, Egin o Ardi Beltza. Ahora que todo el mundo habla de lawfare pocos se acuerdan de Pepe Rei, el periodista de investigación abertzale que pasó varios meses en prisión acusado de señalar objetivos a ETA, y que fue absuelto de todas las acusaciones que pesaban sobre él pero que no le impidió comerse cárcel en preventiva. Baltasar Garzón, el juez que ahora se adora desde la izquierda, fue el encargado de meter en prisión a Pepe Rei con su doctrina del entorno de ETA que permitía actuar contra cualquiera que se saliera del relato aceptado. El juez cerró los medios donde escribía y le metió en la cárcel y después acabó siendo absuelto de todos los cargos por falta de pruebas.

La libertad de prensa es un discurso liberal hipócrita cuando está en boca del poder, pero tiene que ser dogma para periodistas y ciudadanos. La realidad es que nadie la defiende en serio asumiendo los costes que eso implica. En los medios militantes de izquierda es un debate necesario, y un test que no pasan, porque mientras denuncian esas actitudes en el adversario laminan a aquellos periodistas que no se circunscriben de manera militante a la doctrina oficial marcada por la cabeza jerárquica. No hay nadie que defienda su necesidad y que no caiga en comportamientos censores o represores de dicha libertad. Nadie, ni usted que me lee, que querría quitar del debate a cualquier periodista que diga algo que no le gusta sobre su partido incluso sin mentir. La necesidad de actuar contra los bulos y la desinformación es imperiosa, pero hasta que no seamos honestos y rigurosos con las propuestas no es más que un vano intento por callar al que no nos interesa que hable.