Dos chavales de 14 asesinan a dos mayores de 87
Dos jóvenes de catorce años han asesinado, presuntamente, a dos personas, una mujer y un hombre, de 87 años. Lo han hecho con violencia extrema, con saña, con brutalidad.
Los dos adolescentes han protagonizado lo que antes se llamaba, y ahora ya no se dice, un robo con escalo. Han subido por la tubería, han dado una paliza a los ancianos, les han herido gravemente, se han llevado un reloj de una de las víctimas y han asesinado a ese matrimonio de más que jubilados. Una violencia brutal, desproporcionada, gratuita, si es que hay una violencia de pago.
El destrozo de humanos ha ocurrido en el barrio bilbaíno de Otxarkoaga, un barrio marginal, construido sobre chabolas en los años sesenta y que era estudiado como zona urbanísticamente degradada, marginal, muy lejana, ya en los setenta y ochenta, del opulento, aunque ahumado, centro de Bilbao.
La Ertzaintza ha detenido a un tercer joven, de 16 años, supuesto planificador del asalto.
Estos dos crímenes se suman al de otra persona, un exfutbolista, perpetrado hace unos días. En menos de un mes, tres personas han sido asesinadas en Bilbao por jóvenes, supuestamente. Si nos remontamos en el tiempo, tenemos a una persona inmigrante atropellada y mal herida cuando cruzaba por un paso de peatones. Un grupo de jóvenes ha cometido una violación en manada a una joven en Barakaldo.
Violencia desmedida, de consecuencias irreversibles, protagonizada, supuestamente, por chavales que podían ser los nietos de las víctimas. Chicos que actúan con una anestesia emocional respecto de sus víctimas, a los que parece no importarles las consecuencias de sus robos. Una evidente desproporción entre los medios, el asesinato, y los resultados, un reloj más o menos barato, robado a un matrimonio de zamoranos que se fue a Bilbao hace años a buscarse la vida.
Los vecinos están espantados y dicen que esto “se veía venir”, que hace falta más policía por las calles, porque ahora da miedo a salir de casa.
El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, despeja a córner con ese latiguillo tan sobado, ocurra lo que ocurra, de que son “hechos puntuales”, cuando a lo mejor quería decir aislados, o esporádicos, y que Bilbao es una ciudad “segura”, pese a todo.
Los vecinos del barrio, mayoría de ellos mayores, están asustados y piden más policías. Las fuerzas vivas de Bilbao se afanan en decir que esto no afectará a la buena imagen de la ciudad. Ese Guggenheim que lo peta hasta de japoneses.
Tantos años de terrorismo han opacado otras violencias que parecen asomarse ahora de manera abrupta, cuando se pensaba en el oasis. Dos de los detenidos tenían antecedentes y estaban sometidos a algún tipo de tutelas.
Sea como fuere, creo que nadie tiene una respuesta para explicar cómo es posible que dos críos de 14 años asesinen con saña a dos mayores de 87.