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A la coalición le quedan unos pocos meses

La ministra de Justicia, Pilar Llop; la ministra Portavoz, Isabel Rodríguez y la ministra de Igualdad, Irene Montero, durante una rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros.

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Contradiciendo las evidencias, ambos socios han asegurado que la coalición no se rompe, que el Gobierno va a aguantar. La pregunta es si visto lo visto en los últimos días -que muy probablemente se repetirá antes que tarde- una coalición como esa puede ganar las elecciones. Sobre todo si la perspectiva tras de que estas tengan lugar es que la única manera de que la izquierda siga gobernando es repitiendo la fórmula de la coalición entre el PSOE y UP.

Se abre un tiempo imprevisible de la política española. Que, en realidad, no será muy largo: tan sólo ocho o nueve meses, en principio. Pero que puede ser interminable si el enfrentamiento entre ambos socios resulta ser la tónica dominante. Y todo indica que lo más probable es que así sea.

En primer lugar, y sobre todo, porque Podemos parece que ha decidido que su línea de actuación, su estrategia electoral, es ganar credibilidad y fuerza en la izquierda a base de golpear todo lo que pueda al PSOE, como hizo en los primeros años de su andadura hasta que descubrió lo bueno que podía ser gobernar con ese partido.

El público más fiel de Podemos, que no es pequeño a pesar de las muchas deserciones que el partido ha venido sufriendo, parece apoyar con entusiasmo esta línea de enfrentamiento. Que una línea como esa conduzca de manera prácticamente inevitable a la derrota electoral de la izquierda no parece ser un argumento que disuada de optar por esa vía. Se diría que Pablo Iglesias y la dirección de Podemos dan por perdidas las generales y que la tarea primordial del partido es preservarse incólume, sin concesiones a un entendimiento táctico con el PSOE, de cara a un futuro en el que el gobierno de España estará en manos de la derecha.

Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas de dentro de dos meses y medio son hoy por hoy una incógnita. Porque las casas de encuestas han recibido muy pocos encargos para investigar esas perspectivas y porque prácticamente todos los sondeos que se han podido hacer no han salido a la luz. Pero de alguna filtración que ha llegado a los medios se ha podido deducir que las perspectivas de los candidatos de Unidas Podemos en esos comicios no son precisamente buenas. Ya fueron malos hace cuatro años y no parece que la formación haya hecho, y esté haciendo, el trabajo necesario para ampliar sus posibilidades al respecto, fundamentalmente de captación de candidatos.

Cabe por tanto la posibilidad de que Podemos sufra un batacazo electoral en las municipales y autonómicas, aunque no cabe descartar que en algunos sitios su porcentaje vaya a ser de nuevo crucial para que la izquierda conquiste algunas regiones o municipios importantes. En todo caso, la pregunta es si un fracaso sonoro el 28 de mayo hará reflexionar a Podemos sobre la necesidad de rebajar el tono de enfrentamiento con el PSOE.

No cabe ser muy optimista al respecto. Un accidente electoral no debería modificar el planteamiento general de cara al futuro que parece deducirse de la actuación de Podemos desde que Pablo Iglesias tuvo que renunciar a su sillón en el Consejo de Ministros.

Y tampoco se puede ser muy optimista en relación con el proyecto que encabeza Yolanda Díaz, desaparecida prácticamente de escena durante la crisis del 'solo sí es sí' y con muy pocas posibilidades de levantar la cabeza, por mucho que eso les pese a los socialistas.

Todas las cartas están por tanto encima de la mesa. Y no caben muchas sorpresas en el panorama general, aunque la crónica política del día puedan deparar acontecimientos que por muy sorprendentes y llamativos que sean no deberían alterar sustancialmente la marcha de las cosas.

Lo que está por ver es si Pedro Sánchez tiene aún fuelle para impulsar a su partido a fin de que este se comporte de la manera más digna posible tanto en las municipales y autonómicas como en las generales. De que el PSOE y los socialistas presentes en el Gobierno están por esa labor no hay muchas dudas, tal y como se comprueba en la profusión de medidas que cada día emanan de La Moncloa con claros objetivos electorales.

Sánchez tiene dos objetivos prioritarios que nadie puede decir que sean inalcanzables: el de que las cosas no le vayan muy mal en las municipales y autonómicas y, sobre todo, el de conseguir cuando menos un escaño más que el PP en las generales de principios del año que viene.

Si alcanzara este logro, un nuevo panorama político podría abrirse paso. Porque un pacto de gobierno entre el PSOE y el PP sería posible en esas condiciones. Aunque tampoco cabría descartar ese pacto si el PP obtuviera más escaños que los socialistas y si la suma de su representación con la de Vox no alcanzara la mayoría absoluta.

Muchas fórmulas son aún posibles. Dependerán de los resultados. Tal vez lo único que parece claro en estos momentos es que los socialistas no están por repetir la coalición con Unidas Podemos.

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