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Cuando consigamos tumbar al Gobierno se acaba la polarización

José María Aznar en una foto de archivo
18 de junio de 2024 22:15 h

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Con esta frase retitulo una portada de La Razón. No debería ser tan difícil que los ciudadanos “tradujeran” lo que les cuentan los medios o los políticos cuando les engañan. Lo que la alcaldesa de Valencia ha querido decir es exactamente eso, que si gobierna el PP se acaba la crispación. Pero la verdad es mucho más descarnada. Ahora que los fascismos están de moda -los han puesto de moda- triunfa la versión alemana que, a través de Goebbels, su ministro de Propaganda, enseñó a mentir a los políticos y sus voceros con una desfachatez de dejar perplejos. El principio nazi que mejor dominan en España es el de la Transposición: Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos. Lo asombroso es que les crean, pero ahí nos encontramos con el patético momento que vive la información. Se está haciendo un buen periodismo en muchos medios, sin duda. Hay profesionales muriendo por servir las noticias, como vemos en Gaza. Pero el manto general es desinformación pura y dura, manipulación a propósito o una dejadez que ocasiona casi el mismo efecto. Cuando en los telediarios de TVE, este mismo fin de semana, por ejemplo, ponen lo que dice Pedro Sánchez sobre la renovación del CGPJ y a Feijóo afirmando que es intolerable que Sánchez quiera controlar el CGPJ, desinforman si no explican la realidad: que el PP controla ese órgano de los jueces desde 2011 y con 5 años y medio negándose a renovarlo. Hay una sensible diferencia entre informar o no hacerlo.

Suelo tratar a menudo este tema porque estoy absolutamente convencida de lo imprescindible que es para una sociedad la información veraz. Es lo que le permite tomar decisiones fundamentadas. Saber el terreno que se pisa. Quién es cada cual y a quien se entregan asuntos esenciales de nuestras vidas. La información es vital sin exagerar. Es la materia que permite el abordaje efectivo de los problemas. De ahí, que la información real sobre las personas la busquen hasta por métodos ilícitos. Los datos, los reales, es el negocio más próspero en este momento. No se comprende que personas adultas hagan semejante dejación de su derecho a estar informados. Porque hoy ese derecho está altamente prostituido.

Se echa mano de los principios de Goebbels y se suelta sin pudor que “Sánchez amenaza el Derecho a la información de los ciudadanos”. Nada menos, tras haber engañado a los españoles de forma muy dañina sobre192 cadáveres con la conspiranoia de los atentados del 11M. 

Claro que el primero en mentir entonces -y tantas otras veces- fue el entonces presidente del Gobierno José María Aznar, sabiendo su responsabilidad por la Cumbre de las Azores y para no perder las elecciones. Aznar, el impulsor de la actual revuelta “el que pueda hacer que haga” para tumbar a Sánchez, quiere más. Acaba de decretar “movilización permanente”, no sabemos si revisable, contra el Gobierno. Toda una amenaza. Otra más. Las reiteradas manifestaciones contra la amnistía le parecen poco y presiona al PP, es decir, a Feijóo, con la diana puesta en la nueva financiación autonómica y el desbloqueo del Poder Judicial que no quiere en absoluto, lo mismo que su pupila Ayuso. Aznar vuelve a ejercer presión desde el podio de impunidad en el que vive. Imperturbable al peso de toda su trayectoria. ¿Por qué? El Gran Wyoming se preguntaba estos días ¿Por qué llevan dos años investigando a Begoña Gómez?, ¿Por qué no a la familia Aznar? El hijo de Aznar con 20 años se paseaba en un Ferrari por Italia. Y la hija pasó su luna de miel en el barco de Berlusconi. Añadamos el exponencial crecimiento de la fortuna familiar.

Ayuso es la mejor alumna de esta tradición nazi de mentir salvajemente sin que se le caiga la cara a trozos. Lo ha hecho con los negocios del novio y con su gestión político-comercial de la Comunidad de Madrid. No para de pedir dimisiones y comisiones de investigación para otros y niega cualquier investigación sobre sus fechorías. No se deja un cabo suelto de lo que ella practica y, en cambio, atribuye a sus enemigos, Ayuso no tiene adversarios.

Todo lo que anota como acusación ocurre al revés. Ha descuartizado Telemadrid para convertirla en una loa a su persona y en un constante ataque al Gobierno. Es su partido el que controla el CGPJ. Usa las instituciones a su favor. No permite oposición alguna en la Asamblea de Madrid. Reescribe la Historia a niveles del pasado franquista. Los comisarios políticos del PP se esparcen por todos los centros de poder. Utiliza nuestros impuestos para subvencionar a la bulosfera en particular. Quien reformó a fondo el Código Penal para hacerlo mucho más represor fue su colega Gallardón. Es su ideología ultra la que conduce a dictaduras.

¿Ustedes creen que si existiera una información objetiva tantos ciudadanos engullirían mentiras de tan abultado calibre? Algunos sí, van a las redes a negar responsabilidad alguna de Ayuso en dejar morir sin asistencia médica a 7.291 ancianos a su cargo. Obstinados, desesperados, se niegan a oír los testimonios de familiares y expertos. Lo oyen y es como si escucharan la voz de su adorada Isabel cantándoles arrullos de odio al oído.

Causa y consecuencia, confirmamos con datos la impresión de que ha decrecido la práctica de informarse. No les motiva. Dice el último Informe Reuters de la Universidad de Oxford -tremendo- que el desinterés por las noticias alcanza un récord histórico global, notable también en España. La desinformación como causa latente.

¿Por las noticias manipuladas, incompletas? ¿O por rechazar la información como tal? Y entonces hay que volver al principio. Es esencial, imprescindible. Nadie construiría en principio su casa sobre un pantano porque le dijeran que es tierra firme. ¿O sí? ¿No está ocurriendo eso? Nadie iría a una peluquería a operarse una pierna en lugar de a un hospital porque le hubieran contado que en aquella de tal calle lo hacen estupendamente. Cuesta explicar cosas tan obvias, pero mucho más entender por qué no quieren verlo tantas personas que entregan la gestión de asuntos vitales a políticos desaprensivos y se informan por verdaderos cuatreros de la información.

Tengo recogidas en un pendrive una serie de portadas que tienen mucho éxito en algunas conferencias. Ver varias seguidas es desolador, tal cúmulo de mentiras, de fotografías editoriales. Son un auténtico tratado sobre la manipulación y sus efectos.  Pero el solo hecho de intentar informarse cada mañana tropieza también con esos nefastos circos del grito y el odio, de indocumentados con aspiraciones a la fama y la pasta, que han distorsionado la realidad al límite, encumbrando a dirigentes verdaderamente dañinos y lanzando cacerías brutales contra los enemigos de sus fines.

Otras veces las portadas son tan patéticas que jugar a retitularlas reporta cierto entretenimiento al ver enervarse a los seguidores del medio y sus protegidos. Deberíamos extender la práctiva. Es muy reveladora.

No creo que se consiga limpiar tanta maleza, debió haberse hecho mucho antes, pero de algo servirá si por fin se acomete. El Congreso ha anunciado hace pocas horas que revisará sus criterios de acreditación de periodistas tras el caso de Vito Quiles. Y anuncia que lo hará de “forma ágil”. Fue un error inmenso de la etapa Batet dar visado de periodistas a agitadores empleados en medios que tampoco se dedican a la información y han desvirtuado las ruedas de prensa. Parece haber una reacción de Sánchez que debió haber iniciado mucho antes, años incluso. Revisar la financiación pública de los libelos que no se dedican al periodismo sería un paso, mínimo pero indispensable. La desinformación es un negocio escribía en El País, Joan Coscubiela este martes. Por supuesto. Un punto clave. Entre otros varios cauces. “Sus ingresos publicitarios dependen del tráfico que generan y hace tiempo que sabemos que los bulos y la pocilga tienen mucho atractivo”, destaca Coscubiela.

Europa ha aprobado una serie de medidas ya para luchar contra la desinformación. “El reglamento de la UE obligará a desvelar quiénes son los dueños de los medios y las subvenciones estatales que reciben”, entre otras medidas que incluyen la salvaguarda de la  independencia de los medios públicos. Tiemblan ya los que viven del bulo y de las subvenciones interesadas de dinero público de ciertos dirigentes. Por poco que sea lo que se haga por frenar estos abusos tan destructivos para la sociedad. 

Resumiendo: es ahora cuando el Derecho a la información de los ciudadanos está gravemente prostituido. Con consecuencias nefastas que cuestan incluso vidas. El daño que hace a los profesionales del periodismo ser confundidos por surtidores de bulos es inmenso, pero quienes más lo sufren son los ciudadanos. Esto en tiempos de fascismos es doblemente peligroso. Les abrieron la puerta. Los han puesto de moda. Si numerosos medios son responsables de este desaguisado, también la información puede ayudar a recuperar el criterio. Muchos se están dando cuenta ya. Y actúan ante el peligro. Más de 200 deportistas franceses llaman a votar contra la ultraderecha, lo que es un hito con algunos aunque escasos precedentes. La ultraderecha de las técnicas goebbelianas para engañar y abducir. Pero, por favor, los manipuladores absténganse de insultar la inteligencia. Produce vergüenza ajena.

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