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Un día más

Un ciclista en Barcelona durante la cuarentena

María Ramírez

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“Un día menos”. Es el eslogan de ánimo que se escucha a menudo en la rueda de prensa diaria sobre el estado de la epidemia y que repetimos en redes. Cada vez que lo escucho no puedo evitar pensar “un día menos ¿para qué?” ¿Para poder salir a la esquina por el gusto de salir a la esquina? ¿Para poder ir al trabajo sin miedo? ¿Para sentarnos en un teatro rodeados de cientos de personas? ¿Para abrazarnos sin consecuencias? No habrá un día exacto en que eso suceda. No de un día a otro, no para todos, no de la misma manera.

“Todo el mundo quiere saber cuándo va a terminar esto. Ésa no es la pregunta correcta. La pregunta correcta es, ¿cómo seguimos adelante?” Es una frase de Devi Sridhar, una experta en salud pública de la Universidad de Edimburgo entrevistada por el periodista científico Ed Yong en este artículo de la revista The Atlantic sobre qué nos espera en verano. Entre las muchas explicaciones de voces expertas que he leído sobre cómo salir de ésta, creo que es la que mejor resume la actitud que nos va a permitir adaptarnos a una realidad todavía difícil de asumir.

¿Cuáles son las herramientas sanitarias esenciales para seguir adelante? ¿Cómo se preparan nuestras ciudades? ¿Cómo se reforman las oficinas, las fábricas y las aulas? ¿Cómo adaptamos nuestras relaciones personales? ¿Cómo equilibramos el riesgo con una vida más parecida a la vida?

Muchos de los políticos siguen librando batallitas del viejo mundo, ése en que los adjetivos, la falta de detalles y las acusaciones genéricas priman sobre el escrutinio concreto de la gestión que ahora nos ocupa. Pero no hay que olvidar que los políticos son un reflejo más de la sociedad y que muchos de los cambios de adaptación necesaria no dependen sólo de las decisiones de unos gobernantes. Cuesta entender la magnitud de las estructuras de convivencia que tienen que cambiar en los próximos meses, pero lo que está claro es que se trata de un proyecto común. 

Los gobernantes tienen que poner los medios, sean aceras más anchas para peatones, espacios para las bicis o límites en el aforo de vagones, oficinas y otros espacios públicos, o sean tests masivos, mascarillas y fondos para los hospitales y la investigación. Pero la manera de adaptarse a una realidad repentina para la que no estábamos preparados dependerá de la actitud de muchas otras personas, con nuestra capacidad para imaginar soluciones, ser buenos vecinos o tener esa conciencia del bien común que tan a menudo ha faltado en España. 

Los gobernantes tienen que pensar y poner el marco, pero cómo utilizarlo depende de toda la sociedad, algo a lo que no estamos acostumbrados. La responsabilidad colectiva hecha de pequeñas piezas nunca había sido un deber tan acuciante. Y no sabemos cómo va a salir, sin experiencia pasada en una emergencia sanitaria similar y todavía con una sociedad fragmentada, poco informada y desigual.

Pero sólo asumiendo esa responsabilidad común podremos empezar a sumar días para una vida que se parezca más a la vida. Sólo así podremos decir “un día más”.

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