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El efecto bumerán del bulo xenófobo de Ayuso

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y la alcaldesa de Alcalá de Henares, Judith Piquet

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Era 17 de enero, se acababa de celebrar en Alcalá de Henares un Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid y comparecía Isabel Díaz Ayuso en rueda de prensa para definir un panorama de “caos” en la ciudad por culpa de un centro de acogida de migrantes. Según relató había “sarna”, “reyertas” graves e incluso agresiones sexuales a mujeres desde que hombres no españoles, empobrecidos y negros, habían llegado a ocupar parte de la ciudad tras llegar en pateras. Según el relato de la presidenta de la Comunidad de Madrid, el centro –y de rebote Pedro Sánchez– había convertido Alcalá en un lugar peligroso.

La realidad demostró ser resistente a las ficciones y, horas después, el delegado de Gobierno desmentía que hubiera denuncias por agresión sexual a mujeres cometidas por migrantes llegados desde Canarias. Pero la realidad es lo de menos, y ese día Alcalá tenía que ser una ciudad sin ley en el guion de la peor versión de una oposición que se alvisiza y que no duda en tomar como rehenes a quien haga falta, aunque sea quienes menos capacidad de defensa tienen. Me sirve, me lo llevo.

elDiario.es publicó el vídeo del relato apocalíptico en la comparecencia de la presidenta con este titular: “Ayuso vincula sin pruebas inmigración con agresiones sexuales y un brote de sarna en Alcalá de Henares”. Alfonso Serrano, capote y espada del PP de Madrid, no tardó en responder con un parte policial salido de las entrañas de sistema más secreto de Alcalá, donde nadie que no sea funcionario público y por motivos justificados debería entrar nunca.

Colgó una foto de un informe de “lesiones” a una mujer a la que supuestamente habría agredido un “joven de raza negra” y descerrajó en twitter, con este documento confidencial, su réplica, como si un parte fuera todos los partes, como si una persona representara una categoría. Como si todas las personas negras fueran migrantes. Como si una raza fuera un peligro: “Sin pruebas.”, ironizaba el secretario general del PP madrileño. El caos y destrucción de Alcalá de Henares reducido a un parte policial.

Ese bulo sobre los migrantes lanzado a conveniencia se le ha vuelto en contra ahora a la alcaldesa del PP, Judith Piquet, una de las personas del círculo de confianza de Ayuso. Un juzgado la investiga para saber cómo obtuvo Alfonso Serrano acceso a ese parte que sirvió de coartada y excusa en una red social para defender a la jefa. Quién se lo proporcionó, quién abrió el sistema policial, tomó la foto y la pasó a un político a placer, con el espúreo objetivo de satisfacer sus idearios políticos más bajos.

La migración es un reto formidable y complejo, como la educación, la inteligencia artificial y todas las novedades y cambios que el ser humano incorpora desde que dejó la recolección y la caza. La simplificación y categorización lleva solo a una imagen cóncava y falsa. La utilización de documentos del sistema público para fines propios e ideologías personales es mezquina, al margen de la reprobación judicial que pueda llevarse la alcaldesa si el proceso sigue adelante.

Nada es gratis y toda acción tiene una reacción: según los datos oficiales del Ministerio de Interior, los delitos de odio han crecido en un año un 21%. “Los relativos a racismo y xenofobia, con 856 hechos, son los más numerosos y representan el 41,8 por ciento de total de las denuncias”.

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