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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

Tened cuidado con el poder

El presidente Pedro Sánchez, a su llegada al Congreso de los Diputados.
17 de julio de 2024 22:46 h

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Tened cuidad con el poder, para convencernos usa mil trucos

Bloque

No me parece que tenga mucho sentido convocar un pleno extraordinario en plena canícula para presentar el “esqueleto” de unas propuestas que no están desarrolladas ni explicitadas y que no han sido consensuadas ni con la sociedad civil ni con los socios parlamentarios que serían imprescindibles para aprobarlas. No me parece que tenga sentido, excepto que algunos de tus socios y parte de la oposición te esté pinchando con que lo de la regeneración no fue sino una ocurrencia para salir del paso de aquellos extraños cinco días de vacío.

Para regenerar la democracia hace falta, primero, no degenerarla y, segundo, implementar nuevos y más grandes controles hacia el poder y más libertades a los ciudadanos y a la sociedad civil para hacerlo. Es al poder al que hay que controlar pero ayer se oyó mucho hablar de control a los medios, control a los otros poderes y muy poquito de abandono de poder por parte de quien lo ostenta. Ayer se oyó hablar mucho de las cuestiones que molestan al poder y a las personas que están en el poder y mucho menos de las que se cuestionan muchos ciudadanos. Se habló mucho de implantar medidas para los medios convencionales y muy poco de las redes que, como sabemos, son las mayores difusoras de bulos. Tuve la sensación de que cuando el presidente del Gobierno habla de ciudadanos está pensando en una ciudadana concreta. Cosas mías.

El esbozo de medidas “en esqueleto” puede agruparse en tres bloques: el de las cuestiones que ya entran en vigor en 2025 con el reglamento de obligado cumplimiento de la UE –y sobre las que no haría falta hacer más–, las medidas referidas a los medios convencionales y las claramente relacionadas con el zapato que le aprieta, que es la situación de su mujer. De estas últimas reseñaré solamente el énfasis en la modificación de la legislación existente que sirve de control a la prensa: Los medios deben ser libres, pueden desarrollar su línea editorial y, a su vez, los ciudadanos tienen que poder defenderse si se vierten sobre ellos calumnias o acusaciones infundadas“. Sucede que todo eso ya es posible en España. ”Queremos cambiar las leyes del derecho a la rectificación y del derecho al honor“. ¿Para qué, para hacer qué, qué problemas hay con una legislación que tiene una jurisprudencia asentada y firme? ¿Quién lo ha demandando? ¿Han sido los ciudadanos? ¿Iba en algún programa electoral?

No es así. Esa idea de cambiar la legislación del honor está directamente relacionada con un problema personal. Por cierto, que se sepa Begoña Gómez no ha intentado ninguna de esas vías, excepto una rectificación a la que no había lugar. Por su parte, a Sumar lo que le preocupa es el honor de los políticos, porque cuando explica su posición afirma buscar “una reparación pública en los supuestos de las interminables instrucciones cuando no se abra juicio oral pero se publiquen innumerables titulares que afecten al honor o al nombre de la persona investigada”. Una frase tremendamente problemática porque, si el medio tituló con la realidad de la investigación judicial, ¿acaso le quieren pedir que haga su propio juicio y silencie determinadas cosas? ¿Cómo va a rectificar lo que fue cierto? Me dirán que eso es preocupación por los ciudadanos. Si es por eso, ya les digo que lo mejor que pueden hacer es dotar con medios a los juzgados saturados para que no haga tres años que tengo interpuesta una demanda de protección del honor sin que de momento haya sucedido nada. Y como yo, tantos. Pasta y juzgados y ya verán qué bien va todo. Y no me voy a privar de recordar que cualquier modificación que se haga ahora pensando en una situación concreta puede darse la vuelta cuando gobiernen otros. No lo olviden nunca.

Les diría que me preocupa ese planteamiento de palo y zanahoria –controlar la financiación pública de los medios y anunciar que tiene 100 millones de euros para repartirles– o esa mención a las medidas contra la concentración, que es un silbido a las cadenas de televisión, o la posibilidad de incrementar la potestad sancionadora administrativa de los medios audiovisuales a través de las competencias de la CNMV o de la creación de un nuevo órgano, o tantas otras cosas, pero la verdad es que no me inquieta demasiado a la vista de la dificultad que van a tener los socialistas para consensuar las medidas con sus socios parlamentarios. Con unos –PNV, Junts– porque son conservadores-liberales y tienen claro que hay líneas rojas en materia de libertad informativa que no se pueden cruzar. Con otros –Sumar, Bildu, ERC–porque quieren ir mucho más lejos. Entretanto, los horizontes judiciales se irán despejando y veremos que las posiciones son diferentes y las urgencias decaen.

Una democracia no se limpia de arriba hacia abajo. Si quieren regeneración escuchen a todos los que les piden transparencia política, supresión de los artículos de la reforma de Rajoy que recortaron derechos básicos, que se atrevan con el enaltecimiento o los delitos apologéticos, que nos devuelvan al estadio anterior a ese afán censor del Estado. Que nos dejen juntarnos a protestar sobre la marcha, que la palabra de los policías deje de ir a misa, que no se pongan multas represivas y que los procedimientos vuelvan al juez y dejen de ser administrativos. Eso es lo que piden los ciudadanos. Lo otro es la piel fina de los políticos que prefieren no ser ni rozados ni por los medios ni por la Justicia. ¡Qué osadía!

En mi adolescencia oíamos música muy instructiva. Yo adoraba al grupo Bloque, me sé de memoria la mayoría de sus temas. “Tened cuidado con el poder, va cambiando de color, poco a poco cambia según acontece, para convencernos usa mil trucos, cuando en realidad todo sigue igual”. Uno se quedaba alertado para siempre. Es al poder al que es preciso controlar, no el poder el que tiene que controlar a sus controladores. La canción se titulaba “Descubrir el terrible sentido de la vida” y lo hemos acabado descubriendo de verdad. Es lo que tiene no haber perreado.  

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