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Depresiones y ansiedades
Es la primera vez que me animo a escribir un artículo de opinión, nunca me había atrevido a dar el paso a exponer mis pensamientos públicamente, al alcance de cualquiera que lo vea y quiera leer lo que yo, otro cualquiera, pueda opinar.
Alguien podría pensar en este preciso instante; ¿qué tiene todo esto que ver con el título del artículo? Pues tiene mucho que ver. Tiene mucho que ver el hecho de que te pueda provocar ansiedad, el exponerte a ti, a tus principios, de forma pública, y ser juzgado por ello. Puedes sentir agobio de pensar que tus habilidades comunicativas o tu interés como persona media son insuficientes para interesar a alguien. Puedes pensar eso, y mil cosas más, que solamente la gente que sepa y haya vivido dichas situaciones puede llegar a comprender.
Estamos tratando un tema casi tabú las irregularidades mentales. El no ser una persona neurotípica, cuando es un aspecto fundamental en la salud de un individuo. Siempre me he hecho la siguiente pregunta: ¿Por qué motivo la gente entiende -al menos de forma social y a grandes rasgos- que una persona con ansiedad es que tiene nervios?¿Por qué se trata al que sufre de depresión de débil?
Como enfermo de síndrome ansioso-depresivo, creo necesario hacer una reflexión a nivel social profunda sobre todo este tema. Hacer entender a la clase política que de la misma forma que necesitamos como mínimo herramientas para curarnos de un resfriado, de un osteosarcoma o de una neumonía severa, también necesitamos ayuda y herramientas para superar ansiedad, depresión, u otros trastornos que puedan venir de forma genética, como TOC, TLP o trastorno bipolar.
Deberíamos decir que basta ya de polarizar y politizar todos los mensajes. Hay cosas que no son polarizables, las enfermedades no entienden de raza, sexo o religión. No obedecen a tu ideología, pero sí influye de manera capital la situación económica de una persona. El poder acceder a un seguro privado que te cubra un tratamiento, o poder pagar el rango de 40 a 80 euros que cuesta una sesión psicológica estándar. No todos podemos.
Desde mi posición como ciudadano, me gustaría, no ya el pedir a la clase política que me escuche, sino el comunicar mi mensaje al lector, y que este pueda comunicar esta clase de temas de forma abierta con su círculo cercano. Aprendamos a normalizar en no estar bien, cuando es normal tener un resfriado. Aprendamos a enseñar que tenemos una patología psicológica que probablemente requiera de tratamiento o terapia.
Para terminar, indicar que normalizar las conversaciones sobre problemas y enfermedades mentales evitaría papeles vergonzosos e intolerables como las del señor Carmelo Romero, diputado del Partido Popular en el parlamento.
Normalizar ayudaría a convertir una cosa extraña en algo fácil de entender, y tangible para gente menos empática. Aprendamos del resto y mejoremos como sociedad.
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