Al día siguiente de que Sánchez se comprometiera a ir a la investidura, el 3 de febrero, PP y Podemos pidieron en la Mesa del Congreso que la investidura se votara en 15 días, idea rechazada por el entonces presidente de la Cámara, Patxi López, que era partidario de conceder un mes, como así terminó ocurriendo.
Celia Villalobos, entonces vicepresidenta del Congreso, afirmó: “Esto significa más incertidumbre, más tiempo para presentarse a una investidura sin tener en el bolsillo ni un solo voto más de los que ya tiene, lo complica todavía más. No es propio de un parlamento y de un presidente [Patxi López] que en principio tiene que ser lo mas independiente posible, cosa que ya ha demostrado que no es”.
Dos días después de ese debate en la Mesa del Congreso, el 5 de febrero, el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, registró una iniciativa para que la investidura se convocara el 22 de febrero. Hernando aseguró que López, a petición de las fuerzas parlamentarias, podía convocar esa sesión, y entendía que era una fecha “razonable” y da margen suficiente para que Sánchez pueda intentar recabar los apoyos que necesita y no dé lugar a la “inestabilidad” del país.