La portada de mañana
Acceder
Investigación - Los préstamos que evitaron la imputación de Juan Carlos I
El mapa de las 65.000 viviendas turísticas ilegales que hay en España
Opinión - 'Sánchez, ante el capítulo decisivo', por Neus Tomàs

Las elecciones autonómicas azuzan la guerra pública entre PP y Vox

Aitor Riveiro

14 de diciembre de 2025 21:50 h

0

El PP ideó una gincana electoral para el PSOE con el objetivo de aprovechar el desgaste de Pedro Sánchez a cuenta de los escándalos de corrupción que afectan al ala socialista del Gobierno, y señalarle de paso por no disolver las Cortes ante un tercer fracaso presupuestario consecutivo. Pero toda estrategia tiene riesgos, y Alberto Núñez Feijóo se ha encontrado con un importante crecimiento de Vox que puede llevar al bloqueo de varias comunidades autónomas y arruinar sus planes de presentarse como la única alternativa al Ejecutivo.

Los extremeños estrenarán el nuevo ciclo este 21 de diciembre. Después llegará el turno de Aragón, Castilla y León y, ya en primavera, Andalucía. María Guardiola convocó las elecciones con la excusa de que el PSOE y Vox no iban a aceptar sus presupuestos. Los dos partidos, además de Unidas por Extremadura, presentaron enmiendas de totalidad. Sin siquiera debatirlas y esperar a la votación, la baronesa del PP disolvió la Asamblea.

Pocos dudan de que Guardiola ganará las elecciones, a diferencia de lo ocurrido en 2023, cuando perdió en votos con el hoy fallecido Guillermo Fernández Vara. Entonces, la lideresa del PP ignoró la habitual premisa que esgrime Feijóo de dejar gobernar a la lista más votada, y negoció un gobierno de coalición con Vox.

Dos años y medio después, las encuestas apuntan a una victoria clara de Guardiola. Pero el motivo es un desplome del PSOE, liderado por el procesado Miguel Ángel Gallardo. Los sondeos apuntan a una importante subida de Vox, que volverá a ser imprescindible para que la derecha mantenga el Gobierno autonómico. Y Santiago Abascal no lo pondrá fácil.

Lo que podía parecer un paseo hasta las urnas se ha convertido en una batalla campal entre PP y Vox que, en realidad, viene incubándose desde hace meses. Los estrategas de la extrema derecha llegaron ya en el verano de 2024 a dos conclusiones complementarias. La primera, que compartir gobierno con el PP les quita votos. La segunda, que golpear dialécticamente a su supuesto aliado les dispara en las encuestas.

Abascal ha asumido la campaña autonómica en primera persona, consciente de que el proyecto de Vox es claramente estatal y que el grueso de sus seguidores votan por el líder nacional sin importarles quién es el candidato autonómico.

En Extremadura es Óscar Fernández. Su rostro solo ha aparecido en los carteles electorales ante las críticas que ha recibido el partido por ignorar a su propio candidato. Él mismo convoca a sus actos bajo el lema “con Abascal”.

El líder de Vox ha recrudecido sus ataques y en su primera entrevista en campaña lanzó una clara advertencia: si el PP quiere sus votos y Guardiola no es “capaz de alcanzar un acuerdo”, tendrán que prescindir de ella, ya sea en la negociación de la investidura o de los presupuestos. En sus propias palabras, si Guardiola necesita pactar con ellos, o “pasa por el aro o repite elecciones”.

La reacción fue inmediata. Guardiola habló de “tufo machista” en las palabras de Abascal. Feijóo le acusó de “caciquear”. La candidata del PP volvió al ataque y tiró de ironía para llamarle “turista”. Y el líder de Vox replicó como es habitual, con nacionalismo: “Para mí ningún español es un extranjero en España, y ningún español es un turista en España”.

Este viernes las espadas entre los supuestos socios seguían en alto. “Vox tiene como objetivo fundamental hacerle daño a los Gobiernos del PP”, dijo Feijóo en un acto en Badajoz.

El líder del PP tildó de “antipolítica” a Vox y arremetió contra su candidato, al que tildó de “muñeco” al que se dirige “a 400 kilómetros de distancia”. Y añadió: “En aquello que afecte exclusivamente a Extremadura, María Guardiola tiene todas las manos, todas las capacidades, todos los brazos libres, para decidir, decretar, gobernar”.

“Mejor el voto en Vox que en el PSOE”

En el PP intentan rebajar la pugna a una cuestión solo dialéctica y exagerada por los medios de comunicación. “No ha sido categórico en pedir otra candidata”, aseguran a elDiario.es desde la dirección nacional pese a la textualidad de las palabras de Abascal.

Y pese al discurso de Feijóo, en privado los estrategas de Génova dicen que “el voto está mejor en Vox que en el PSOE”. Porque, en realidad, el objetivo de la dirección nacional al diseñar la concatenación de elecciones autonómicas no es mejorar la gobernabilidad de dichas regiones. De hecho, en Andalucía podría incluso empeorar tras la sucesión de escándalos que afectan al Gobierno de Juan Manuel Moreno.

El verdadero objetivo es golpear a Pedro Sánchez y al PSOE de forma casi continua y forzar así unas elecciones generales que el presidente del Gobierno niega una y otra vez tener intención de convocar hasta 2027.

Feijóo ha pedido a los extremeños “hablar para su tierra”. “Y como españoles, hablar por primera vez para el conjunto de España”. Nunca antes Extremadura se había separado de las demás regiones para ir a elecciones. De hecho, es dudoso que legalmente no haya obligación de volver a convocarlas en mayo de 2027, con las comunidades de régimen general. 

“Voten pensando en Extremadura y el conjunto de la nación”, dijo este viernes el líder del PP. En Génova sostienen que la “descomposición” del PSOE es total y a todos los niveles. Y anticipan un nuevo entendimiento entre derecha y extrema derecha. “Si queremos un cambio, votad a María Guardiola. Si queremos un cambio en España, votad al PP”, apuntó.

Ese discurso no se compadece con lo que opina su equipo en privado. “Entre PSOE y Vox, la gente prefiere a Vox”, apuntan desde Génova. “En Asturias ganaríamos las elecciones. No hay un solo sitio donde ganaría la izquierda, la supervivencia de la izquierda pasa por subir Vox”, añaden.

En el PP rebajan además el impacto de las advertencias públicas sobre el avance de la ultraderecha. “En 2023 había miedo a lo desconocido. Pero ya hemos padecido ese fascismo”, dicen sobre el año que compartieron gobierno en cinco comunidades con Vox. Unas autonomías que Vox desprecia y apuesta por eliminar, que son apenas un trampolín para sus intereses nacionales e internacionales.

Espinosa de los Monteros, contra Vox

El rally electoral del primer semestre de 2026 puede no tener continuidad más allá del verano. Quedaría por delante un año de legislatura que, salvo giro de Junts, sería un año bloqueado. Campo abonado para el PP y para que Feijóo no falle en su segundo intento de asaltar el Palacio de la Moncloa.

En escena ha aparecido un agente quizá inesperado para algunos: Iván Espinosa de los Monteros. El exdirigente de Vox, que dimitió antes de ser purgado, ha presentado este otoño su nuevo proyecto: Atenea. Un teórico ‘think tank’ sin interés partidista directo.

Pero Espinosa se dejó ver por la prensa el pasado mes de noviembre en la concentración que convocó el PP en el Templo de Debod de Madrid. El exdiputado se colocó pegado a la valla que circundaba el espacio de trabajo de los informadores.

Este mismo jueves presentó su asociación en Toledo. Y allí dijo: “Se lo hemos dejado a los políticos. No sé si a los más listos de la clase, no estoy seguro. Hemos dejado a los peores liderar lo más importante”. Espinosa no explicó a quién hacía referencia. “No es probable que yo concurra a elecciones”, dijo en una entrevista. “Probable” es una palabra nueva para el exdiputado en este tipo de declaraciones.

En otra entrevista no dudó en atacar a su antiguo partido. “En este momento no tengo a quién votar; sigo afiliado a Vox, pero el partido se ha distanciado de como yo pensaba. Está girando hacia el estatalismo, las cosas que dice sobre la vivienda ya las dice Podemos”, dijo, en referencia al nuevo portavoz emergente auspiciado por Abascal, Carlos Hernández Quero. En realidad, dice lo contrario.

Tras la manifestación del PP celebrada el 30 de noviembre, Espinosa se dirigió hacia la sede del PSOE, en la madrileña calle de Ferraz, donde se concentraban los cachorros de Vox: Revuelta. Quizá no lo sabía cuando fue, o sí, pero la relación del partido y sus juventudes estaba a punto de saltar por los aires.

En los últimos días ha estallado un escándalo económico en el seno de Revuelta a cuenta de las donaciones recibidas para ayudar a las víctimas de la dana de Valencia de hace un año y que, según grabaciones difundidas por ‘El Plural’, nunca llegaron a su destino.

Revuelta fue una de las organizaciones ultras que aprovechó la tragedia de Valencia para atacar al Gobierno y a las instituciones democráticas. Hicieron suyo el histórico eslogan revolucionario de “solo el pueblo salva al pueblo”. Y criticaron la falta de ayudas públicas frente a la teórica solidaridad nacional.

Según las denuncias cruzadas por quienes eran supuestos compañeros, el dinero nunca se usó para las víctimas. De hecho, no se canalizó a través de Revuelta, sino de otra asociación, Asoma, cuyo objeto social es diferente. 

Vox pidió activamente dinero para Revuelta, pero ahora intenta desligarse de la asociación. En los audios se oye la voz de uno de sus principales dirigentes, Manuel Mariscal, la del hijo de quien fuera alcalde de Boadilla y después condenado en la Gürtel, Arturo González ‘el albondiguilla’, así como de personas contratadas por Jorge Buxadé en Bruselas con el dinero del Parlamento Europeo. También se menciona a Santiago Abascal y su taxativa forma de dirigir Vox: “No es mala persona (...) Si hay un choque, te despedirán”.

Más allá de la bronca interna, de los posibles delitos cometidos y de la participación de personas más o menos cercanas a la cúpula de Vox, el acercamiento de Espinosa a Revuelta coincide con otra operación: la cooptación de Diego Solier, eurodiputado que logró su escaño con Alvise Pérez en Salf, pero que rápidamente lo abandonó para integrarse en ECR, el grupo que lidera Giorgia Meloni.

El trasfondo es claro. Vox optó tras las europeas de 2024 por alinearse con Marine Le Pen y Viktor Orbán, Alvise Pérez buscó acomodo con la primera ministra italiana, quien lo despreció. Ese hueco político, que en Europa se ha unido a la gobernabilidad junto al PPE, los socialdemócratas, los liberales y los verdes, sigue libre en España.

Las encuestas indican que el voto de derechas puede superar por primera vez el 50% en España. Así lo celebran los estrategas del PP. Un voto por el que compiten diferentes derechas y que puede fragmentarse más de lo conveniente para los intereses de Feijóo, quien ya vio cómo se quedó a las puertas de la Moncloa solo por cuatro diputados.