Teresa Peramato ha culminado este jueves los trámites preceptivos para acceder al cargo de fiscal general del Estado. Tras el acto solemne de toma de posesión en el Tribunal Supremo se ha dirigido a la sede de la Fiscalía General del Estado, ubicada en la calle Fortuny de Madrid. Allí ha pronunciado un discurso en el que ha reclamado a la sociedad y a las instituciones un “posicionamiento claro” frente al acoso sexual y “demás atentados contra la libertad sexual de las mujeres y también de las niñas y niños” y ha recordado a las 1.340 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003. En su solapa llevaba prendida una mariposa morada, que es un símbolo contra la violencia vicaria y de género.
En su primer discurso ante la carrera, Peramato ha expresado su “reconocimiento, respeto, admiración y agradecimiento” a su predecesor en el cargo, Álvaro García Ortiz, y ha mostrado su “cariño” a él y a toda su familia. Y, al igual que hizo hace una semana en el Congreso de los Diputados, ha afirmado que su condena ha generado una “profunda herida” que tratará de “sanar” durante su mandato. A estas palabras ha seguido un aplausos de los asistentes.
Fiscal con 35 años de experiencia, Peramato asumirá el cargo en sustitución de García Ortiz, que renunció al puesto tras el fallo del Tribunal Supremo que lo condena a dos años de inhabilitación, una multa de 7.200 euros y a indemnizar con 10.000 euros a la pareja de Isabel Díaz Ayuso por la filtración de información reservada sobre su fraude fiscal. García Ortiz ha acudido al acto, en el que también han estado presentes los ex fiscales generales Consuelo Madrigal, Eduardo Torres-Dulce, Dolores Delgado y María José Segarra.
Peramato recibió el aval unánime del Consejo General del Poder Judicial y también salvó la semana pasada el trámite de la Comisión de Justicia del Congreso, donde todos los grupos —salvo Vox— elogiaron su dilatada carrera, centrada en la lucha contra la lacra de las violencias machistas. Peramato ha reivindicado la especialización en la Fiscalía como “una exigencia ineludible de nuestro tiempo, una garantía de rigor y eficacia del servicio público”.
También ha apelado a la Justicia, no como una “abstracción” sino como “un servicio público”. “Es la confianza de los ciudadanos, de todos los ciudadanos, en que la ley, el derecho y sus operadores les protegen”, ha aseverado. Y ha definido su acto de toma de posesión como “la solemne reafirmación de un compromiso: servir con independencia, rigor y lealtad a los principios que sustentan nuestra Constitución”.