El PSOE ata el apoyo del PNV a la investidura y sortea las tensiones entre Junts y ERC para cerrar la ley de amnistía

No falta mucho pero falta lo más complicado. Así resumen fuentes de la negociación entre el PSOE y Junts al más alto nivel el punto exacto en el que se encuentran las conversaciones en torno a un acuerdo político que permita a Pedro Sánchez ser investido, de nuevo, presidente. Es un secreto a voces que el asunto nuclear de ese acuerdo es una ley de amnistía cuyo contenido, según esas mismas fuentes, está avanzado aunque aún sin cerrar. Pero mientras, en Ferraz aceleran por ir amarrando otros apoyos también imprescindibles, como los del PNV, ya apalabrado según fuentes socialistas.

Tanto los socialistas como los independentistas catalanes de Junts decidieron dejar la parte más espinosa de la negociación para el final, y poder así avanzar en el desarrollo técnico de la ley de amnistía, como ha ocurrido en las últimas semanas. Los equipos negociadores se centran ahora en los detalles de un acuerdo global de legislatura que será más amplio que la ley, y en el que se enfrentan a la necesidad de encontrar un lenguaje que permita a las dos partes, hasta ahora enfrentadas, salir a defender una norma, por su implicación, histórica.

Esa negociación ha tenido lugar a la sombra del proceso de investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo y bajo unas condiciones de discreción para las que se habían conjurado ambas partes y que han permitido trabajar sin demasiados sobresaltos, aún incluso cuando el ruido fuera ha sido intenso a cuenta, principalmente, de la resolución independentista en el Parlament que reclamaba al Gobierno pasos hacia la autodeterminación.

Ese capítulo de la resolución que señalaba el camino de un referéndum conllevó la reacción inmediata y contundente del PSOE y ha sido, en opinión de todos los protagonistas de las negociaciones, el momento de mayor zozobra hasta la fecha. Sin embargo, los planes de trabajo siguieron su curso y la voluntad de una y otra parte por buscar una salida política al conflicto en Catalunya con un pacto de investidura y de legislatura mediante, permanecieron intactos, a juicio de los negociadores.

Algunos de ellos señalan el papel de ERC de estas semanas como el principal foco de ruido en un partida en la que Puigdemont, contra todo pronóstico y a juicio de la dirección del PSOE y de Sumar, se ha mantenido firme en el compromiso dado en su día por recorrer este camino de la negociación política con respeto a las reglas del juego fijadas y con la voluntad real de que lleguen a buen puerto.

Ese indudable protagonismo del líder de Junts ha ido en detrimento del papel de los de Oriol Junqueras, que han visto relegada su posición predominante en Catalunya de la pasada legislatura. En la competición partidista por la hegemonía de la política catalana sitúan los actores principales de la negociación la clave de la actitud de ERC en las últimas semanas, llevando más allá incluso que Junts sus demandas independentistas.

Esa rivalidad catalana es uno de los puntos señalados por el PSOE como factor claro de riesgo en el tramo final de las negociaciones. Y en ese contexto se reunió el pasado viernes el ministro de la Presidencia y hombre de confianza de Pedro Sánchez, Félix Bolaños, con la mano derecha de Oriol Junqueras en Esquerra, Josep María Jové, en un hotel en Barcelona.

El flanco vasco, garantía de estabilidad

Aunque el principal foco de negociación sigue y seguirá en las próximas semanas en Waterloo, desde Ferraz no descuidan el resto de vías de comunicación abiertas con otros interlocutores imprescindibles. Es Bolaños quien se ocupa principalmente de la negociación con ERC, cuyo equipo de interlocutores comanda Jové, uno de los políticos que podría beneficiarse de la futura ley de amnistía.

Las condiciones de ERC para la investidura pasan por la amnistía y también por que la mesa de diálogo entre gobiernos continúe y que en ella Aragonès pueda proponer la autodeterminación como solución al conflicto. Además, Esquerra considera necesario que haya acuerdos en dos temas de “gestión”, como es el mal estado de Rodalies (el servicio de cercanías de Renfe en la comunidad) y la infrafinanciación crónica que sufre la Generalitat.

Mientras, la investidura se le aclara aún más a Pedro Sánchez por el flanco vasco. Con los seis diputados de EH Bildu garantizados desde el día siguiente a las elecciones para, según explicaron, no contribuir en ningún caso a la hipótesis de un gobierno del PP con Vox, ha sido el PNV quien es las últimas semanas ha levantado la mano para reclamar más atención del PSOE.

Durante su visita al Palacio de la Zarzuela de la pasada semana dentro de la ronda de consultas del rey, el portavoz de los nacionalistas vascos, Aitor Esteban, evitó confirmarle al rey que los votos de su formación estaban garantizados para Pedro Sánchez. Sin embargo, apenas 48 horas después aseguró que “la pelota ya estaba en juego”, en referencia al avance en las negociaciones con el PSOE. Según fuentes de la dirección socialista, el PNV ya habría confirmado en privado su voto favorable a la investidura en el transcurso de esas negociaciones. Si se tiene en cuenta la influencia de los jeltzales en el independentismo catalán, todo el mundo coincide en que la reelección de Sánchez está un poco más cerca.