- “Mi posicioÌn me ha permitido vivir las muÌltiples vicisitudes por las que ha atravesado EspanÌa, a la que he dedicado mi vida”, afirma en su mensaje de Navidad
Lo explícito y lo implícito. La Transición, la crisis económica, las víctimas del terrorismo, la corrupción y Cataluña han estado presentes en las 1.400 palabras que han compuesto el mensaje de Navidad del rey. Las tres primeras, con nombres y apellidos; las dos últimas, sin menciones concretas.
La Transición, aquel pacto de hace 35 años que le sancionó como rey y jefe del Estado, que alumbró el actual modelo de país, ha merecido la defensa del monarca: “El sistema poliÌtico que nacioÌ con la ConstitucioÌn de 1978 nos ha proporcionado el periÌodo maÌs dilatado de libertad, convivencia y prosperidad de toda nuestra historia y de reconocimiento efectivo de la diversidad que compone nuestra realidad. Conviene que lo tengamos bien presente, pues a menudo se pretende que lo ignoremos o lo olvidemos cuando se proclama una supuesta decadencia de nuestra sociedad y de nuestras instituciones”.
Pero no sólo ha defendido la arquitectura de la Transición, también su propio papel emanado de ella durante estos 35 años: “Mi posicioÌn me ha permitido vivir las muÌltiples vicisitudes por las que ha atravesado EspanÌa, a la que he dedicado mi vida”. Y ha espantado la hipótesis a corto plazo de una abdicación: “Quiero transmitiros como rey de España, en primer lugar, mi determinacioÌn de continuar estimulando la convivencia ciÌvica, en el desempenÌo fiel del mandato y las competencias que me atribuye el orden constitucional, de acuerdo con los principios y valores que han impulsado nuestro progreso como sociedad”.
Eso sí, ha reconocido que “reivindicar ese logro histoÌrico no es incompatible con reconocer, como acabo de senÌalar, la necesidad de mejorar en muchos aspectos la calidad de nuestra democracia”. Pues, ha convenido el monarca, “hay voces en nuestra sociedad que quieren una actualizacioÌn de los acuerdos de convivencia”.
Para esa actualización, Juan Carlos ha señalado el camino: “Estoy convencido de que todas estas cuestiones se podraÌn resolver con realismo, con esfuerzo, con un funcionamiento correcto del Estado de Derecho y con la generosidad de las fuerzas poliÌticas y sociales representativas”.
En este punto, el rey ha reconocido el papel de aquellos que no se encuentran dentro del sistema de partidos: “Esa crucial tarea de modernizacioÌn y regeneracioÌn no es competencia exclusiva de los responsables poliÌticos. TambieÌn lo es de los agentes econoÌmicos y sociales y de la sociedad en su conjunto a traveÌs de sus estructuras organizativas”.
Corrupción
En el año en que los casos de corrupción por los que está procesado su yerno Iñaki Urdangarin trajeron consigo la imputación –temporalmente– de su hija Cristina; en el mismo año en que han aparecido los papeles de Luis Bárcenas, extesorero del PP, y la supuesta contabilidad B del partido del Gobierno, el rey, esta vez de forma implícita, sin dar nombres ni mencionar la palabra corrupción, ha intentado hacer un llamamiento a la ejemplaridad de los políticos: “Es indiscutible que la crisis econoÌmica que sufre EspanÌa ha provocado desaliento en los ciudadanos, y que la dificultad para alcanzar soluciones raÌpidas, asiÌ como los casos de falta de ejemplaridad en la vida puÌblica, han afectado al prestigio de la poliÌtica y de las instituciones”.
Por eso, ha reconocido: “SeÌ que la sociedad espanÌola reclama hoy un profundo cambio de actitud y un compromiso eÌtico en todos los aÌmbitos de la vida poliÌtica, econoÌmica y social que satisfaga las exigencias imprescindibles en una democracia”. Al fin y al cabo, según el rey, “la salud moral de una sociedad se define por el nivel del comportamiento eÌtico de cada uno de sus ciudadanos, empezando por sus dirigentes, ya que todos somos corresponsables del devenir colectivo”.
En este sentido, Juan Carlos, ha afirmado: “Quiero transmitiros como rey de España [...] la seguridad de que asumo las exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad”.
Crisis económica
El rey, a diferencia de algunos mensajes condescendientes con la situación económica que llegan del Gobierno, ha señalado: “EspanÌa continuÌa sufriendo los efectos de una crisis econoÌmica y financiera de una duracioÌn y magnitud desconocidas en la historia reciente de la UnioÌn Europea, con efectos muy negativos sobre las personas, las familias y las empresas”, ha sostenido al comienzo de su discurso, en el que ha lanzado una sentencia: “Para miÌ, la crisis empezaraÌ a resolverse cuando los parados tengan oportunidad de trabajar”.
“Quiero, por eso”, ha dicho, “empezar mis palabras con un saludo especialmente afectuoso a aquellos a quienes con maÌs dureza estaÌ golpeando esta crisis: a los que no habeÌis podido encontrar trabajo o lo habeÌis perdido durante el anÌo que va a terminar; a los que por circunstancias diversas no podeÌis disponer de una vivienda; a los joÌvenes que no habeÌis podido encauzar todaviÌa vuestra vida profesional; a todos los que habeÌis soportado tan duros sacrificios con coraje, y a quienes luchaÌis con vuestros mejores esfuerzos por hacer realidad vuestras legiÌtimas aspiraciones”.
En este punto, ha aludido a aquellos que, al margen de las instituciones, se están moviendo para paliar los efectos de la crisis y los recortes: “Es extraordinaria la fuerza de la familia en EspanÌa, y fundamental el papel que estaÌ jugando en esta grave crisis. Gracias tambieÌn a la sociedad civil que ha demostrado una solidaridad verdaderamente ejemplar para atender a millones de personas en graves dificultades”.
Cataluña
La ola independentista catalana, que se ha concretado en una pregunta sobre la independencia para una consulta programada por la Generalitat para el 9 de noviembre, también ha estado presente en el discurso del rey. Pero no explícitamente, sin mencionar la palabra Cataluña: “Se podrá resolver [...] con el funcionamiento del Estado de Derecho para que la ejemplaridad presida las instituciones, para que se cumplan y hagan cumplir la ConstitucioÌn y las leyes, y para que las diferencias y las controversias se resuelvan con arreglo a las reglas de juego democraÌticas aprobadas por todos. El respeto de esas reglas es la garantiÌa de nuestra convivencia y la fortaleza de nuestra democracia. Esta es una verdad incuestionable que debemos tener muy en cuenta”.
Porque, según Juan Carlos, “nos une y nos debe seguir uniendo el sentimiento de comunidad que recientemente expresaba el PriÌncipe de Asturias: EspanÌa es una gran NacioÌn que vale la pena vivir y querer, y por la que merece la pena luchar”.
A partir de ahí, el rey ha recetado el modelo de la Transición, el consenso: “Y, como siempre, generosidad para saber ceder cuando es preciso, para comprender las razones del otro y para hacer del diaÌlogo el meÌtodo prioritario y maÌs eficaz de solucioÌn de los problemas colectivos. [...] Invito a las fuerzas poliÌticas a que, sin renunciar a sus ideas, superen sus diferencias para llegar a acuerdos que a todos beneficien y que hagan posibles las reformas necesarias para afrontar un futuro marcado por la prosperidad, la justicia y la igualdad de oportunidades para todos”.
Víctimas del terrorismo
Tras la reciente abolición de la doctrina Parot por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, Juan Carlos ha lanzado un mensaje, este sí de forma explícita, a las víctimas del terrorismo: “Permitidme dedicar un recuerdo muy especial y emocionado a las viÌctimas del terrorismo, con las que la sociedad sigue teniendo una permanente deuda de gratitud. Unas personas y unas familias que durante deÌcadas han sufrido cruelmente la violencia y el terror de unos criminales totalitarios. SeÌ que estaÌis pasando momentos especialmente difiÌciles. Hoy, como antes y como siempre, quiero compartir vuestro dolor con renovada solidaridad y expresaros todo mi apoyo”.