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Los esclavos comen un 2% menos de lechuga que los millonarios

Me ha llegado por varios canales esta semana una noticia bastante curiosa. Podemos leer en este medio, o en Huffington Post, un artículo con casi idéntico titular. En eldiario.es, reza “Los trabajadores discapacitados cobran el 10 por ciento menos que los demás”, mientras que, en el Huffington Post, pone “Las personas con discapacidad cobran un 10% menos de media que el resto”.

La primera reacción natural es, “Pues hombre, no está tan mal, ¿no?”, y en efecto no lo está.

El problema es que este número no significa mucho... Tiene un significado ligeramente más relevante que la cantidad de días por año que me saco mocos por la mañana dividido por el PIB de Holanda.

Analicemos el asunto detenidamente.

En primer lugar, hay que prestar atención al dato, éste sí relevante, de que la tasa de ocupación de los retrones era del 27,7% (los datos del estudio del INE al que se refieren las noticias son de 2010). Es decir, sólo el 27,7% de los retrones, aproximadamente 1 de cada 4, estaba trabajando. Esta estadística es menos de la mitad que en el caso de los bípedos... y recordemos que a estos últimos tampoco es que les fuese especialmente bien a este respecto allá por 2010.

Obviamente, este dato es muchísimo más relevante y más indicativo acerca de la situación vital y socioeconómica de este colectivo que el hecho de que los poquísimos retrones que trabajan cobren un 10% menos de media que sus colegas bípedos.

Tanto en la noticia de eldiario.es como en la del Huffington Post este dato aparece, pero hay que buscarlo en el cuerpo del texto, entre otra gran cantidad de datos, muchos de similar irrelevancia al que adorna los titulares.

Si uno se pregunta cómo puede ser esto, parece bastante claro que parte de la culpa radica en la nota de prensa del INE. En la misma, aparecen en la primera página 6 resultados destacados del estudio. Ninguno de los cuales es el del 27,7% de ocupación, y el primero de los cuales es precisamente el que titula sendas noticias.

Vamos, que nos han colado la propaganda. Como veis, algo que pasa en las mejores casas.

Pero es que hay más.

Hay que tener en cuenta que la definición de “discapacitado” del estudio, y la que se usa para muchas cosas en la administración, se refiere a una persona que tenga más de un 33% de minusvalía. Al margen de que esta cota se haya puesto con un razonamiento tan profundo como tirar un dado o “en algún sitio hay que poner la raya”, incluso olvidando por un momento que el propio examen mediante el cual te endosan ese número es de un nivel de absurdidad casi dadaísta (como no podía ser de otro modo), os aseguro que el mundo está lleno de personas con un 50% de minusvalía que son prácticamente indistinguibles de un bípedo normal, ario, y al uso. Vamos, que es bien probable que si paso el examen a un lector que piense que él no es retrón, me saque un hermoso 20% y se le pongan ojitos de silla de ruedas. Por seguir ilustrando el asunto, yo, que no puedo levantar un vaso de agua, tengo un 88%... y eso porque me saqué la licencia de retrón hace más de una década... y casi dos. Teniendo el cuenta el dadaísmo del examen, quizás ahora sacase un 103%. Matrícula de honor del espacio exterior.

Bueno, que me emociono.

Lo que quiero decir es que, juntando este hecho con el dato anterior, yo os digo lo que ha pasado. Ese 27,7% de retrones que trabaja está formado precisamente por los que presentan un aprobado raspado en el examen de cascao. Salvo unas pocas excepciones, me apuesto dinero a que la inmensa mayoría de los que trabajan tienen menos de un 50% de minusvalía. Es decir, los discapacitados que trabajan son los que son sólo un poco más discapacitados que cualquier bípedo que no entra en la estadística.

La consecuencia directa de esto es que la tasa de ocupación entre los cascaos con alto porcentaje de minusvalía es seguramente mucho menor que el 27,7%; ya que este número es tan sólo el promedio a todos los cascaos, con sus diferentes notas en el examen.

Y no quiero ni pensar lo que ha pasado de 2010 a esta parte.

Por supuesto, esta predicción me la saco de la manga, porque la sencilla gráfica con el grado de minusvalía en el eje x y la tasa de ocupación en el eje y, ésa gráfica... tampoco sale en el estudio. Claro.

Es que, si hiciésemos el estudio bien, saltaría a la vista que hay un colectivo de millones de ciudadanos en este país sujetos a una discriminación económica brutal. Millones de ciudadanos de los cuales predicar que son de segunda es claramente un eufemismo.

Y no queremos eso, ¿no? No nos vayamos a sentir mal.

Me ha llegado por varios canales esta semana una noticia bastante curiosa. Podemos leer en este medio, o en Huffington Post, un artículo con casi idéntico titular. En eldiario.es, reza “Los trabajadores discapacitados cobran el 10 por ciento menos que los demás”, mientras que, en el Huffington Post, pone “Las personas con discapacidad cobran un 10% menos de media que el resto”.

La primera reacción natural es, “Pues hombre, no está tan mal, ¿no?”, y en efecto no lo está.