Las temperaturas que ha registrado el continente europeo, especialmente el oeste y el suroeste, en el mes de junio “son más típicas de julio y agosto y solo suelen darse unas pocas veces al año”, según el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo (ECMWF, por sus siglas en inglés).
Reino Unido ha tenido el mes más caluroso desde 1884. Algunas zonas de Francia, incluida la capital, han alcanzado los 41 grados en una situación “nunca vista”, dijo la ministra de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runacher. El mercurio ha marcado en España una temperatura media en junio que excede el promedio de los meses centrales de verano. La AEMET confirma que “es la primera vez que esto sucede”.
El calor insoportable ha llegado antes que otros años. Una cara dramática de este fenómeno son los golpes de calor a las personas –las últimas dos han fallecido en la Comunitat Valenciana– pero hay otra menos visible que también encarna riesgos para la salud: los mosquitos que transmiten enfermedades han desembarcado más temprano.
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) advierte en su seguimiento semanal de la situación que este año la temporada de mosquitos ha empezado antes. A esta altura, Francia ya ha notificado seis brotes con casos locales de virus del chikungunya, es decir, que el patógeno se ha contraído a través de un mosquito –Aedes aegypti o Aedes albopictus (conocido como mosquito tigre)– en el territorio. Sin viajar. Los síntomas empezaron a aparecer en mayo “cuando en años anteriores” solían dar la cara en “julio o agosto”. El brote más grave y numeroso se produjo en la isla de La Reunión. “Las cambiantes condiciones ambientales están creando periodos más largos y favorables para la transmisión”, subraya el ECDC.
Más mosquitos y más activos
“Los mosquitos no pueden regular su temperatura interna y viven a expensas de la temperatura del agua (cuando están en fase larvaria) y del aire (en fase adulta). El calor acelera ambas bases del ciclo vital, lo que conjuntamente implica un tiempo más corto entre generaciones del insecto y, por lo tanto, más mosquitos a lo largo de todo un año”, sostiene el entomólogo Roger Eritja, responsable de Entomología y de Validación de Datos de Mosquito Alert en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB) del CSIC.
O sea, los insectos se reproducen mucho más rápido: los diez días que tarda en primavera en completar el ciclo se reducen a un tercio. En unos tres días “ya tenemos una hembra que pone huevos, eclosiona la larva y ya se está cerrando el círculo”, dimensiona Eva Frontera, profesora de la facultad de Veterinaria de la Universidad de Extremadura.
Además, advierte Eritja, “si se está dando algún tipo de transmisión de enfermedades a través de los mosquitos, lo cual es excepcional, el virus también puede verse favorecido por una temperatura mayor”. Así que, dicen los expertos, el escenario es perfecto para vector y virus: más mosquitos, más activos y con ciclos más cortos conducen, probablemente, a más personas enfermas. Con todo, los mosquitos tampoco están cómodos, según los expertos, con temperaturas muy excesivas. “Calor hasta cierto límite”, matiza Frontera.
Esta temporada se suma otro factor que es excepcional de este año: ha llovido mucho y los mosquitos necesitan agua para reproducirse. “Hemos tenido un invierno lluvioso y que no ha hecho excesivo frío, además de una primavera favorable. Todo es favorable y me preocupa que no se estén vigilando áreas que otros años estarían secas”, admite Frontera, que a la vez subraya que desde hace unos años, especialmente en zonas muy afectadas como Andalucía (aquí el problema es el virus del Nilo Occidental), “hay una vigilancia y actuaciones mucho más extensas”.
Qué hacer para protegernos
Los protocolos pasan por poner trampas para confirmar si los mosquitos están infectados, matar las larvas en zonas donde se acumula agua, fumigar para acabar con los ejemplares adultos e informar a la población de que se proteja con repelentes, cubriéndose y evitando las horas de crepúsculo, las favoritas de los mosquitos para salir. También es muy importante vaciar de agua los recipientes domésticos, como la que se acumula en los platos de las plantas o en los bebederos para animales porque “sin agua no hay mosquitos”, recuerda Eritja.
A los expertos que trabajan en prevención y vigilancia les preocupan, sobre todo, dos mosquitos: el invasor Aedes albopictus, que transmite los virus exóticos del dengue, chikungunya y zika y está ampliamente distribuido en España; y el autóctono mosquito común (Culex pipiens y Culex perexiguus) y algunos otros de su familia por ser transmisores del virus del Nilo Occidental. A causa de este patógeno murieron 20 personas el año pasado en España, la mayoría de ellos en Andalucía. “Por el riesgo de llegada, además, el Aedes aegypti o mosquito de la fiebre amarilla no está presente en España continental pero lo estuvo, y representa un riesgo acrecentado para esas mismas enfermedades citadas para el tigre, con la fiebre amarilla de añadido”, agrega el entomólogo del CSIC.
La presencia del mosquito tigre se ha confirmado en 156 municipios españoles desde 2023, según los datos ofrecidos la semana pasada por el Ministerio de Sanidad. Si nos remontamos a 2004, matiza Eritja, el tigre se ha detectado en más de 1760 localidades. El proceso de detección es ahora más rápido, preciso y coordinado, según el departamento que dirige Mónica García gracias a una herramienta llamada Mosquito Alert que permite a las personas tomar fotografías de los ejemplares para que los expertos que están detrás de la aplicación las analicen.
“En España fuimos conscientes del mosquito del Japón (Aedes japonicus) porque alguien vio un ejemplar muy raro y lo mandó a través de la aplicación. Fueron a las coordenadas de GPS desde la que se envió la foto y se instalaron trampas que permitieron confirmarlo”, recuerda Frontera. Esta especie se ha detectado en diez municipios del norte de España, según las cifras que proporciona Sanidad. Unas 110 desde 2018, según Eritja.
“La problemática del mosquito tigre ya ha quedado discutida. De hecho han existido ya casos de transmisión autóctona de dengue en España que han sido responsabilidad suya. El mosquito del Japón no representa por ahora una preocupación porque su capacidad vectorial es baja para esas enfermedades”, dimensiona el entomólogo, que observa una mayor concienciación sobre las enfermedades vectoriales. “Ciertas actitudes negacionistas se van diluyendo a medida que, por desgracia, tanto mosquitos autóctonos como importados nos van dando avisos y sustos”, analiza.
Con los sustos también han mejorado las estrategias para combatir sus efectos en la salud pública: se han creado grupos de trabajo e investigación y el control público de los mosquitos ya no es una rareza. Al final, concluye Frontera, “los más concienciados son los que están afectados”. “Cuando ves que tu vecino está en la UCI o el hermano de tu amigo lo pasa mal, la gente es más consciente del riesgo”, zanja.