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Un mes de lucha para (casi) nada: los MIR eligen plaza pendientes de “una lotería”

Médicos Internos Residentes (MIR) protestan a las puertas del Ministerio de Sanidad en Madrid. EFE/ Javier Lizon

Daniel Sánchez Caballero

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Son las 13.30 del martes y Óscar no sabe qué hacer ya. No sabe si volver a simular el proceso para asegurarse de que, de momento, todo está bien, si salir a correr para dejar de pensar en ello o si volver a hacer una videoconferencia con su novia María para tranquilizarse mutuamente. Este martes es probablemente el día –o uno de los, al menos– más importante de los últimos años para ambos, médicos a las puertas del MIR. Este martes se decide su futuro profesional, y también personal para los próximos cinco años. Este martes, un ordenador les adjudicará la plaza que van a ocupar ambos los próximos cinco años sin posibilidad de cambiarla. “Es un poco una lotería”, se lamenta.

Y hay mucho en juego, cuenta Óscar al otro lado del teléfono. Su voz denota cierto nerviosismo, aunque no pierde el buen humor. Tiene hasta las 17h para acabar de introducir su lista de preferencias (qué especialidad realizar y en qué centro sanitario de España) en la plataforma que ha habilitado el Ministerio de Sanidad para adjudicar las plazas. A partir de ahí, tres horas de puro nervio hasta que a las 20h el algoritmo empiece a adjudicar plazas por orden de nota del examen. Sin que ellos puedan hacer nada, el ordenador irá repartiendo las plazas que vayan quedando disponibles candidato a candidato, según su orden de preferencia previamente establecido y las vacantes. Un email de Sanidad resolverá la incógnita: o han cuadrado la elección y han tenido suerte y podrán hacer la residencia en el mismo municipio (o al menos cerca) o por la razón que sea (la simulación no era correcta, alguien cambió de opinión) les tocan cinco años de buscarse por España.

Óscar y María son dos entre los miles de sanitarios que han pasado un mes protestando contra el Ministerio de Sanidad por el cambio en el sistema de elección de plazas de formación sanitaria especializada (los famosos MIR, pero también otros perfiles hacen residencias, como enfermeras, biólogas, psicólogos, técnicos de rayos, farmacéuticas). Dos meses de protestas, de manifestaciones, de negociaciones con el ministerio que dirige Carolina Darias que se han saldado con alguna mejora parcial que se ha agradecido, pero sin conseguir el principal objetivo que se buscaba: volver al anterior modelo de elección.

El cambio de modelo

Hasta el año pasado, la adjudicación de plazas de formación sanitaria especializada venía haciéndose bajo un modelo de elección directa en tiempo real. Por orden, en función de la nota obtenida en el examen de acceso, los sanitarios eran convocados en la sede del ministerio e iban eligiendo plaza. El número 1 de la promoción escogía primero: especialidad y hospital (este año Daniel Gómez ha seleccionado Cardiología en el Clínico San Carlos de Madrid). En ese momento, esa plaza desaparecía y el siguiente en la lista tenía unos minutos para elegir su destino, con la información de las plazas disponibles en su poder. Así, uno a uno, iban repartiéndose las plazas. Lo importante de este sistema, insisten los candidatos, es que cada persona elegía activamente el destino con toda la información disponible.

Así funcionó hasta el año pasado, cuando por la pandemia Sanidad cambió el método para no tener que convocar a los candidatos en Madrid. Se diseñó un sistema telemático –que acabó tumbando el Tribunal Supremo a toro pasado– híbrido como solución de emergencia que se pensó sería un parche temporal. Pero no. Para sorpresa de los MIR, cuentan, el ministerio ahondó en el método para este curso y anunció que la elección sería totalmente automatizada. Cada candidato debería rellenar una lista con sus plazas favoritas, en orden de preferencia, y llegado el día un algoritmo las iría adjudicando automáticamente.

A los sanitarios no les cayó bien la decisión. No entendían, no entienden, que Sanidad dejara su destino profesional en manos de una especie de azar. Dirigido, pero azar. El ministerio recomendaba a los candidatos que rellenaran en su lista tantas entradas como su número de elección fuera, algo inasumible para algunos. “Yo soy el número 5.415”, explicaba Alejandro Cuéllar, quien se erigió en portavoz de la Plataforma FSE, que agrupó la lucha de los sanitarios. “Sanidad me recomienda que me haga una lista de al menos 5.416 opciones”, ilustraba la primera propuesta del ministerio. Defendían los candidatos que aunque cada persona elaborara una lista de preferencias era imposible prever qué plaza podía salirle a cada candidato –sobre todo a los números más altos– y que la decisión es demasiado importante como para dejarla en manos de un algoritmo, por no hablar de lo inasumible de realizar una lista de varias miles de entradas.

Los sanitarios lograron el apoyo unánime de las asociaciones profesionales de médicos y enfermeras, de los responsables formativos de los hospitales, de los decanos de las facultades de los grados sanitarios. Todo el sector defendía su reivindicación. Organizaron protestas en Madrid a las que acudieron candidatos de toda España, se reunieron con responsables de Sanidad, llegaron a realizar un amago de encierro en la sede del ministerio un día que estuvieron negociando 12 horas.

“Mucho diálogo, pero la respuesta luego es que no”

Sacaron alguna victoria parcial de aquella lucha, pero perdieron. Perdieron si se entiende como tal que no consiguieran su objetivo principal, que era volver a la elección personal en tiempo real. En paralelo, plantearon ante la Justicia una petición para que se suspendiera cautelarmente el proceso. La Audiencia Nacional le pasó la pelota al Tribunal Superior de Justicia de Madrid y entre uno y otro ambos se declararon incompetentes para hacerlo. Otra puerta cerrada.

Se acabó el margen, el algoritmo decidiría, aunque Sanidad sí ofreció algunas mejoras, como adjudicar las plazas en turnos de 400 personas cada día, de manera que los demás puedan ver qué plazas dejan de estar disponibles, acotar más con sus preferencias y limitar la lista a 400 entradas como máximo en el peor de los casos. “Se ha agradecido”, concede la enfermera Alicia, “yo no lo necesité, pero a mucha gente de los siguientes turnos sí les sirvió para ajustar sus listas”. En su caso –las enfermeras ya han pasado el proceso– la elección ha ido bien, aunque define el proceso y la espera con la palabra “ansiedad”.

A Cuéllar, el candidato erigido en portavoz que ha llevado la negociación junto a otros compañeros, se le ha quedado un deje amargo de todo el proceso. “La administración se le llena la boca al hablar de la joya del sistema de salud, no han sido capaces de controlar la mecha de los sanitarios, que están hartos”.

A los MIR les queda una sensación de desamparo y de haber sido utilizados durante el último año. “Después de un año de pandemia en el que todos los colectivos se han tenido que sacrificar en muchas situaciones, a los estudiantes de Medicina y Enfermería se les suplicó que dieran un paso al frente [para trabajar en hospitales]. En esa situación se empezó a dar aplausos a los sanitarios. Pero después sacan este sistema. Durante un mes estamos de manifestaciones, negociaciones... no conseguimos nada, hasta que en la segunda manifestación nos cuentan que cosas que eran imposibles ya sí lo son, como hacer los turnos de 400. Esta es la sensación que tenemos en la formación sanitaria especializada. Un descontrol y poca preocupación por el sistema nacional de salud”, resume Cuéllar.

Edurne también estuvo en las negociaciones con Sanidad. Resume su incursión en la negociación política como “frustrante”. “Ha habido muchas reuniones, mucho diálogo con el ministerio, pero estaban muy cerrados en banda. Muchas respuestas eran 'no' y ya. Desconocemos por qué este interés en un sistema por turnos. Se cerraron en eso. Ha sido como hablar con la pared, pero lo venden como algo fenomenal”, describe.

Sanidad siempre ha defendido que el acceso a la administración pública se hace mayoritariamente con este método de la adjudicación telemática y que los MIR eran más excepción que otra cosa. “El procedimiento de adjudicación electrónica de plaza es seguro y fiable”, defendía el ministerio, cumple la normativa y además el sistema es “trazable y transparente” en caso de reclamación, “más ágil, permitiendo la incorporación a la plaza adjudicada en plazos más cortos” y “más eficiente, ya que reduce desplazamientos innecesarios de los aspirantes a la sede del Ministerio de Sanidad”, lo cual es especialmente importante en pandemia para evitar contagios, según el ministerio. Luego concedió que dividir la adjudicación en turnos facilitaría el proceso a los candidatos, aunque el nuevo reparto genera paradojas como que pueda resultar mejor elegir el 401, el primero de tu día, que el 389, de los últimos del anterior y con mucho menos control sobre el destino final.

“Da mucho coraje”

Son pasadas las 17h y Óscar y María han cerrado sus listas. La suerte está echada. Su caso es especialmente delicado porque aspiran a hacer la residencia en el mismo municipio, o al menos razonablemente cerca. Han tenido suerte, hicieron un examen prácticamente clavado y eligen casi seguidos (ella tiene el número 463, él el 473) entre más de 10.000 candidatos. Y sin embargo ni siquiera eso les garantiza que el algoritmo les vaya a adjudicar las plazas que quieren.

“No te imaginas cómo estamos”, comenta Óscar. Ahora sí que se va a correr, la casa se le cae encima. “Ha sido un jaleo coordinarnos. María quiere hacer Dermatología, yo Oncología. Habíamos elegido Madrid, pero ahora [en el segundo día de reparto] solo quedan plazas de derma en el hospital de Fuenlabrada y el de Parla, esperamos que nadie las coja”, relata. Su plaza de Oncología parece más asegurada, según el simulador de elección que han hecho los propios candidatos para intentar hacerse una idea de a qué pueden aspirar y a qué no.

La de María está en el aire. Después de Parla y Fuenlabrada vienen Toledo y Guadalajara... y si no rumbo a su Málaga y relación a distancia. Y no hay nada que puedan hacer, solo intentar cuadrar sus preferencias “y a rezar”. “Da mucho coraje que después de haber currado tanto, hacer el MIR juntos, luego caer uno al lado del otro [en las listas] y después de tanto esfuerzo todo queda pendiente de una lotería y tenemos que contar con la suerte, además del trabajo hecho, para que nos caiga una opción con la que estemos satisfechos. Si la elección fuera presencial y yo viera que ella tiene que coger Sevilla, por ejemplo, podría elegir Sevilla también yo”, lamenta Óscar. “Tienes un número de elección muy bueno, pero con esta incertidumbre parece que te ha salido todo mal”.

Dan las 19.55 y en la carpeta de entrada de Óscar entra el email del ministerio que les comunica qué plaza le ha sido asignada. Su primera opción. Con esa ya contaban, la agonía se alarga aún un par de minutos hasta que entra el de María. Éxito, le ha caído Madrid también. En su caso, finalmente la historia tiene final feliz. La mejora de Sanidad agrupando a los candidatos en grupos de 400 ha permitido atinar mucho más la elección a los candidatos. En cualquier caso, las primeras elecciones parecen más sencillas porque hay más oferta. Miles de personas seguirán pendientes del proceso los próximos días. El balance final, incluido el temor de los candidatos a que se rechacen muchas plazas porque solo se pusieran por rellenar las listas –que se perderían–, queda para más adelante.

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