ENTREVISTA Albert Planes - Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria

“No podemos estar toda la vida testando a todo el mundo por mocos o décimas”

La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc) ha sido la primera organización médica de prestigio en plantear recuperar “la vieja normalidad”, pasar de pantalla y empezar a tratar la Covid-19 como una gripe, incluso poniendo fin a las mascarillas y a los aislamientos. El posicionamiento ha quedado por escrito en un editorial publicado hace una semana en la revista de la organización (AMF) que se ha hecho viral y ha dividido a los profesionales por la oportunidad del momento, en pleno ascenso de la sexta ola y aún con muchas incertidumbres sobre el futuro del virus.

Albert Planes, médico de familia, es el director del comité de redacción la publicación y atiende a elDiario.es por teléfono días después del anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de transitar hacia un nuevo sistema de vigilar el coronavirus. Planes asegura que no esperaban una repercusión tan grande, responde que el editorial nunca quiso “banalizar” la pandemia y admite que hubo un debate previo a la publicación sobre si la postura podía retorcerse para alimentar teorías negacionistas.

¿Por qué plantear y publicar esta tesis ahora?  

El planteamiento editorial lo teníamos pensado desde hace tiempo, lo elaboramos la semana pasada. Sobre la oportunidad del momento, uno nunca sabe si ha acertado. Para los medios parece que sí y, socialmente, también. No esperábamos que tuviera la difusión que está teniendo, sino algo más interno, entre médicos de familia y profesionales. 

Pero el país está en pleno ascenso de hospitalizaciones y aún hay dudas sobre cuál será el impacto de esta fórmula de gestión.

Estamos en una ola con el número más alto de personas contagiadas pero también, con los datos en la mano, la más leve en gravedad. No vamos a banalizar en absoluto. Los hospitales están sufriendo presión porque si hay muchos casos, aunque haya pocos graves, en números absolutos terminan siendo más. Pero nuestros propios compañeros nos dicen que la mayoría de los ingresados son delta y ya llevamos días. Pensamos que va a ir en la línea de los británicos, aunque siempre vigilancia y prudencia.

Por otro lado, la Atención Primaria está colapsada desde hace muchas semanas. Es un no vivir para atender a un montón de personas que están asintomáticas o tienen cuadro clínico asemejable a resfriado y en otras ocasiones no habrían acudido al médico. Eso da mucho trabajo y quita la posibilidad de ver bien a los Covid que están en riesgo de empeorar y a personas con otras patologías.

Si se hubiera reforzado mejor la Atención Primaria, ¿defenderían la misma tesis o es una consecuencia directa de la falta de recursos en este nivel asistencial? 

Que no tenemos manos es un factor más a tener en cuenta. Nosotros seguiremos reclamando más recursos para la Atención Primaria porque es bueno para la población y para los compañeros del hospital. Pero seamos razonables, ¿podría estar tan reforzada para atender a todo lo que tenemos ahora en plena ola? Como planificador no puedo tener siempre tres veces más UCI por si viene una pandemia, eso no es sostenible, por poner un ejemplo.

Hay una parte de autocuidado: quien tenga mocos o febrícula no debe ir al médico, debe quedarse en casa. Más recursos nos ayudarían a no pasarlo tan mal, por supuesto, pero hay cosas que tenemos que dejar de hacer. No podemos estar toda la vida testando a todo el mundo porque tenga mocos o décimas de fiebre. Tendremos que volver atrás en eso porque no es sano. No todo lo vamos a resolver con test, aunque reconozco que ha sido útil en otros momentos.

¿Se trataría pues de enfocarse en el tratamiento más que en la propagación?

Hemos visto que nuestra capacidad de parar el virus es relativamente pequeña, quizá la estrategia mejor es no preocuparnos tanto de la propagación. Mientras estamos entretenidos en pararlo, no podemos atender a las personas que más lo necesitan. Lo que planteamos es esto: dediquémonos a las personas que tienen riesgo de empeorar, porque los demás sufren un proceso leve. No estamos mirando atrás, ni banalizamos lo que ocurre, la pandemia ha sido grave, pero también tenemos que ser sinceros y decirnos que nos hemos mantenido en el margen de mortalidad esperada aunque en la parte alta. 

Hemos visto que nuestra capacidad de parar el virus es relativamente pequeña, quizá la estrategia mejor es no preocuparnos tanto de la propagación

¿Comparten, entonces, la idea del Gobierno de empezar a planificar un sistema de vigilancia más parecido al de la gripe?

Coincidimos en que eso debe planificarse ya para hacerlo bien. En este momento pensamos que no tiene sentido hacer test a todo el mundo. Podemos poner de ejemplo la gripe en la que nos guiamos por la clínica y los centros centinela hacen una extrapolación. Los cambios no se pueden hacer de hoy para mañana y por eso hemos planteado propuestas para el debate. Esto no quiere decir que minimicemos la epidemia, no es una simple gripe, habrá que establecer un sistema epidemiológico de control porque no sabemos con seguridad qué ocurrirá.

Pero en el editorial dan un paso más y hablan de volver a ya a la “vieja normalidad” retirando mascarillas y aislamientos.

Creemos que la mascarilla al aire libre se podría retirar inmediatamente. No hay estudios serios que nos digan cuál es su eficacia.

¿Y en interiores?

Intentamos plantear ideas para ponernos a pensar y siempre desde la filosofía de la planificación. Lo primero será retirar en exteriores, y en interiores, por prevención, esperar un poco más, un mes a lo mejor. Creemos que hay que caminar hacia eliminarla en los interiores. ¿En cuánto tiempo? No lo sabemos.

La mascarilla en exteriores se podría retirar inmediatamente y hay que caminar hacia eliminarla en interiores

El fin de los aislamientos es otra decisión que piden acelerar.

Si no tenemos capacidad de detectar para aislar a los positivos y que dejen de contagiar, de ver a sus contactos y empezamos a dejar de hacer test, el aislamiento decaerá por sí mismo. Igual hay que actuar distinto en las residencias, por ejemplo. Por otra parte, con una variante tan infecciosa a veces el confinamiento sirve de poco porque el contagio ya se ha producido cuando te quieres dar cuenta.

Todas las sociedades médicas de Atención Primaria están de acuerdo en que este nivel de demanda es inasumible para los centros de salud, pero colegas suyos y epidemiólogos piensan que están dando pasos muy rápidos hacia adelante, que pecan de optimismo o de deseo. 

Tener un horizonte y deseo de esperanza es bueno. El editorial no se basa solo en ese deseo, que existe y tenemos todos, sino en los datos epidemiológicos. Vamos viendo cómo se comporta ómicron con informes de otros países (Reino Unido o Sudáfrica) y del Instituto de Salud Carlos III. La posición contraria de otros compañeros se basa en que no tenemos ninguna seguridad. Es cierto, pero nunca la vamos a tener. La seguridad de ahora no será mucho mejor porque una vez baje esta ola no sabremos si habrá una séptima. Pensamos que estamos llegando a un punto en el que podemos empezar a permitirnos abrir el debate. Tiene la pinta de que el virus se va a quedar, y eso se llama endemia. Nos va a dar la lata como la gripe en invierno o bien en olas. No lo sabemos.

La OMS, sin embargo, piensa que es pronto para eso porque significa que circula a niveles predecibles y ese es un punto al que no se ha llegado. 

Si lo dice la OMS, le haremos caso, claro. Acostumbra a ser prudente. El editorial no dice en ningún momento que bajemos la guardia, sino una forma diferente de enfrentarnos al problema. No decimos no hacer nada ni olvidarnos. Estamos en pandemia. Es una discusión casi semántica. La pandemia terminará cuando alguien lo decida. El virus circula en niveles impresionantes, lo sabemos porque estamos testando a muchas personas. Por cada 1.000 positivos, ocho irán al hospital, cuatro irán por Covid y otros con Covid porque están frágiles. Solo uno irá a UCI gracias a la vacuna. Esos 1.000 en la gripe no los conocemos porque nunca los hemos testeado. 

¿Temen que su posicionamiento en este momento pueda alimentar a negacionistas del virus? 

Es un peligro real del editorial. Cuando lo sacamos, lo evaluamos y en alguna parte se ha confirmado. Hay gente que lo interpreta mal, pero nada más lejos de nuestra intención. No somos en absoluto negacionistas, el problema ha sido muy grave y la vacuna ha sido muy eficaz, mucho más de lo que pensábamos para evitar enfermedad grave. Seguimos defendiendo que la gente se inmunice. Pero el enfrentamiento político con la pandemia también ha sacado alguna frase de contexto. Por ejemplo, para apoyar que estuvo bien mantener todo abierto.

El enfrentamiento político con la pandemia también ha sacado alguna frase de contexto. Por ejemplo, para apoyar que estuvo bien mantener todo abierto

¿Hacen autocrítica?

Estamos espantados con la repercusión, no descontentos. Nuestro fin era dar un golpe en la mesa para replantear la situación. Hay cosas del editorial que son discutibles, otras que uno las haría hoy mismo y otras en un mes. Si hemos contribuido a que se discuta, bien. Cuando todo el mundo dice A, salir a decir B cuesta un poco. Y te puedes equivocar porque vas a contracorriente. Creemos que ha sido útil, hasta ahora no ha habido efectos secundarios importantes.