¿La IA viene a revolucionar el futuro? Más bien “ya estamos en una revolución”, sostiene Beatriz Arias, directora de Transformación Digital de DigitalES, Asociación Española para la Digitalización. Arias es una de las ponentes de la primera mesa de la Jornada de Inteligencia Artificial que organiza elDiario.es, que lleva el título de 'La IA en España: el camino hacia el liderazgo tecnológico' y ha estado precedida por una charla con la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial.
En la primera mesa de la jornada, las ponentes han hecho especial hincapié en “el factor humano” que no se debe perder de vista a la hora de implementar y desarrollar programas de Inteligencia Artificial. “No hay que perder la capacidad de supervisión humana de los sistemas”, ha afirmado Aleida Alcaide, directora general de Inteligencia Artificial del Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública. “Que la IA sea un acompañamiento, un 'copilot', pero que seamos nosotros los que tomemos decisiones”, ha pedido Alcaide también desde las administraciones públicas, al tiempo que ha reconocido que le “preocupa que los niños confíen plenamente en la IA” sin más filtros, cuando lo importante es que entiendan que “la IA es una máquina, y ellos no pueden perder en ningún momento el control”.
Beatriz Arias ha pedido, asimismo, “no perder de vista la visión humanista” en la IA y ha recordado la “importancia de alimentar esos modelos con datos que no estén sesgados”. “La IA es como una caja: según la calidad de lo que le metas, así sale”, ha resumido Arias, poniendo el foco en un área tan sensible como el mercado laboral, y lo fundamental de “no dejar a colectivos vulnerables fuera”. La directora de Transformación Digital de DigitalES ha incidido en que, a la hora de utilizar una IA, cabría preguntarse “¿para qué me va a servir, qué problema quiero abordar?” y, sobre todo: “¿Gestiono el talento para la repetición o para la creatividad?”. Arias ha defendido que “la IA sustituye tareas, no personas”, por ello no habría que dejar la innovación fuera de la ecuación.
Por su parte, Ekaitz Barrenetxea, director de Inteligencia del Cliente en Securitas Direct, ha sacado pecho de la experiencia de 30 años que tienen en su compañía en este sector, y ha hablado de otras dos patas imprescindibles en su caso: la tecnología y las personas. Afirma que la IA les sirve, en su caso, para transcribir, segmentar, hiperpersonalizar las consultas que les llegan.
Adrián Bertol, director de Estrategia IA y Dato en MasOrange, ha pedido también “que haya inversión” por parte de las instituciones educativas en los nuevos perfiles centrados en la IA que requieren las empresas. “La demanda de profesionales en este sector es impresionante”, ha asegurado Bertol, al tiempo que lo ha calificado de una muy buena oportunidad laboral.
“Formación, formación y formación”
En la segunda mesa de la jornada, con el título ‘Aprender con IA: la revolución en las nuevas profesiones’, los ponentes no han dejado de repetir la importancia de la “formación, formación y formación” para mantenerse al día con la IA. La velocidad del cambio en este sector es tal que la “cultura de la formación continua” debe imponerse, ha asegurado Carla Redondo, directora general de Ordenación de los Servicios de Digitalización y de Comunicación Audiovisual del Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública. Redondo ha apelado no solo a las profesiones STEM, sino también a las del ámbito jurídico y de letras, pues la IA no debe perder el punto de vista ético y humanista, así como adaptarse a las nuevas normativas.
Pilar Bernat, profesora especializada en Tecnologías de la Información, Telecomunicaciones e Inteligencia Artificial, cuenta que anima a sus alumnos a ser “autodidactas” partiendo de una “comprensión desde la base”, a que tengan “capacidad para la evolución natural de su conocimiento para adaptarse a las nuevas tecnologías que vengan”. También ella ha destacado la importancia de una “formación en humanidades”, “básica” para entender el mundo.
Tanto Álvaro Uriarte, vicepresidente de electrónica de consumo en Samsung Electronics Iberia, como Helena López-Casares, doctora en Neurociencia Cognitiva Organizacional y directora del departamento de Economía, Negocios y Relaciones Internacionales de la Universidad Europea, han tratado también la necesidad de incluir el “pensamiento crítico” y el humanismo al abordar la IA y las profesiones relacionadas.
“La IA no está para sustituir al ser humano, sino para asistir”, ha defendido Uriarte, que ha hablado de desarrollar “habilidades híbridas, técnicas y humanistas” ante la IA. “Para los de letras también la IA abre una gran oportunidad”, ha dicho Uriarte, que ha citado, entre otros ejemplos, el caso de las auditorías éticas de algoritmos, además de pedir “un plan estructural de formación” en inteligencia artificial para que no dependa “de la curiosidad y la iniciativa de cada uno”.
Por su parte, Helena López-Casares ha recalcado la funcionalidad de la IA como método para procesar datos “de forma más eficiente y menos tediosa”, de modo que “reste el mecanicismo, la automatización” y sirva para que desarrollemos las tareas que implican creatividad, que es “lo que nos expande el cerebro”. También ella está convencida de que las formaciones ‘clásicas’ –ya sea en Historia, Filosofía o Antropología– “no mueren” con la IA; solo hay que “darles la vuelta” a esas profesiones.
Que ante un problema haya un humano al otro lado: la máquina no tiene empatía
La cuarta mesa de la jornada ha estado dedicada a analizar cómo cambiará la IA la vida en las ciudades. En ella, los cuatro ponentes han coincidido en señalar que el trato humano –la “empatía”, la “sensibilidad”, la “creatividad”– no hay máquina que pueda sustituirlo.
Jesús Herrero, director general de Red.es del Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública, ha recalcado que, para él, cuando se habla de “personalizar la última milla” debería ser “que te llame el repartidor de Correos para decir que tarda 15 minutos más porque está en un atasco”, por ejemplo. Esto es: que al otro lado, al final del día, haya siempre una persona, un ser humano real, con quien poder interactuar para resolver alguna incidencia. Si eso no pasase en el futuro, ha dicho, sería “un absoluto fracaso”. “La tecnología nos permite automatizar procesos, agilizar, liberarnos de tareas repetitivas para dedicarnos a cosas más particulares”; pero “en la interacción entre dos personas, hay empatía”, ha resumido.
También Idoia Salazar, fundadora y presidenta del Observatorio del Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial (OdiseIA), está convencida de que debería continuar la atención presencial en las ciudades del futuro. “Menos mal que ya pasó la moda del Metaverso”, ha bromeado Salazar, que ha citado el caso de algunos países y empresas que probaron a ‘robotizar’ todos sus servicios y descubrieron que las máquinas, por sí solas, no llegan tan lejos como la atención personal. “No se trata de mudarnos a uno u otro lado, sino de utilizar ambas herramientas para mejorar la vida”, ha defendido, para acabar con una frase que da que pensar: “No porque tecnológicamente sea posible debemos hacerlo; es importante que humanamente pensemos hacia dónde dirigir la tecnología”.
El ejemplo de Correos es claro. Chabe Alcantarilla, directora de Tecnología y Transformación Digital de Correos, ha explicado que, por la “capilaridad” del servicio postal y por su cercanía y presencialidad, son capaces de romper la brecha que se da muchas veces entre generaciones o colectivos que no pueden seguir el ritmo imparable de las tecnologías. Y ha pedido que no se pierda de vista esto; de lo contrario, “nos estamos distanciando de la gente que no entiende lo que es la IA”.
El “éxito” para Carlos Martínez Miguel, director global de Soluciones y Servicios de IA y Datos en Telefónica Tech, es “conseguir que la IA nos libere de tareas rutinarias, que podamos reducir la jornada laboral y dedicarnos a cosas más humanas”. “La IA no es creativa, no tiene sensibilidad”, ha dicho. El objetivo de sus avances debería ir encaminado a lograr una “mayor y mejor distribución de la riqueza y el tiempo”.