Musk ya no quiere Twitter, pero ahora la red social intentará forzarle a comprarla

No hay nada en la compra de Twitter por 44.000 millones de dólares por parte de Elon Musk que tenga precedentes en una operación de tal calibre. Todo el proceso está marcado por la volátil forma de actuar del empresario más rico del planeta. El último giro de los acontecimientos no ha sido menos novelesco: Musk ha cancelado su oferta por la red social y quiere olvidarse de ella, pero ahora es Twitter quien quiere obligarle a que la compre.

La compañía y el multimillonario firmaron un acuerdo de compra definitivo el 25 de mayo. El trato llegó después de que Musk se convirtiera en máximo accionista por sorpresa (con el 10% de las participaciones), de que rechazara unirse al consejo de administración el mismo día en el que se le iba a nombrar y de que sus planes pasaran a ser hacerse con el 100% de la red social y sacarla de bolsa tras realizar varias encuestas entre sus seguidores.

La rúbrica del trato iba a ser, teóricamente, el último paso del proceso. A falta de completar los trámites burocráticos bursátiles, Twitter pasaría a ser propiedad de Elon Musk en unos meses. Pero la tranquilidad apenas duró dos semanas. Con un tuit muy medido que pareció redactado por sus abogados, el empresario inició una campaña de duda sobre los perfiles falsos que hay en la red social que ha ido aumentando de intensidad con el paso de las semanas.

Musk acusa a Twitter de estar plagado de bots y no compartir con él los datos sobre cómo calcula su peso en la cifra total de usuarios de la plataforma. La cuestión no es clave en el negocio, puesto que los bots no ven anuncios: si Twitter tiene más cuentas falsas de las que reconoce (dice que como máximo son un 5% de sus 400 millones de usuarios), el valor de la compañía podría estar hinchado.

Así lo expresan sus abogados en la notificación que han enviado al regulador bursátil estadounidense para comunicar la cancelación del acuerdo de compra. “El señor Musk ha solicitado los datos y la información necesarios para hacer una evaluación independiente de la prevalencia de las cuentas falsas o de spam en la plataforma”, alegan: “Esta información es fundamental para el negocio y el rendimiento financiero de Twitter”.

“Twitter no ha proporcionado esta información o se ha negado a hacerlo. A veces Twitter ha ignorado las solicitudes del señor Musk, a veces las ha rechazado por razones que parecen no estar justificadas, y a veces ha afirmado cumplir mientras daba al señor Musk información incompleta o inutilizable”, denuncia el equipo jurídico del magnate.

¿Atado por la firma?

El problema de Musk es que se ha comprometido en un contrato a pagar 44.000 millones de dólares por Twitter. Según han expresado la mayoría de analistas, el asunto de los bots no habilita al multimillonario a romper el acuerdo, ya que debería haberse asegurado de que el negocio de la red social estaba en orden antes de sentarse con sus propietarios y firmar.

Así lo expresa Matt Levine, uno de los más reputados analistas financieros de Wall Street: “Después de firmar el acuerdo no importa si crees que no tienes suficiente información para evaluar sus perspectivas como negocio. ¡Has aceptado comprar!”. El pacto tenía una cláusula de rotura unilateral que obligaba a las partes a abonar 1.000 millones de dólares a la otra para hacerla efectiva.

Twitter ha anunciado que acudirá a los tribunales para que Musk respete lo que ha firmado. “Estamos comprometidos a cerrar la transacción en el precio y los términos acordados con el señor Musk y planeamos emprender acciones legales para hacer cumplir el acuerdo”, ha expresado el presidente de la red social. Esta piensa denunciar al multimillonario ante un tribunal de Delaware, el territorio estadounidense con más empresas registradas que ciudadanos gracias a su ventajosa tributación fiscal, donde está oficialmente afincada Twitter.

La red social habría contratado al bufete de abogados Wachtell, Lipton, Rosen & Katz, con amplia experiencia en litigios empresariales, lo que se ha interpretado por los analistas como una señal de que Twitter va a ir a por todas en su objetivo para que Musk termine comprándola.

Si quiere que ese tribunal le dé la razón, Musk deberá demostrar que el agujero entre cuentas reales y cuentas falsas en Twitter es mucho mayor que lo que la empresa reconoce. O lo que es lo mismo, que esta ha engañado a sus accionistas y a los anunciantes durante años, pero que el único que se ha dado cuenta es él. Existen muchas dudas de que pueda demostrarlo, ya que la única prueba que ha ofrecido hasta el momento de que la cifra de bots es mayor del 5% es su valoración personal. Su carta al regulador estadounidense no aporta ninguna.

Los precedentes tampoco son halagüeños para el multimillonario. Como destaca Bloomberg, los tribunales de Delaware solo han tumbado un acuerdo en toda la historia por la falta de información “fundamental y permanente” a la que ahora alude Musk para eludir la compra de Twitter.

Algo ha cambiado, pero no son los bots

Los problemas de Twitter con los perfiles falsos y la manipulación de la conversación han sido documentados durante años, por este y otros medios de comunicación. Ya estaban ahí cuando Musk se convirtió en máximo accionista y cuando estampó su firma para comprar toda la red social. De hecho, “solucionar el problema de los bots” fue uno de los motivos que él puso sobre la mesa para hacerlo.

Lo que ha cambiado desde que se cerró el acuerdo de compra hasta ahora es el contexto económico. Todo el sector tecnológico ha caído, pero los problemas se han dejado sentir especialmente entre las redes sociales. Meta (matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp) se ha depreciado un 20% desde abril; Snapchat, un 57%; y la propia Twitter, casi un 40%. Tesla, con cuyas acciones Musk quería financiar la operación, se ha depreciado más de un 30%.

En resumen: Musk es menos rico que cuando se comprometió a comprar Twitter y Twitter vale menos dinero que lo que Musk se comprometió a pagar por ella.

El empresario también ha dado muestras con sus actuaciones de que el panorama ha cambiado y toca modificar la estrategia. Así se lo ha hecho saber a sus altos ejecutivos de Tesla, a los que ha pedido recortes en la plantilla y pausar todas las contrataciones. Lo basa en un “súper mal presentimiento” con la economía.

Si Twitter lleva adelante su anuncio de denunciar a Musk por anular unilateralmente el acuerdo de compra, el aspecto económico puede ser también uno de los más importantes. La batalla legal contra la principal fortuna del planeta (unos 240.000 millones de dólares, según Forbes) podría durar años en un período en el que la red social sufra también las consecuencias del portazo de Musk.