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Sin consenso frente a la COVID-19 pierden los más vulnerables

Fotografía del informe de Save The Children sobre pobreza infantil en España.

Sara Giménez

Diputada de Ciudadanos en el Congreso —

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El momento actual de desconfinamiento nos está dejando algunas imágenes muy esperadas, como las de millones de españoles que nos reencontramos con familiares, o la reapertura de muchos comercios, y con ellos, el aliento para tantas familias. Sin embargo, hay otras imágenes que, una vez pasado el pico de fallecimientos, siguen golpeando con dureza en esta fase de la crisis. Me refiero a las grandes colas de personas en todo nuestro país pidiendo ayuda alimentaria. Me refiero a las numerosas llamadas que he recibido para decirme “las ayudas no nos llegan” y “qué hacemos para garantizar el alimento de nuestros hijos”. Personas que nunca se habían visto en una situación de este tipo porque disponían de unos ingresos y medios de subsistencia para salir adelante, y también muchas familias en situación vulnerable que han visto empeorada su condición.

La situación actual nos demuestra por un lado que nuestro sistema de ayudas, el que teníamos pero también el que se ha establecido para responder al impacto social de la pandemia de COVID-19, es insuficiente: hay personas que siguen quedándose atrás. Todo ello incluso a pesar de las numerosas iniciativas solidarias que de manera desinteresada dan respuesta a las necesidades más básicas de estas personas y que nos hacen grandes como sociedad.

Esta pandemia ha visibilizado determinadas debilidades en nuestro Estado del bienestar: las fragilidades del sistema de atención a nuestros mayores, las dificultades de accesibilidad a la información y recursos que todavía tienen las personas discapacitadas, la difícil situación en la que se encuentra el pueblo gitano, la necesidad de un abordaje de la infravivienda y el sinhogarismo, la desigualdad que afecta a la infancia y cómo influye en la brecha digital educativa, la necesidad de proteger con la mayor fuerza posible a las mujeres víctimas de violencia machista y a los menores víctimas de violencia, la precariedad laboral en la que se encontraban muchas familias y las grandes dificultades que éstas tienen para llegar a fin de mes, la desprotección a la que se enfrentan determinados sectores laborales (empleadas del hogar, vendedores ambulantes, feriantes, autónomos, etc.) o cómo los cuidados, todavía hoy, siguen siendo soportados principalmente por las mujeres, entre otras.

En estos momentos de reconstrucción social, es vital dejar las ideologías a un lado. Y, aunque la semana pasada asistí a un episodio bochornoso protagonizado por el vicepresidente del Gobierno, quien eligió utilizar una comisión que debe consensuar una respuesta a las carencias anteriormente señaladas como un foro en el que exhibir consignas políticas, yo no me doy por vencida. Desde un punto de vista político, tenemos que ser capaces de dar la talla ante los ciudadanos, promover la búsqueda de soluciones para que nadie se quede atrás en esta recuperación. Desde Ciudadanos queremos aportar utilidad con nuestras iniciativas y propuestas. Es esencial tener los pies en la tierra y conocer las demandas que nos han estado realizando desde los diferentes ámbitos de la sociedad civil y articular soluciones eficaces.

Tenemos que ser conscientes de que no podremos superar esta crisis sanitaria hasta que seamos capaces de aprender de lo sucedido y tomar nota de las medidas adoptadas, de los aciertos pero, sobre todo, los fallos y los errores, para estar preparados ante futuras amenazas similares. Debemos garantizar el cuidado efectivo de nuestros mayores ante cualquier posible rebrote, ser conscientes que las residencias son hogares no centros medicalizados. Ante cualquier mínima sospecha, tenemos que ser capaces de tomar las medidas de aislamiento, asistencia y protección adecuadas para aquellos que viven en residencias y también para aquellos que viven en sus propios hogares, especialmente en el caso de las personas mayores que están en situación de soledad crónica indeseada. Ello nos va a hacer replantear nuestro actual sistema de cuidados.

Por otro lado, tenemos que ser conscientes de la desigualdad y la pobreza existentes, y que es vital que nadie se quede atrás. Las brechas de desigualdad en nuestro país son evidentes y afectan especialmente a determinados grupos de población vulnerables. Son ellos los más afectados cuando el paro o la precariedad crecen, por eso debemos articular un itinerario de acciones concretas dirigidas a mejorar la formación y la empleabilidad como medidas para promover la salida de la pobreza. En esta materia, los sistemas de prestaciones que solo tienen mirada asistencialista no garantizan la promoción de sus beneficiarios y, por ello, debe articularse un mejor sistema para que el mayor número de personas posible, principalmente los jóvenes, puedan dar el salto formativo y laboral, que es lo que realmente va a cambiar la vida de las personas. Por lo tanto, es vital que las prestaciones incentiven la inserción laboral y que se diseñe un sistema serio y coordinado con las CCAA, para no generar más desigualdades, en el que el tercer sector debe jugar un papel fundamental.

Hay que abordar también la protección de la infancia. Ningún niño debe quedarse atrás en garantía alimentaria ni en acceso educativo. Asimismo, debemos proteger a los menores frente a la violencia, siendo vital que la Ley de violencia contra la infancia vea la luz y pueda ser tramitada por el Congreso cuanto antes.

Tenemos que tener una visión global de la situación a la que se enfrentan las familias y dar una respuesta que garantice la igualdad de oportunidades. La respuesta a esta crisis tiene dos grandes enemigos, el primero es la falta de previsión y el seguir llegando tarde a las grandes reformas, pero es todavía peor el segundo: el sectarismo político. En temas como éstos, que nos afectan a todos como sociedad, no debería existir discordia política, sino, simplemente, voluntad política para ofrecer soluciones. Eso es lo que desde Ciudadanos entendemos como ‘Política Útil’, ser capaces de entender que una pandemia global no es una campaña electoral y sí una oportunidad para aparcar diferencias y, si dedicamos las comisiones y grupo de trabajo a otra cosa que no sea el reproche, afrontar retos pendientes en materia de desigualdad. No perdamos más tiempo.

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