Almería, la provincia perfecta para recorrer en coche en una escapada invernal
En la esquina sureste peninsular se angula una provincia tan variable geográficamente como Almería, donde lo mismo te encuentras con el Parque Natural del Cabo de Gata y sus calas, que con el desierto de Tabernas; o con pueblos blancos con historia y cuevas prehistóricas o únicas como la Geoda de Pulpí, recientemente abierta al público. Además, dado su clima privilegiado, es perfecta para una escapada en coche durante todo el año.
Nosotros te proponemos un itinerario que comienza en la capital, Almería, y recorre Sorbas, Vera, Vélez-Rubio, Vélez Blanco, Huércal - Overa, Macael, Serón, el desierto de Tabernas, Roquetas de Mar, Adra, El Ejido y Almerimar.
Comenzados la ruta por Almería capital, cuyo principal atractivo es, sin lugar a dudas, la Alcazaba, la fortaleza andalusí de más de un milenio de antigüedad, que vigilaba desde lo alto del Cerro de San Cristóbal las sierras de Gádor y de Alhamilla. Bien de Interés Cultural (BIC), el conjunto arquitectónico acoge un castillo y varias torres de la época bajomedieval cristiana, cuyo mayor exponente es la Catedral de la Encarnación, la única con naturaleza de fortaleza levantada en la España del siglo XVI.
Más laicos son el Cable Inglés, un cargadero de mineral del puerto; los Aljibes Árabes de Jairán, del siglo XI; la Faluca Almariya, una réplica de un barco hispano-musulmán; y el refugio antiaéreo de la Guerra Civil recuperado por el Ayuntamiento. A la hora de comer, disfruta de la elección de la tapa gratis entre una amplia variedad de sus pizarras por los bares de la plaza Vieja, el barrio popular de La Chanca y el Parque Nicolás Salmerón.
Sorbas, un pueblo muy pintoresco
A unos 60 kilómetros de Almería en coche por la A-7, se asienta el pintoresco y fotogénico pueblo de Sorbas, fundado por los árabes en el siglo XI, también llamado popularmente “Cuenca chica”, porque sus casas cuelgan sobre el barranco 'Afa'. Te deleitarás con las distintas perspectivas de la villa y sus alrededores desde miradores como el del Porche, el del Castillo, el del Calvario y el de la Torreta. Aprovecha mientras callejeas por su casco histórico y el barrio de las Alfarerías para comprar algún souvenir de cerámica, antes de recargar pilas probando recetas locales como ajoblanco, potaje de verduras, gurullos con conejo, migas y gachas.
El Centro de Visitantes “Los Yesares” es parada obligada previa al Paraje Natural “Karst en Yesos de Sorbas”, una de las joyas geológicas del planeta conformada por cuevas, cañones, dolinas, geodas y otras formaciones kársticas excavadas en el yeso por la erosión de la lluvia a lo largo de seis millones de años.
A 40 kilómetros se sitúa Vera, el pueblo nudista por excelencia de España, con sus playas inmensas de Puerto Rey, Las Marinas y el Playazo, sus casas blancas y floreadas, sus ermitas de la Virgen de las Angustias y la de las Huertas, San Ramón, el Espíritu Santo… La Plaza Mayor del casco antiguo alberga la iglesia Fortaleza de Nuestra Señora de la Encarnación, el Ayuntamiento y el Museo Etnográfico de Vera. Y desde el Mirador, coronado por una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, se contemplan unas fantásticas panorámicas del valle y de la costa del mar de Alborán.
Continuamos la ruta a 6 kilómetros de Vera, donde se alza el pueblo de Cuevas del Almanzora, cuyas minas históricas han permitido acumular un rico patrimonio monumental como sus bellos edificios, iglesias como la de Nuestra Señora de la Encarnación o la de San Sebastián, y el Castillo del Marqués de los Vélez
La geoda más grande de Europa y la segunda del mundo
Cogemos de nuevo el coche para llegar a las Cuevas de Calguerín, unas 300 cuevas que fueron refugio y vivienda durante la época medieval… y aún hoy en día.
Pero nada que ver con la Geoda de Pulpí, también llamada la Geoda de Pilar de Jaravía, a 25 km. La geoda más grande de Europa y la segunda del mundo, y la única visitable desde este año, a pesar de que se descubrió en 1999. Imagina la cara que pusieron sus descubridores al ver aquella cavidad rocosa recubierta con hermosos cristales de yeso, algunos de casi dos metros.
Atravesando las agrestes montañas y bosques de pinares y encinas del Parque Natural Sierra María-Los Vélez, se llega a Vélez-Rubio, encumbrado en una colina y con un casco antiguo de estilos arquitectónicos de los siglos XVIII y XIX. Es Bien de Interés Cultural por edificaciones como la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, la de Nuestra Señora del Carmen y diversas mansiones señoriales y viviendas modernistas. En sus restaurantes podrás probar ajo colorao, un cocido con bolas de maíz y longaniza y los gurullos, guisos con masas de harina con perdiz o conejo.
La siguiente visita es la Cueva de los Letreros, un complejo de grutas con valioso arte rupestre levantino de hace unos 5.000 años y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, entre otras maravillas, por el Indalo, ese hombrecillo que verás por todas partes con el arcoíris entre sus manos.
El otro pueblo de los Vélez es Vélez Blanco, con su Enclave Monumental del Castillo de Vélez-Blanco o de Los Fajardo, con su fortaleza y un palacio presidido por una torre del homenaje construidos en el siglo XVI en estilo renacentista con elementos del gótico tardío y del mudéjar. No te puedes perder la Iglesia de Santiago y el Convento de San Luis.
Huércal-Overa, Macael y Serón
En Huércal-Overa te sorprenderán las fértiles huertas que colorean un entorno eminentemente semidesértico de áridos cerros y sus tres Bienes de Interés Cultural: el Castillo de Huércal-Overa, la Parroquia de la Nuestra Señora de la Asunción y el Castillo de Santa Bárbara, una atalaya defensiva levantada en el siglo XIII por el Reino Nazarí.
Atravesar el valle del Almanzora te abocará a Macael en un trayecto memorable paralelo al Río Almanzora que llena el lienzo con almendros en flor, naranjos y huertas en brutal contraste con el mármol de la sierra blanca de los Filabres, que preside el valle y justifica que a Macael la denominen la “capital del Oro Blanco”. Ese mármol blanco está solo en cada rincón de la ciudad, por ejemplo, en el Mortero más grande del mundo, una pieza de 50.000 kilos.
A Serón has de ir, aunque sea para comer jamón, si bien tienes que ver el castillo nazarí del siglo XIII y la Parroquia de Nuestra Señora de la Anunciación, antes de seguir para el poblado minero de Las Menas y hacia el Observatorio de Calar Alto, alto porque se erige a 2.168 metros de altura, el observatorio astronómico más grande de toda Europa. Desde ahí, atraviesas el alucinante desierto de Tabernas, única región desértica del continente europeo, casi África, que da el pego como el western de las películas por sus cactus, rocas rojizas y formaciones estrambóticas.
Roquetas de Mar, Adra, El Ejido y Almerimar, las últimas paradas
Te chocará pasar directamente a la Reserva Natural de Punta Entinas-Sabinar, un paisaje de dunas, playas y lagunas de gran belleza entre las cuales aparece, de repente, Roquetas de Mar, que no por ser más turístico carece de playas salvajes y de difícil acceso como la de Cerrillos ni de restaurantes con Estrella Michelín como Alejandro. Puedes visitar el Castillo de Santa Ana o de las Roquetas, su faro de Roquetas de 1863; la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, de estilos mudéjar y barroco de mediados del siglo XVIII; y la Torre vigía de Cerrillos.
A 50km está Adra, en las estribaciones de la Sierra de la Contraviesa y con 20 kilómetros de litoral, con playas como la Caracola, entre los barrancos de la Fuente Ahijado y el de Bolaños, la Sirena Loca y el Carboncillo. Cuenta también con la Reserva Natural de Las Albuferas de Adra, un importante punto de avistamiento de aves acuáticas migratorias, en contraste con el mar de invernaderos que da trabajo a la población local.
Gracias a su actividad, El Ejido es rico y por eso es un buen epicentro cultural, pero además se luce con el monumento funerario Daimún, la zona arqueológica de Ciavieja, declarada Bien de Interés Cultural; la Torre Fortificada, situada en el casco urbano de Balermo, el castillo de Guardias Viejas…
Al sur de El Ejido lo más turístico es Almerimar o Ensenada San Miguel, una población tranquila a caballo entre la sierra de Gádor y el mar Mediterráneo, con campo de golf, puerto deportivo y el cercano Parque Natural Mar de Alborán. Si te dejas, te romperán los prejuicios sobre la agricultura de invernadero en el de Clisol Agro, justo antes de ofrecerte una degustación de diferentes variedades de tomate, pepino y pimiento con aceite de oliva virgen extra, pan y miel, fritada, mermelada y mousse de hortalizas.
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