Un recorrido por ciudades donde celebran Nochevieja con tradiciones muy diferentes a nuestras uvas
Mientras que en nuestra geografía el rito de la Nochevieja tiene como eje central tomar doce uvas al ritmo de las campanadas, ya sea por el excedente de la cosecha de Alicante en 1909 o como una costumbre adoptada de la burguesía madrileña de 1882, lo cierto es que en la última noche del año se llevan a cabo numerosas costumbres profundamente variadas alrededor del planeta. Aunque la tradición de las uvas se ha extendido por su gran popularidad a varios países de Latinoamérica como México, Colombia, Perú, Venezuela, Chile, Argentina o Ecuador, muchas naciones europeas, americanas y asiáticas han desarrollado rituales que buscan atraer la fortuna, la riqueza o el amor de maneras completamente diferentes comparadas con nuestro consumo de la mencionada fruta en apenas doce segundos.
En Dinamarca, por ejemplo, la Nochevieja es sinónimo de un poco de sana destrucción y acrobacia casera. Los daneses celebran las campanadas con grandes fiestas y a medianoche, por ejemplo en Copenhague, se reúnen en la plaza del ayuntamiento para ver la torre del reloj y brindar con champán acompañado de un trozo de kransekage, un pastel en forma de aro. Pero la tradición más llamativa de este día tan especial de la Navidad es la de romper vajillas viejas contra el suelo o contra las puertas de sus familiares y vecinos, un acto que simboliza buena suerte y afecto, de modo que quien más añicos acumule en su puerta es considerado especialmente afortunado. Además, es imprescindible subirse a una silla justo a las 12 en punto y saltar al Año Nuevo para ahuyentar los malos espíritus.
Sin abandonar Europa, en Escocia, la festividad de Nochevieja es conocida como Hogmanay, un festival con raíces en las celebraciones del solsticio de invierno vikingo. Ciudades y pueblos realizan desfiles de antorchas y hogueras, y en Stonehaven se celebra la Fireball Ceremony, donde los participantes giran grandes bolas de fuego brillantes por las calles. Justo después de la medianoche, se canta el himno de año nuevo, Auld Lang Syne, una canción escocesa popular. Adicionalmente, el first-footing es una costumbre escocesa que dicta que el primer visitante en cruzar el umbral de la casa debe ser un hombre alto y moreno que traerá buena fortuna, a diferencia de una mujer pelirroja que presagiaría mala suerte.
Lentejas en vez de uvas
Si buscamos otras tradiciones culinarias que se desvíen del consumo de uvas, en Italia las sustituyen por un contundente plato de lentejas estofadas con patas de cerdo (Cotecchino con Lenticchie). Los italianos tienen la obligación de comer este plato especial durante la mítica cena de Nochevieja, ya que según su tradición, esto asegura no tener mala suerte en el Año Nuevo. Esta costumbre tiene su origen en la Antigua Roma, donde los ciudadanos ataban una bolsa llena de lentejas al cinturón esperando que se transformaran en monedas de oro. Otras naciones buscan predecir el destino o invocar la suerte mediante rituales místicos. En Finlandia se practica la molibdomancia, un ritual transmitido por generaciones que consiste en verter plomo o estaño fundido —o la cera de una vela, en la actualidad— en un barreño de agua. La forma que adopta el metal o la cera al enfriarse es interpretada para determinar lo que deparará el nuevo año, siendo un barco un símbolo de viajes y un cerdo, símbolo de abundancia.
Mientras, en Irlanda, no solo se golpean puertas y paredes con el Christmas bread para ahuyentar la mala suerte, sino que también se observa la dirección del viento en Año Nuevo, ya que el viento del oeste es presagio de buena fortuna política, y el del este, lo contrario. Cruzando el Atlántico, Estados Unidos ofrece un espectáculo masivo conocido a nivel mundial. En la Navidad de Nueva York, una de las tradiciones más populares es la caída de la bola de Times Square, un evento que comienza a descender en los últimos 60 segundos del 31 de diciembre, y al cual se estima que asisten casi cuatro millones de personas. Esta famosa bola tiene un peso de más de cinco mil kilos y está iluminada por treinta mil luces led. Al comenzar el nuevo año, otra costumbre norteamericana es besar a la persona más cercana para atraer la buena suerte.
En Asia, las tradiciones se centran en la limpieza espiritual y la longevidad. En Japón, no solo es tradición tomar fideos, sino que el templo budista hace sonar las campanas 108 veces a medianoche para reflejar los deseos y pecados de la religión y así deshacerse de pasiones terrenales. En Filipinas también es común comer fideos, y la gente busca atraer la buena suerte vistiéndose de lunares o invitando a los niños a saltar a medianoche para ayudarles a crecer. Además, tanto en Japón como en Filipinas se aprovecha la noche para limpiar la casa a fondo y tirar todo lo viejo. Las costumbres latinoamericanas a menudo implican simbolismos para el amor, la riqueza y los viajes. En México, además de la reciente costumbre de llevar ropa interior roja, se quema un muñeco viejo vestido.
Si pasamos la próxima Nochevieja en Perú, veremos que no solo se comen las doce uvas bajo la mesa, sino que para adivinar la suerte económica de 2026 se lanzan tres patatas (una pelada, una a medio pelar y una sin pelar) debajo de la cama, recogiendo una sin mirar para predecir si el año será difícil, regular o próspero. En Puerto Rico, una manera de espantar a los malos espíritus es lanzando cubos de agua por la ventana. Otra de las tradiciones más conmovedoras, aunque menos generalizada, se lleva a cabo en la ciudad chilena de Talca. Allí, los ciudadanos acuden durante la Nochevieja directamente al cementerio para recibir el Año Nuevo junto a sus parientes fallecidos. Los asistentes iluminan las tumbas con velas y las adornan con flores, e incluso festejan con copas de licor y cotillón.
Hay que destacar también que, de igual forma que ocurre en Puerto Rico, el elemento del agua juega un papel fundamental en otros rituales para recibir el año. En Turquía, a medianoche se abre el grifo de la casa para atraer salud y riqueza, además de brindar con champán en la puerta. En Brasil, la celebración se lleva a cabo en las playas, donde la gente se viste completamente de blanco. Y, en un acto de valentía invernal, en Países Bajos, miles de personas participan el 1 de enero en el Nieuwjaarsduik o zambullida de Año Nuevo, sumergiéndose en las gélidas aguas del mar en lugares como Scheveningen para comenzar el ciclo con energía renovada. En Barcelona también los hay que participan en dicho primer baño del año, aunque se hace a media mañana del día 1 de enero y con el agua a una temperatura mucho más agradable que en los Países Bajos. Una tranquila copa de champagne en Francia, donde no se le da tanta importancia al reloj o las precauciones supersticiosas de Angola de no salir a la calle para evitar malos espíritus, hay prácticas y costumbres que tienen algo en común: despedir el año y atraer la mejor de las suertes para el nuevo que comienza.
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