Una ruta de otoño por este pueblo de Toledo donde las castañas son las protagonistas

En el norte de la provincia de Toledo, El Real de San Vicente se sitúa al pie de la Sierra de San Vicente, un territorio marcado por su relieve montañoso y por extensos bosques de castaños. El municipio combina actividad agrícola con patrimonio histórico, y su entorno ofrece recorridos de senderismo que atraviesan campos de cultivo y parajes forestales. La altitud influye tanto en el clima como en las especies vegetales que predominan en la zona, configurando un paisaje característico de la sierra toledana.

Además, durante los meses de otoño, la localidad adquiere un ritmo diferente. La recolección de castañas se convierte en una actividad habitual, que involucra a agricultores y visitantes interesados en conocer esta tradición. La densidad de los bosques y la extensión de los castañares permiten que los senderos partan directamente del núcleo urbano, ofreciendo recorridos que combinan la observación del paisaje con el aprendizaje sobre prácticas agrícolas históricas.

Un itinerario por los bosques de castaños

La ruta más conocida comienza en el centro del pueblo y se adentra en la ladera sur de la Sierra de San Vicente. A medida que se asciende, los campos agrícolas ceden espacio a un bosque de castaños que ocupa gran parte del término municipal y se extiende hacia localidades cercanas, sumando más de 600 hectáreas.

En otoño, la caminata coincide con la temporada de recolección. Los agricultores recogen manualmente los frutos, cuya producción anual alcanza varios centenares de toneladas. Aunque el camino es de acceso público, la recolección está regulada para proteger la propiedad privada y garantizar la continuidad de la explotación. Durante el trayecto, los troncos centenarios y el suelo cubierto de hojas secas muestran la vida del bosque, mientras que los pinos circundantes completan un entorno forestal muy singular.

El itinerario permite distintas opciones de caminata gracias a su pendiente moderada. Desde los tramos más altos se obtienen vistas amplias del valle del Tiétar y de los relieves que separan Toledo de Ávila. El descenso conduce nuevamente hacia el casco urbano, atravesando bosques y claros, completando así un recorrido que une naturaleza, actividad económica y patrimonio cultural.

Patrimonio del municipio

En el centro de El Real de San Vicente se alza la Iglesia Parroquial de Santa Catalina, construida entre los siglos XVII y XVIII con elementos renacentistas y barrocos. Su nave de cinco tramos alberga esculturas en madera policromada del siglo XVIII, entre ellas, la Virgen de los Dolores, atribuida al escultor Luis Salvador Carmona. Declarada Bien de Interés Cultural, la iglesia sigue siendo un referente histórico y arquitectónico dentro del municipio.

A pocos kilómetros del núcleo urbano, los restos del Real Convento del Piélago permiten conocer la presencia histórica de la orden carmelita. Fundado en 1687 junto a una antigua ermita, pasó a patronato real en 1689 por decisión de Carlos II y en 1741 se inauguró un nuevo templo que reemplazó a la ermita original. Desde 1956, el conjunto pertenece al Arzobispado de Toledo, que utiliza el entorno como campamento juvenil. Aún se conservan los muros de la iglesia y parte del claustro, rodeados por pinares que forman parte de la sierra.

El recorrido patrimonial se completa con el Pozo de Nieve, situado en la sierra al inicio del camino hacia Navamorcuende. Construido en el siglo XVII, servía para almacenar nieve compactada entre capas de paja, que luego se transportaba en caballerías hasta Talavera de la Reina y otras poblaciones cercanas para conservar alimentos. Su estructura actual permite entender cómo se aprovechaban los recursos naturales y las técnicas tradicionales de almacenamiento antes de la llegada de la refrigeración moderna.

Si vas a visitar espacios naturales, recuerda la importancia de respetar el entorno y sigue las guías y recomendaciones oficiales para no poner en peligro el lugar ni tu integridad física.