Seis razones para viajar a Bretaña en cuanto sea posible

El pueblo de Fourgères

Roberto Ruiz

Bretaña, esa verde región francesa con complejo de península, repleta de pueblos medievales, con pintorescos kilómetros de costa y una gastronomía con sabor a mar y mantequilla, puede ser el destino perfecto para volver a viajar en cuanto sea posible. Aquí, recorriendo la Francia menos francesa, descubrirás la arquitectura típica bretona y sus antiguas fortificaciones, canales que atraviesan su frondosa naturaleza y acantilados vigilados por numerosos faros que son ya parte de su patrimonio.

Rodeada por el canal de la Mancha al norte, el golfo de Vizcaya al sur, el océano Atlántico al oeste y los Países del Loira al este, la región bretona nos habla de un pasado de pueblos galos antes de nuestra era y de grandes migraciones británicas entre los siglos IV y VIII. De una tierra con carácter que fue reino y ducado, y que no se incorporó a Francia hasta 1532. Un territorio de identidad propia y que hoy día da forma a uno de los destinos más atractivos y singulares del país francés.

 Razones y excusas nunca faltan a la hora de emprender un viaje, y menos aún si es a un lugar como Bretaña. Pero por si necesitas un empujón para decidirte, aquí van unos cuantos motivos que pueden animarte a volver a viajar en un viaje pospandemia.

  • Descubrir pueblos que te trasladan a otra época

La Bretaña francesa está plagada de pueblos que nos hacen viajar en el tiempo, hasta una época lejana. Pequeños y con mucha historia a sus espaldas, muchos de ellos parecen haberse quedado atrapados en la Edad Media. Es difícil quedarse con solo uno de ellos, así que un viaje por Bretaña nos llevará por municipios como Vitré, que fue la antigua frontera entre Francia y el ducado de Bretaña, por Concarneau y sus murallas junto al mar, por Josselin y su palacio, por Locronan y sus casas de piedra, por Dinan junto al río Ranca, por Fourgères, donde verás la mayor fortaleza de la Europa Occidental, por Vannes para ver sus casas con entramados de madera o por la romántica localidad de Pontrieux.

  • Dejarse sorprender por su gastronomía

Si te gusta conocer los destinos que visitas a través del paladar en Bretaña lo vas a disfrutar. Sí o sí seguro que por tu boca pasará una amplia variedad de crepes, dulces y saladas, pues las creperías no tardarán en aparecer a tu paso. Pero Bretaña es tierra de mar y las ostras frescas y las vieiras son algunos de sus productos estrella. En el golfo del Morbihan, por ejemplo, podrás incluso realizar visitas a parques ostrícolas para aprender de la mano de los propios ostricultores. En Bretaña disfrutarás de una de las mejores mantequillas del mundo, de una repostería tradicional con dulces como el kouign-amann y comprenderás por qué al trigo sarraceno se lo conoce como el oro negro de Bretaña. 

  • Visitar algunos de sus anticuarios

Una experiencia diferente puede ser dedicar una mañana a visitar algún anticuario. En Bretaña encontrarás anticuarios de esos en los que los objetos hablan y los muebles cuentan historias. Hay cuatro destacables que bien merecen una visita: Le domaine des papeteries (Belle-île-en-terre), una antigua papelería en una mansión con contraventanas grises ubicada en medio de un valle y que además es alojamiento; Alaska Brocante (Rennes), que fue un antiguo concesionario Peugeot a principios del siglo XX y hoy hace de anticuario y restaurante con especialidades caseras; Un air de famille (Bécherel), que te transporta a un salón de té de los años 50, con tarros de golosinas, soportes para piruletas y piezas de loza que son pura historia; y Le Ch’ty Coz (Bulat-Pestivien), donde quizá se te antoje una vieja regadera, un juguete antiguo, una maleta de piel harta de vivir o, por qué no, un tarro de miel ecológica local.

  • Conocer lugares históricos reconvertidos en espacios de moda

Una vez que has visitado los pueblos más bonitos de Bretaña, paseado por su naturaleza y degustado algunos de sus mejores manjares, quizá te apetezca hacer algo diferente y ver cómo algunos lugares históricos se han convertido ahora en auténticos espacios de moda. Por ejemplo, antiguos astilleros, hospitales o cárceles que gozan de una nueva vida de forma atípica, innovadora y cultural. Te daremos tres ejemplos: Les Ateliers des Capucins (Brest), donde antes se hacían barcos ahora se abre un punto de encuentro y fusión, donde se crea y se comparte, y que este año estrena un nuevo espacio dedicado al descubrimiento de los océanos; el Centro de arte Gwin Zegal (Guingamp), donde antes hubo una prisión ahora podemos disfrutar de un centro de arte fotográfico; y el Hôtel-Dieu en pleno centro histórico de Rennes, un lugar histórico donde ahora puedes combinar actividades deportivas, culturales y gourmet.

  • Conocer su patrimonio mejor escondido

Además de disfrutar de la arquitectura medieval de algunos de sus pueblos, no está de más llevar apuntados de casa algunos lugares que quizá se te podrían pasar por alto, pero que son auténticas joyas del patrimonio bretón. Por ejemplo, la capilla de Sainte-Barbe, en Le Faouët. De estilo gótico flamígero, decorada con gárgolas y asomada a un barranco lleno de vegetación. O los molinos de mareas, tanto en el valle del Rance como en el del Prat. Auténticos testigos de la economía bretona que utilizan el ritmo de las mareas durante todo el año para moverse. O cómo no, las once esclusas del canal que atraviesa Bretaña entre Rennes y el estuario del Rance. En poco más de 2 km once esclusas superan un desnivel de 27 metros y en Hédé-Bazouges es un buen lugar para verlas.

  • Hacer la ruta de sus faros

Bretaña presume de tener en sus costas una de las mayores concentraciones de faros del mundo. Para los amantes del mar siempre puede ser interesante viajar uniendo uno con otro, pues varios pueden ser visitados y en algunos se puede hasta dormir, como es el caso del faro de l’île Vierge. Podrás visitar el faro de la isla Virgen, el faro de Eckmühl, el faro de la punta Saint-Mathieu o el faro de Trézien, y también acercarte a la isla de Ouessant para conocer el faro de Stiff, el faro bretón más antiguo que continúa en activo y que cuenta con un recorrido museográfico que relata su historia.

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