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La pax germana

Eduard Güell

Una Europa alemana, Ulrick Beck

“Sólo hay algo peor que ser aplastado por el dinero alemán: no ser aplastado por el dinero alemán”. Este enunciado, más provocativo que elocuente, recogido de la última públicación de Ulrich Beck “Una Europa Alemana”, ilustra esta época donde (otra vez) Europa gira alrededor de Alemania. Es por tanto esta paradoja, el no poder vivir contigo ni sin ti, la que marca la relación del resto de países ‘periféricos’ con la Alemania solar de Merkel. Todos los países endeudados dependen de la disposición de Alemania a avalar los créditos necesarios y, al mismo tiempo, estos países se someten a severos imperativos de reforma y a los correspondientes controles de gasto público que acaban provocando el desmembramiento de sus sociedades. ¿Cómo ha podido ocurrir esto? ¿Qué implica la germanización de Europa? ¿Qué respuestas hay? son preguntas que Beck aborda a lo largo del texto.

Para Beck, Europa se ha desnaturalizado, ha perdido su razón de ser. La Unión era un espacio donde las decisiones se tomaban de forma multilateral; sin embargo, ahora tienden a ser orquestradas desde un único centro de gravedad. La visión alemana de cómo gestionar la crisis es la que se está aplicando en el nivel comunitario, lo que cuestiona la base de consenso que debe vertebrar Europa. Es decir, hablar de poder europeo y poder alemán es redundante.

Partiendo de su concepto de la sociedad del riesgo y el análisis de las consecuencias políticas y sociales de la globalización, Beck entiende que ahora Europa se enfrenta a lo que el llama el “imperativo cosmopolita”, esto es, la conciencia de que no existe otra alternativa que cooperar o fracasar. Pero como todo significado está al servicio del poder, de la misma forma que por ejemplo ‘se pone precio a la sanidad para que siga siendo gratuita y se excluye de ella a colectivos para que siga siendo universal’, cooperar ahora significa imponer en las constituciones un techo de déficit público imposible y no en el sentido cosmopolita que Beck defiende.

Merkel ha jugado muy bien su papel y ha acabado imponiendo su guión. Beck, comparándola con Maquiavelo, describe así su astucia política: No se compromete enteramente a conceder ayudas a los países endeudados ni se casa con el sector euroescéptico; Merkel condiciona la disposición a conceder crédito a la disposición de los países endeudados a cumplir la política de estabilidad alemana. No es ni un claro sí ni un no, dice (como “los caballeros que dicen ni” de Monty Python) , “jein” (sí pero no) . Además Merkel vacila a la hora de tomar decisiones y compatibiliza así su carrera electoral en Alemania con el papel de líder en Europa. Ante la disyuntiva de ser amado o ser temido, según Beck, Merkel la maximiza y provoca que en el exterior la teman y en Alemania la amen. Y es cierto. Con un 42% de intención de voto y a 17 puntos del SPD liderado por Peer Steinbrück, la canciller ya tiene, a nueve meses de las elecciones, una ventaja considerable en las encuestas. La fórmula, por ahora tiene éxito.

Queda patente que en la actual Unión Europea hay un problema de diseño institucional. La UE carece de una autoridad fiscal competente capaz de promover políticas de estímulo fiscal. Para Beck, el BCE debería ser transformado adquiriendo las competencias que se le supone a un Banco Central, debería elegirse un responsable de hacienda a nivel comunitario y se debería establecer una Unión Bancaria que fuera útil y no fútil. Pero no hay una voluntad explícita alguna de cambiar el diseño institucional y se escudan en las rígidas legislaciones nacionales para cortar todo intento de ambicionar otra UE. Pero no se trata solamente de una política que cumpla con las reglas, sino que las cambie.

Beck concluye con una propuesta, un nuevo contrato social nítidamente europeo. La fórmula expresada por D’Azeglio de primero crear Italia y después a los italianos parece no funcionar con Europa. Para realmente poder constituir una unión política europea se requieren ciudadanos europeos, esto es, empezar por la base. Esta es la idea del “Manifiesto para reconstruir Europa desde la base” que han suscrito personalidades como Jürgen Habermas, Zygmunt Bauman, Javier Solana, Richard Sennett, Anthony Giddens, Daniel Innerarity, Mary Kaldor o Saskia Sassen.

Enlaces de interés

Contrato social. Manifiesto para reconstruir Europa desde la base.

Pacto de Estabilidad (Tratado europeo de estabilidad, coordinación y gobernanza) que entra en vigor en el 2013.

Para los datos de las encuestas: Especial del Spiegel Online sobre las próximas elecciones en Alemania.

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