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La afirmación de que Otro mundo es posible se puso de manifiesto en el Foro Social de Porto Alegre, en 2001, y se convirtió en lo que hoy sería, seguro, trending topic por su fuerza expresiva. Así lo explicaba la declaración de este Foro: “Los movimientos sociales construimos una gran alianza para crear una nueva sociedad, distinta a la lógica actual que coloca al mercado y al dinero como la única medida de valor. Davos representa la concentración de la riqueza, la globalización de la pobreza y la destrucción de nuestro planeta. Porto Alegre representa la lucha y la esperanza de un nuevo mundo posible donde el ser humano y la naturaleza son el centro de nuestras preocupaciones.”
Este mundo, que hay que parar, ha desarrollado sus tentáculos desintegradores de la cohesión social y está descomponiendo el conjunto de la sociedad. Tan sólo algunos ejemplos:
El sistema, decía Eduardo Galeano, se basa en “producción máxima, costes mínimos, mercados abiertos, ganancias altas; lo demás es lo de menos… la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y haciendo trizas el tejido social comunitario”. Y añadía: “El Estado vela por la seguridad pública: de los otros servicios, ya se encargará el mercado; y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza”.
Este mundo ya no sirve para quienes desean y buscan equidad y cohesión social. Es preciso un cambio donde la persona sea lo importante y los intereses económicos dejen de dominar la política. Leonardo Boff denunció: “Dirán los economistas, las corporaciones transnacionales y los detentores del poder que el capitalismo vive de las crisis y que esta es otra crisis cíclica. E intentarán darnos más de lo mismo, más consumo, más conflictos, más individualismo… Sin embargo, la crisis actual es terminal. El desafío no es remediar lo que no tiene arreglo, sino buscar nuevas alternativas. El sistema actual, regido por el capital y por las leyes del mercado, que en su naturaleza es voraz, acumulador, depredador del medio ambiente, creador de desigualdades y sin sentido de la solidaridad, certifica sus propias falencias [‘errores’]. En el sistema vigente, la competencia, la acumulación y la ostentación predominan en detrimento de la solidaridad”.
Wim Dierckxsens, sociólogo holandés residente en Latinoamérica, piensa que “frente a la crisis, no corresponde remendar el sistema; hay que reivindicar una conversión o transición hacia otra economía, en función de la vida de las mayorías y de la propia naturaleza”. Este modelo está agotado, urge uno capaz de apoyar ese mundo equitativo y cohesionado donde todas las personas tengan su espacio de manera incuestionable. La solución no vendrá del sistema.
Múltiples experiencias ya están buscando nuevo modelo social. Hay iniciativas ciudadanas plurales que reaccionan ante el hecho de que este sistema deja, sin solución, a muchos en la cuneta. La sociedad civil genera bloques solidarios que actúan en diversas formas y figuras jurídicas (economía social y solidaria, tercer sector…) con el fin de paliar esas consecuencias no deseadas para las personas. Todas estas experiencias están impregnadas de características similares:
Todo ello incide en la transformación social. Son esfuerzos imaginativos solidarios, que nacen entre los grupos de personas que no pueden cerrar los ojos a los problemas que les rodean y necesitan moverse en su pequeña parcela del mundo con dignidad.
¿Cuál debería ser el mapa de conducta de estas iniciativas sociales?
Se busca un mundo donde las personas sean el eje de las decisiones y el centro de la política, donde la economía esté al servicio del bienestar social. Para ello son necesarias, al menos, tres condiciones:
1. Estas organizaciones deben caminar a los horizontes sociales que buscan desde esos mismos valores que dicen defender. Esto requiere una estructura organizativa y cultural interna que realice efectivamente la participación y el crecimiento personal de quienes colaboran con ellas. Ello tiene su complicación, pues la tendencia de las entidades para ser como las demás (isomorfismo organizacional) hace que se reproduzcan esquemas organizativos homogéneos, lo cual puede conllevar mecanismos de distanciamiento de quienes trabajan en estas entidades con los objetivos que se pretenden y crear contradicciones internas sin relación con el mundo deseado.
2. Se debería coordinar la acción de estas entidades con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), que la ONU ha renovado en 2015 al terminar el plazo de los Objetivos del Milenio. Son 17 y deberían estar integrados en las políticas públicas, al menos de los Estados que dicen estar adheridos a la ONU. Esos objetivos han sido ratificados por los 193 países. Suponen una fuerza política que transformaría el mundo, si se deseara convertirlos en realidad. Sólo con el 1% de la cantidad que se ha dedicado a los bancos se acabaría con el hambre en el mundo. Algo similar afirma Oxfam, y Boff también lo denunció. En España hemos perdido más de 60.000 millones por reflotar ciertos bancos, pero se han recortado la sanidad, la educación y los servicios sociales de forma impúdica.
3. Las entidades que trabajan para conseguir esa transformación social deberían hacer lobby político y social para que las políticas públicas se orienten hacia ese otro mundo que se pretende conseguir. Deberían coordinar su acción con los ODS y ejercer su presión política para que los gobiernos que los firmaron se los tomen en serio y los realicen. Hacer lobby político significa tejer alianzas con otras fuerzas similares, crear planteamientos unitarios y unificar plataformas cada vez más representativas del sentir social. Stiglitz expresó que las cooperativas tendrán un papel muy importante en la próxima década “como la única alternativa al modelo económico fundado en el egoísmo que fomenta las desigualdades”. La Unesco acaba de declarar a las cooperativas bien cultural del patrimonio mundial.
Ángela Figuera ofrece un razonamiento importante en su poema Belleza cruel, expresando muy bien esta necesidad de transformar lo que se percibe como injusticia social para poder andar por la vida con la cabeza alta: “Quiero cruzar alegre entre la gente / sin que me cause miedo la mirada / de los que labran tierra golpe a golpe / de los que roen tiempo palmo a palmo / de los que llenan pozos gota a gota”.
Marcos de Castro Sanz es ex presidente de la Confederación Empresarial Española de Economía Social (CEPES) y ex miembro de Mondragón Corporación Cooperativa.
[Este artículo ha sido publicado en el número 51 de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]
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