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Mariano Rajoy pide que no se haga “tabla rasa” de sus reformas

Mariano Rajoy, el sábado, en Málaga | Néstor Cenizo

Néstor Cenizo

Esto no será campaña electoral, pero como si lo fuera. Mariano Rajoy ha pasado este sábado por Málaga y en una nave de pescados ha dejado como flotando en el aire sus primeros mensajes para optar a la reelección: que los emprendedores crean riqueza, que ahora todo va más o menos bien, y que irá aún mejor si no se hace “tabla rasa” de sus reformas. Sería un error “descomunal”, ha dicho.

También ha dejado un anuncio: si gana las elecciones, las empresas que contraten a indefinidos no abonarán su cuota de seguridad social por los primeros 500 euros durante cuatro años desde la creación del puesto o el pase a indefinido. Después de lanzar el mensaje, en siete minutos sin preguntas, Rajoy se fue al mercado de Atarazanas a dar un paseo y hablar con los tenderos.

“España ha vivido una crisis económica de enorme dureza, pero los españoles han sabido darle la vuelta”, dijo Rajoy, antes de recuperar para su discurso los datos de la pasada campaña y sus estimaciones. Enmendar sus políticas o “liquidarlo todo y volver a 2011” sería un error “descomunal”, opinó Rajoy, quien predijo dos millones de puestos de trabajo nuevos de aquí a 2019 “si nos dedicamos a lo importante”. El empleo, dijo, “es bueno para quien lo tiene”, pero también para la administración porque así recauda más.

Rajoy hizo estas declaraciones poco después de contemplar cómo unos profesionales del asunto desmembraban un enorme atún de 180 kilogramos de peso. El ronqueo del atún, se llama la técnica. Rajoy tocó con un dedo (uno solo) el lomo del pescado, hizo alguna observación y alguien le hizo notar que habría quien quisiera verlo así, como un atún. “Pues no podré darles el gusto, qué le vamos a hacer”, respondió el presidente. Poco después, alguien de su equipo relataba la siguiente anécdota de Rajoy y tres pargos: “Le han preguntado si le recuerdan a alguien y él ha dicho que a tres personas, pero que no iba a entrar en detalles”.

Al acto de arranque de precampaña en Málaga le cambiaron la letra, pero la música siguió sonando a lo mismo. Si en mayo de 2015 Rajoy visitó un vivero, esta vez prefirió contemplar cómo se despieza un atún. Mientras que en diciembre eligió las luces de Navidad, para su nuevo paseo malagueño optó por acercarse a las fruterías del mercado. Por el camino, a Bertín Osborne le ha sustituido Susana Griso, que acompañó a Rajoy desde primera hora de la mañana, cuando fue visto haciendo footing por el barrio de Huelin.

Estos baños de masas son engañosos, porque a Rajoy le rodea un caparazón de asesores, miembros de su equipo de seguridad y políticos locales. Alrededor pululan los periodistas, de modo que la llegada se anuncia a muchos metros de distancia. Así se recorren kilómetros. En esas circunstancias, los reporteros gráficos se la juegan para tirar la foto que no tienen los demás: este sábado un par de ellos se metieron en una cámara frigorífica que estaba varios grados por debajo de cero para tener la perspectiva exclusiva. Quien más quien menos deseaba que Rajoy agarrara el cuchillo o el garfio para hincarlo al atún, lo que daría bien en cámara, pero no lo hizo.

El incidente con un muchacho

También se repiten las escenas de besos y abrazos y los guiños a los niños: “A ver ese coleguilla, choca esos cinco”. Y un paseo por la ciudad es también el momento ideal para decirle a las chicas de una despedida de soltera que van a arrasar. Pero es evidente que también tiene sus riesgos, de modo que cuando a un muchacho se le ocurrió mentar de mala manera a la madre de Rajoy, faltó tiempo para que dos miembros de seguridad lo retiraran y le hicieran pasar las de Caín. Durante 15 minutos estuvo R.J.C.C. disculpándose con ellos, agachando la cabeza y diciendo “soy gilipollas”, sin encontrar la compasión de los escoltas: “Además de verdad. Ni disculpas ni pollas”.

Descompuesto, el chico de 19 años explicó luego a este medio que le habían pedido la documentación y que le habían anticipado una multa “por insultar”. “Me he disculpado mil veces”, insistía.

Estos episodios son tan recurrentes como el Mocito Feliz, que esta vez sí saludó al presidente poco antes de lanzarle un fervoroso “¡Viva Rajoy!”.

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