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“Dentro de Europa hay una corriente de opinión importante contraria a que aumente el número de personas extranjeras”

Carmen González Enríquez es la directora del Área de Migraciones del Real Instituto Elcano.

Carmen Reina

Carmen González Enríquez es directora del Área de Migraciones del Real Instituto Elcano y ofrece un análisis sobre cómo la actual llegada de refugiados a Europa ha venido generándose durante años. Acude a Córdoba invitada por la Cátedra de Resolución de Conflictos como experta en migraciones para hablar precisamente de las causas y las consecuencias de esta crisis de refugiados que está viviendo el viejo continente. Su perspectiva aúna el punto de vista sociológico, político, humanitario y legal que se da en la realidad sobre la que habla con eldiario.es/andalucia

¿Se veía venir la actual crisis de refugiados que está sufriendo Europa?

La crisis comenzó en el año 2011 a raíz de los cambios políticos en el norte de África que hicieron que países como Túnez y Libia dejaran de controlar sus fronteras exteriores y, por eso, despareció ese colchón de seguridad que la Unión Europea tenía ante la llegada de refugiados. A partir de ahí, empezó a llegar en un número mucho más alto que anteriormente personas de forma irregular hacia Europa  a través del Mediterráneo. Ese flujo entonces estaba compuesto, sobre todo, por inmigrantes económicos que huían de la pobreza del África subsahariana, pero ya había refugiados que venían de Somalia, Eritrea o Malí .

Gradualmente, y también en 2011, comenzó la guerra en Siria y eso fue aumentando el número de personas que salieron de allí y se asentaron en países vecinos donde pidieron refugio como Líbano, Jordania y Turquía. Se fue creando una bolsa de refugiados cuyas expectativas de que el conflicto terminara y poder volver a su país se iban haciendo cada vez más lejanas. Y por otra parte, los países de acogida sufrían una situación de creciente deterioro porque los fondos dedicados a los campamentos y atención de refugiados son limitados.

¿Por qué se desencadena entonces ahora esa llegada masiva de refugiados?

No ha ocurrido algo de golpe, sino que ha sido poco a poco por la acumulación de un proceso que se ha desencadenado sobre todo este verano por la llegada del buen tiempo y también porque se abría una vía: una vez que Alemania declara que está dispuesta a acoger a los refugiados, esto crea un efecto llamada inmediato. Ellos ven una vía de salida, tenemos una puerta abierta.

En 2011 el flujo migratorio era de emigrantes económicos y una parte pequeña de refugiados, que van aumentando. Y ya en 2014 y en 2015 se añade la ruta del este de Europa, donde aumenta el flujo con un alto porcentaje de balcánicos. En el primer trimestre de 2015 los kosovares eran mucho más que los sirios.

Dada la situación, ¿los plazos de la Unión Europea son los necesarios para atender la realidad de los refugiados?

Lo normal en la vida política es que las reacciones vayan por detrás. Cuando un conflicto se va larvando en el tiempo, la clase política reacciona un poco tarde. Es algo que ocurre siempre, no es excepcional. Yo diría que no está siendo especialmente tardía en este caso. Indudablemente, habría sido mucho mejor evitar el conflicto en Siria, pero eso ya no tiene solución.

¿Las medidas que está tomando la UE son adecuadas?

No hay una causa ni por tanto una única solución. Hay muchos elementos en juego que pertenecen a distintos campos. Uno es el conflicto en Oriente Medio. Otro es una decisión que ha tomado la UE que me parece adecuada: apoyar mucho más a los países de tránsito y a los países que ahora están recibiendo y atendiendo a los refugiados, de manera que no tengan que llegar hasta Europa, que puedan quedarse allí más cerca de su país de origen donde tienen más probabilidades de volver alguna vez cuando el conflicto termine.

Eso quiere decir más apoyo de todo tipo, logístico, humano, etc para Jordania, para Turquía… Y esos países, Turquía por ejemplo, tendrán más fondos para atender a los refugiados a cambio de algún tipo de compensación política. Turquía está planteando que se exima de visado a la población turca. La Unión Europea seguro que esto lo va a considerar y es posible que lo acepte. Quizás no lo hubiera aceptado sin esta crisis de refugiados, es muy probable que acabe aceptándolo dada la excepcionalidad de esta situación.

Hay que tener una cosa en cuenta y es que la Unión Europea no puede acoger a todos los posibles refugiados que querrían llegar a ella. No tiene capacidad para hacerlo dentro de sus propios estándares de atención a los refugiados. Es más fácil para un país donde esos estándares no existen atenderlos que para una región entera política como la UE que se obliga a sí misma a unos estándares más altos de atención a refugiados. Esos estándares hacen que el número de refugiados que puedan llegar sea mucho más limitado porque no existen medios para los 55 millones de desplazados que hay en este momento en el mundo según ACNUR.

¿Qué se puede hacer entonces?

Las últimas medidas que la UE ha tomado son una de las pocas cosas que se pueden hacer porque es fácil criticar y plantear las deficiencias del sistema pero es mucho más difícil dar soluciones operativas que se pudieran realmente ejecutar. Que se pudieran ejecutar no ya solo desde la perspectiva económica sino también desde la perspectiva de aceptación por parte de las sociedades europeas.

No podemos perder de vista que dentro de las sociedades europeas existe una corriente de opinión muy importante contraria a que aumente mucho más el número de personas extranjeras que llegan a suelo europeo. Da igual que sean inmigrantes económicos o refugiados. La propia Suecia que ha sido la líder histórica, la más generosa en su política de acogimiento de refugiados, ahora mismo ya está poniéndolo en duda parte de la sociedad sueca. En toda la UE vemos esa corriente de opinión. En la propia Alemania que abrió la puerta, ya vemos en las encuestas que el apoyo a esa política de puertas abiertas con los refugiados ya ha disminuido mucho y el apoyo a Merkel que ha liderado eso también está disminuyendo por este motivo. De forma que no es sostenible políticamente en democracia un modelo de puertas abiertas.

¿Cuáles son las consecuencias a corto y medio plazo que va a sufrir Europa con esta crisis de refugiados?

Yo creo que uno de los grandes peligros que se habían planteado que era que Schengen (acuerdo que suprime los controles en las fronteras dentro de la UE) colapsara, es decir, que los estados se enfrentaran unos con otros y cerraran sus fronteras para evitar que los que entran en un país lleguen a otro. Eso yo creo que, por ahora, se ha conjurado. No se ha desvanecido por completo pero sí ha disminuido muchísimo, no parece que eso vaya a pasar.

La solución de reparto de cuotas que se adoptó en septiembre todavía hay que ver cómo se realiza, cómo se ejecuta, hay muchas dudas respecto a ello, cómo va a ser en la práctica. No es nada evidente que vaya a ser sencillo. De hecho, ya han empezado las primeras dificultades cuando Italia se ha negado a que personas de otros países acudan a los centros para decidir o tener una opinión sobre cómo se produce ese reparto. Eso va a ser difícil. Pero teniendo en cuenta que llega el otoño y el frío, creo que esta crisis se está conteniendo ya.

Y, por otra parte, tendrá un efecto positivo. Y es que obliga a los estados europeos a replantearse su sistema de asilo. Es decir, las divisiones internas que han existido tradicionalmente en este tema y que se han ido soportando, se dejaban pasar sin solucionar. Esta crisis va a obligar necesariamente a replantearlo desde cero y llegar a acuerdos.

Lo que pasa es que en este momento es tan perentoria la solución inmediata que esto no lo vemos, pero creo que a la larga, dentro de unos meses o de un año, esto dará lugar a una reformulación general del sistema de asilo de la Unión Europea que puede ser muy positiva.

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