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Seis millones de euros para rescatar al lince de los atropellos

Lince ibérico / Programa de conservación Exsitu

Alejandro Ávila

Seis millones de euros. Esa es la cifra mínima para salvar con urgencia al lince ibérico de los atropellos que sufre desde hace cinco años. El Gobierno central y la Junta de Andalucía están dispuestos a aportar 3,3 millones y negocian la otra mitad para acondicionar las carreteras con pasos de faunas y vallas que acaben con la oleada de atropellos de los últimos años.

Tan sólo en el último año y medio ha habido 29 atropellos. 55 desde 2011. En un par de años, el número de atropellos se ha multiplicado por tres: de los siete siniestros de 2012 a los 21 de 2014. Y el goteo continúa: en lo que va de año han muerto cinco ejemplares entre Doñana y Sierra Morena. En el censo anual, publicado la semana pasada, el propio director del programa de recuperación, Miguel Ángel Simón, lo reconoce: el felino más amenazado del planeta atraviesa una “grave situación” a la que hay que poner fin.

La administración se ha visto obligada a reaccionar: hacen falta seis millones de euros para evitar las muertes de un animal único en el mundo, con una población que ha descendido (ha pasado de 332 ejemplares en 2013 a los 327 de 2014) y que debería alcanzar los 450 ejemplares al término del programa 'Life Iberlince' en agosto de 2016.

Según WWF, que forma parte del programa de recuperación y de la comisión de permeabilización de carreteras de la fauna silverstre, el Gobierno central está dispuesto a aportar 2,3 millones de euros una vez que Europa admita su adhesión al 'Iberlince'. A esos 2,3 millones habría que añadir el millón que la antigua Consejería de Fomento, hoy integrada en la de Medio Ambiente, aún ha de aportar al programa. Con 3,3 millones de euros sobre la mesa faltarían 2,7 millones para completar las intervenciones más urgentes. Según fuentes de WWF, la Administración central y la autonómica negocian que Andalucía aporte un millón más y Madrid, 1,7.

Este presupuesto se vería reforzado por un nuevo Life de Conectividad Ecológica que “prevé una dotación económica de 4,25 millones de euros”, según la Consejería de Medio Ambiente, “para establecer un corredor ecológico entre la zona norte de Doñana (Sevilla-Huelva) con Sierra Morena y reforzar las medidas para evitar la elevada mortandad por atropello”.

Los ecologistas han denunciado en los últimos años que el problema más urgente era el vallado de las carreteras, que se encontraba en mal estado en varios puntos negros. Sin embargo, según técnicos y ecologistas, tras la oleada de atropellos, ya no vale solo con arreglar las vallas o desbrozar los arcenes para mejorar la visibilidad y evitar que el lince acuda a por el conejo, su alimento principal. La solución pasa por construir pasos de fauna, cuya inversión individual asciende al millón de euros.

Un obstáculo para la recuperación

La población lleva una década creciendo gracias a los sucesivos programas de recuperación, pero las carreteras están siendo muros contra los que la especie choca una y otra vez. Al contrario que la administración, WWF no achaca el incremento de los atropellos ni al aumento de la población, ni a la escasez de conejo, ni al aumento de individuos procedentes de cautividad.

Los ecologistas explican que el número de atropellos ha crecido más rápido que la población, que el aumento de los accidentes comenzó antes que la escasez de conejos y que el número de atropellos de individuos nacidos en libertad es similar al de individuos reintroducidos.

“La principal causa del aumento de los atropellos de lince ibérico es el incorrecto mantenimiento de la red viaria y la inexistencia de medidas para garantizar su permeabilidad”, aseguran los ecologistas en un informe. El lince está dando un aviso: nuestras carreteras no están preparadas para el tránsito de la fauna. Al estar radiomarcados y haber una estrecha vigilancia sobre ellos, el lince “nos está sirviendo de chivato”, aclara Ramón Pérez de Ayala, responsable del felino en WWF.

Casi una veintena de atropellos en dos puntos negros

Mientras el dinero llega y no, los linces siguen muriendo en los puntos negros: en los últimos cuatro años, cerca de una veintena han sido atropellados en tan solo dos de estas carreteras. La A-4, de titularidad estatal, que afecta a la población histórica de Andújar y la A-481, autonómica, situada en Doñana.

Prueba de esta escasa permeabilidad es la A-481. En los últimos cuatro años, once linces han muerto en poco más de 20 kilómetros. Solo este año han muerto tres en el mismo punto. Ha sido a la altura de la Dehesa del Gato, donde las obras de vallado han comenzado, pero no se han culminado: los linces atraviesan por donde no hay valla. Y mueren. Allí es, según Pérez de Ayala, donde “la Consejería de Medio Ambiente y Fomento va a concentrar todos sus esfuerzos” en los próximos meses.

El otro gran punto negro es la A-4 a su paso por Andújar. La última víctima: un macho de dos años hace un mes. Ha sido el último de los ocho que han perecido en los últimos cuatro años en un tramo de unos 30 kilómetros. En cuanto Europa acepte la inclusión del Ministerio de Fomento en el programa Iberlince, “sería la medida número uno que deberían acometer, gastándose todo su presupuesto inicial”, admite Pérez de Ayala.

A lo largo del último año, 14 linces murieron en total en Sierra Morena. El problema es que tanto en Guadalmellato como en la N-420 es difícil tomar medidas “que no cuesten una millonada”. En esta última la orografía es complicada en el tramo de Cardeña-Fuencaliente. Allí murieron dos de ellos en 2014. La cosa se complica aún más en Guadalmellato, donde los atropellos no están localizados y solo se puede optar por señalizar y vallar para encauzar los pasos del lince hacia pasos transversales.

La A-49, un muro insalvable para la especie

En cuanto a Doñana, donde se perdieron 7 ejemplares en el último año, habría otros tres puntos a tener en cuenta: la A-49, la N-442 y la A-482. De cara al futuro, la autopista A-49 es crucial para salvar una barrera que impide que se conecte Doñana con la Sierra Norte de Sevilla, es decir, con Sierra Morena. “El objetivo no es tanto evitar atropellos, como que se permeabilice”.

En la N-442, junto al polo químico de Huelva, el ministerio de Fomento acometió obras de vallado y desbrozado para impedir que los linces vayan y vuelvan a la Laguna de las Madres, un lugar rico en conejos pero peligroso por la intensidad del tráfico. No muy lejos, en la A-483, que une Almonte con el Rocío, dos accidentes en el último verano justo en el mismo sitio evidencian que hace falta “el paso de fauna que se quedó sin hacer del Life anterior”, subraya el biólogo.

Además de los problemas existentes, se prevé que la expansión de la especie provoque conflictos en la antigua N-IV a la altura de Despeñaperros en apenas un par de años. Según el experto, “las poblaciones de Andújar y Guarrizas tienen que cruzar la carretera para llegar a Castilla La-Mancha. Tenemos constancia de que hay hasta ocho linces que la han cruzado”.

Los reflejos de la administración marcarán que las poblaciones castellanas y andaluzas de linces ibéricos vuelvan a conectar sin poner en riesgo sus vidas.

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