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Platero enseña español a los indios Bora del Amazonas

Un joven indio Bora lee un ejemplar de Platero y Yo.

Fermín Cabanillas

Huelva —

Cuando Juan Ramón Jiménez cogió en sus manos la primera edición de “Platero y yo” hace 100 años seguramente nunca pensó que los indios del Amazonas iban a aprender el idioma español que él tanto amaba gracias a su trabajo, y lo ha conseguido una joven peruana, Melody Silva.

Cuando esta joven leyó por primera vez la historia del burro más universal decidió darle un uso más allá de la propia lectura, por lo que empezó una curiosa labor con la Asociación Internacional “El Burrito Feliz”, una entidad internacional con sede central en España, que utiliza las aventuras de Platero para que los jóvenes indios Bora amazónicos mejoren su castellano y su visión de un mundo exterior que aún les parece muy lejano.

Los Bora forman un pueblo indígena que habita en el bajo Igará Paraná y las bocas del río Cahuinar, afluentes del río Putumayo, en el departamento colombiano de Amazonas y en algunos lugares del Perú. Su comunidad la forman unas 2.000 personas que viven en casas comunales o “malocas”.

No tienen acceso a ninguna de las comunidades de la sociedad actual, pero Melody atraviesa varias veces al mes parte del río en canoa a motor, sorteando tramos inundados de pirañas, delfines rosados y anacondas para reencontrarse en los poblados con sus inquietos seguidores, jóvenes de distintas edades que han descubierto el idioma español y Platero al mismo tiempo.

Esta joven aprovecha así su titulación en la Universidad Científica de Perú y encuentra tiempo para realizar proyectos de dinamización cultural, hasta el punto de que esta iniciativa está siendo asumido en sus costes por los responsables de la Asociación, y su promotora no cobra nada por su trabajo.

Tribus ancestrales

Melody trabaja cada día con gente que vive con las mismas costumbres de sus antepasados de hace cientos de años. Estas comunidades intentan mantener sus modos de vida ancestrales ante una civilización a la que, en ocasiones, ven como invasora, por lo que trabajar en estos poblados implica que hay que ganarse su confianza e integrarse en su exclusivo modo de entender el mundo.

Por eso, considera especialmente importante que Platero ayude a “derribar” las murallas de desconfianza, hasta el punto de que la experiencia se inició con un ejemplar, y ahora debe regalar los libros a sus lectores como contraprestación a sus atenciones en la comunidad.

De esta forma la Asociación en la que trabaja esta joven peruana estudia la forma de enviar de forma económica más ediciones hasta este alejado lugar del planeta, hasta el punto de que se va a editar un resumen de “Platero y Yo” más asequible en su lectura para estos curiosos escolares donde en las ilustraciones se ambienten las aventuras del borriquillo con imágenes del amazonas y niños Bora.

“Nunca han visto un burrito pero les encanta conocer las andanzas de este simpático animal”-comenta Melody, que destaca que “Platero esta siendo cada vez más usado en nuestras comunidades para, a través de su alegría, incentivar el mejor conocimiento del idioma que ellos también van a acabar necesitando en este mundo cada vez más global”.

Melody Silva también promociona en la aislada ciudad de Iquitos, situada en pleno corazón del amazonas, el conocimiento de parques nacionales españoles sobre todo el de Doñana y especialmente le atrae la figura del lince ibérico, desde que se informó que es la especie felina en mayor riesgo de extinción del mundo.

“He pedido al equipo de la Asociación que me envíe material grafico sobre el Lince Ibérico y la naturaleza de España ya que la ciudad de Iquitos es un centro neurálgico donde acuden medioambientalistas de todo el planeta a conocer el Amazonas y creo que les interesará el tema del Parque de Doñana y su gran gato en peligro”, explica.

“Sueño con conocer Moguer”

Ahora, la propia profesora sueña con poder conocer la patria de Platero y los lugares juanramonianos, aunque admite que, una vez que cumpla con su ilusión “volveré a mi selva, a mis jaguares y pájaros de mil colores, porque este es mi paraíso y mi vida está aquí”.

De momento, el libro eterno de Juan Ramón cae cada día en manos de niños que ven como sus padres sobreviven de lo que cazan con sus manos o a cerbatana, y esta universal obra les ofrece una perspectiva mucho más amplia de cómo es el mundo, y de cómo es ese idioma llamado “español”, del que hasta ahora solo sabían que lo habla la mayoría de los habitantes de Colombia y Perú.

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