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“El mayor problema es la desmotivación; no que estén mal y en la calle, sino que se rinden”

Gustavo García en el patio del albergue. Foto: Juan Manzanara

Óscar F. Civieta / Óscar F. Civieta

Zaragoza —

Es la hora de comer, hora punta en el Albergue Municipal de Zaragoza. 129 personas, en diferentes turnos, recibirán un plato de comida. 67 habían pasado allí la noche. Su capacidad total, cuando llega el invierno, puede llegar a 190 camas. El patio está repleto de hombres y mujeres que esperan para comer. En los pasillos otros aguardan pacientemente para rellenar la ficha de nuevo ingreso.

En el vestíbulo principal nos encontramos con el director, Gustavo García, que nos conmina a ir a su despacho para realizar la entrevista tranquilamente. Después, nos dice, os enseñaré las instalaciones.

Nacido en 1953 en Abejar (Soria), compagina su cargo en el albergue con el de director de la Casa de Amparo de Zaragoza y miembro de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. Ya en su despacho nos recuerda que este centro se inauguró en 1989 y que este año se cumplen 100 de la apertura del primer albergue. Se muestra orgulloso del trabajo hecho, aunque asegura que las instalaciones ya están obsoletas: “Hay que ir pensando en una renovación”.

¿Qué características especiales tiene este albergue?

Más bien las ha tenido. La más novedosa es que fuimos el primer albergue de España en el que se permitió la estancia de unidades familiares con menores. Por aquí han pasado más de 1.500 menores. Otra de las novedades es que desde el año pasado, en invierno, alojamos a todo el mundo. Desde que empieza la época de frío habilitamos espacios y nadie se queda fuera. Hace años era dantesco: pasabas por los pasillos intentando no pisar a la gente, dormían en todos los lados.

¿Cuántos días pueden quedarse las personas que vienen aquí?

Cualquier persona, con que se identifique, ya es suficiente para que la alojemos. No tiene que demostrar nada. El reglamento dice que pueden estar seis días. Si después alguien quiere quedarse más, ya sí analizamos su situación con una trabajadora social. Ahora se hacen muchas renovaciones de personas que están a la espera de cobrar el Ingreso Aragonés de Inserción (IAI).

¿Hay mucha diferencia según la época del año?

Nosotros tenemos series históricas por quincenas. Antes encontrar plaza en el albergue en julio era imposible, sin embargo, en invierno estábamos medio vacíos. Esto se explica porque Zaragoza es un lugar de paso y venían muchos temporeros a trabajar. Pero eso ya no existe. Ahora los momentos de mayor ocupación son en invierno, y en verano hay temporadas que estamos bastante tranquilos. El servicio normal es el alojamiento, pero luego también damos hasta 80 plazas solo de comida (aparte de los que están alojados). Y también tenemos desayuno libre. Que entra todo el que quiere, hoy, por ejemplo, 90 personas solo a desayunar.

¿En qué ha cambiado el tipo de personas que vienen?

Aunque normalmente se diga lo contrario, la realidad es que cada vez son más mayores y cada vez hay menos mujeres. Los usuarios se rejuvenecieron mucho hace unos años por la inmigración. Para los que ya estaban en la calle cuando empezó la crisis es un milagro salir. Se está cronificando la gente que está en la calle. Llega gente nueva, sí, en general gente que ganó dinero un tiempo, y con la crisis lo perdieron. Los martes me siento con los usuarios y nos tomamos un café y unas pastas: se forman unos debates de altura a cualquier nivel. Una cosa que sí se nota mucho es que la gente es cada vez más consciente de sus derechos: protestan si la comida está fría, las habitaciones sucias, etc. Son muy conscientes de sus derechos y me parece bien.

¿Cuando habla con ellos cómo ven el futuro?

El futuro no lo ven. El mayor problema es la desmotivación; no que estén mal y en la calle, sino que se rinden. Si yo estuviera como ellos, no viviría en el albergue. Los más listos viven de okupas. Y yo haría eso. Ocuparía bien. Conozco okupas que no molestan a nadie, son incluso apreciados en el vecindario.

¿Qué piensa cuando escucha a Rajoy decir que ya estamos saliendo?

Eso son tontadas. Pero en el albergue no es donde más pobreza se ve. He visto cosas en las casas que he pensado: “¿Pero cómo puede estar viviendo aquí un ser humano?”. Lo del Gobierno ya me parece ofensivo. Además es que los datos son los datos. Ellos dicen que la pobreza ha bajado en España. La pobreza se mide por las personas que están por debajo de la  mediana de ingresos. La mediana es una renta por debajo de la cual está la mitad de la población y por encima la otra mitad. Si tu renta no supera un 60 % de la mediana te consideran pobre. Pero como la mediana va bajando, pues, obviamente, según estadísticas del Gobierno cada vez hay menos pobres. Pero una cosa es la pobreza y otra la exclusión. Pobre podemos ser mañana cualquiera si nos quedamos sin trabajo y no hay una familia que nos proteja. Pero no serás un excluido. Pero si te quedas ocho o diez años así, el paso a la exclusión social es un riesgo tremendo. Y llega la desafección. El gran problema de España hoy es la desigualdad.

¿Cree que en la calle se ha normalizado la pobreza, que nos hemos acostumbrado?

Sí y no. El problema es que se ve más ahora que antes. Ahora la gente está más sensibilizada, no hay más en la calle que antes, pero ahora la gente se fija más. Según los estudios no ha aumentado sustancialmente el número de personas que hay en la calle. La falta de respuestas de los gobiernos nos lleva a pensar que esto es un problema social, y es mentira. Los recortes de la Administración central en políticas sociales han sido escandalosos.

¿En servicios sociales este país va para atrás?

Muy para atrás. En Aragón lo del último Gobierno ha sido un descalabro. Han desmantelado los servicios sociales.

¿Hay muchas diferencias entre extranjeros y españoles?

Hubo años que llegamos a tener un 60 y pico por cierto de extranjeros. Ahora hemos bajado, pero sigue habiendo más que españoles. Están mucho más desprotegidos.

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