El Gran Canaria Maratón 2016 llega a su meta

Gran Canaria Maratón 2016. (Alejandro Ramos).

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

La séptima edición del Gran Canaria Maratón 2016 ha llegado a su fin cumpliendo los objetivos marcados por sus organizadores, a la espera de la valoración final del evento tras un análisis del impacto socio-económico que tiene en la isla.

Tras el sábado (con la Accesible y la mini-maratón) llegaba el día más importante y lo que todos sus organizadores habían coincidido en nombrar como “la fiesta más grande del atletismo en Canarias”.

Por la mañana, la primera prueba, la de silla de ruedas, se celebraba a las 08:10 para que no coincidiera con la siguiente (la 10 km, a las 08:20), al igual que hicieron con las dos siguientes (media maratón y maratón, ambas a las 09:00 horas), con el objetivo de que tanto las salidas y las llegadas fueran más fluidas.

Pero antes de llegar al centro neurálgico del evento, los aledaños del auditorio Alfredo Kraus, hay que desplazarse hasta la zona. Algo que no era nada fácil. Desde las instituciones recomendaban elegir el transporte público, incluso se podía ir gratis presentando el número de inscrito.

“Desde el Ayuntamiento hemos hecho un esfuerzo muy importante de información a través de todas las vías posibles. Los corredores han sido informados como nunca. No ha habido falta de información pero, sin caer en la autocomplacencia, en los próximo días analizaremos qué aspectos son mejorables y trataremos de trabajar en ello para las siguientes ediciones”, ha explicado el concejal del área de deportes del consistorio capitalino, Aridane Romero.

Y así hizo el periodista que les está narrando esta historia. Temprano me subí a la guagua sabiendo que tendría que andar un trecho importante dadas las circunstancias. El chófer estaba informado de todo y el servicio de transporte público en general se pudo organizar con fluidez ante una ciudad patas arriba.

Sin embargo, este día, cada chófer de cada guagua desviada tenía que hacer de informador del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. En cada parada los ciudadanos eran informados por el conductor del trayecto inusual del vehículo amarillo por la capital.

Algunos pasajeros, ya entendidos en el tema, se internaban sin más preguntas. Otros, en cambio, miraban atónitos al chófer y preguntaban qué opciones quedaban.

“La gente o no se entera o no se quiere enterar”, me comentó el conductor de una de las guaguas.

Una vez llegabas a la plaza, con un cielo que se auguraba despejado aunque con viento, veías como se iba inundando la zona de todo tipo de corredores, voluntarios, animadores y un largo etcétera: la fiesta del deporte iba a comenzar.

Primero le tocaba el turno a la prueba en silla de ruedas con 15 participantes. Diez minutos después salían los 3.699 corredores de la 10 km. y cuarenta minutos más tarde los participantes de los 21 y 42 kilómetros tomaban sus posiciones.

No hubo ningún problema. La fluidez fue la tónica dominante cuando se sobrepasaban las nueve de la mañana. Sin embargo, cuando los participantes de la de 10 km. iban llegando a la meta, algunos, desconcertados, no sabían hacia dónde debían dirigirse.

La señalización en estos casos no quedaba clara y los corredores que habían acabado su prueba debían tirar de intuición ante la ingente cantidad de vallas.

Aunque la tónica general de cada deportista al ser preguntado, ya fuese novato o veterano, era la misma. Muchos coincidían en que la organización de la prueba pasaba el examen con nota, “quizá un exceso de participación, demasiada gente” comentaron algunos.

Pero en general las críticas iban a los pequeños detalles, como por ejemplo “añadir una identificación de cada país de procedencia en nosotros los que somos extranjeros y colocarlo en la etiqueta donde está el número” me contó un corredor sueco.

Todo ello bajo un sol que picaba en medio de un cielo despejado con temperaturas que oscilaron los 24 a los 26 grados, aunque con vientos durante la mañana, principal acusado de que no se consiguiese romper los récords.

“Esta imagen de Las Canteras con 24 grados mientras se hace deporte en enero es impagable. El impacto que esto tiene en Europa es invarolable”, llegó a afirmar el consejero de Deportes del Cabildo de Gran Canaria, Ángel Víctor Torres.

Si bien, algunos extranjeros, sobre todo de los países escandinavos, no estaban del todo contentos con el clima que predominó durante la carrera, otros aprovecharon para bajar a la playa y unirse a los que ya estaban disfrutando de un día en la arena.

Tras el podio y la entrega de trofeos iban llegando a la meta los últimos corredores de la Maratón, una prueba que el concejal de deporte del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria quiere que en los próximos años “sea más grande y para ello debemos atraer a los mejores maratonianos de Europa, puesto que con esta edición y el día que ha hecho queda demostrado que Gran Canaria tiene unas condiciones inmejorables para la celebración de este tipo de eventos”.

Objetivos a largo plazo de una carrera que ya ha cruzado la meta en este 2016, que, con sus luces y su sombras, ha demostrado que goza de buena salud y que tiene visos de seguir mejorando cada año.

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