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Figaró, un pueblo asambleario en el que hasta los niños tienen acceso a los presupuestos

Imagen del vídeo que recoge el proceso participativo vivido en el pueblo.

Jordi Mumbrú

Figaró (Barcelona) —

Ser elegido alcalde por mayoría absoluta y tener que aprobar las decisiones que han tomado otros no es fácil. Y menos aún cuando lo que ha decidido el conjunto de los ciudadanos es justo lo contrario de lo que piensa el alcalde. Pero la participación ciudadana tiene estas cosas: a veces coincide con lo que piensan los que mandan y a veces no.

El alcalde en cuestión se llama Lluc Peláez y no tiene ninguna duda de que esta es la mejor fórmula para gestionar la alcaldía de Figaró-Montmany, un municipio de poco más de 1.100 habitantes de la provincia de Barcelona. Pelàez forma parte de la Candidatura Activa del Figaró (CAF), una agrupación de electores que un buen día decidieron prescindir de los partidos políticos y organizarse. Las primeras elecciones a las que se presentaron fueron las municipales de 2003 y, desde entonces, gobiernan el pueblo. Al principio lo hacían en minoría, gracias a un acuerdo con CiU, pero con el paso de los años, las experiencias de democracia participativa se han ido consolidando y en las elecciones de 2011 consiguieron la mayoría absoluta. Desde entonces, gobiernan solos, con todo el pueblo.

“Nuestro objetivo era, desde el principio hacer una democracia participativa, reglamentarla y cumplirla”, explica Lluís Feliu, uno de los fundadores y concejal de Vía Pública. Tres directoras han estado siguiendo todo el proceso y filmándolo desde el día en que ganaron las elecciones por mayoría absoluta. Desde hace unas semanas han iniciado una recogida de fondos a través de Verkami para financiar el proyecto. Una de las directoras es Marta Saleta. Después de seguir el proceso, explica que una de las cosas que más le ha impactado de esta iniciativa ha sido “ver cómo la gente del pueblo se ha ido implicando cada vez más”.

Un ejemplo es el de los niños del pueblo, que cada año pueden decidir a qué destinan una parte del presupuesto. “El primer año decidieron hacer una Feria de Navidad, con diferentes atracciones y se gastaron todo el dinero de golpe. Pero poco a poco ha ido calando la responsabilidad y han visto que gastárselo todo de golpe no era una buena idea. Y ahora, por ejemplo, han decidido hacer una pista de skate”.

Aunque la participación en las diferentes decisiones es de todos los segmentos de la población, el alcalde se siente especialmente orgulloso de la implicación de los niños. Con la colaboración de la escuela, el Ayuntamiento ha creado un canal con las familias a través de los niños. Desde la escuela ponen en marcha procesos participativos con los alumnos que, cuando llegan a casa , lo consultan con sus padres. “Ahora sentimos como los niños hablan del bien común y de intentar mejorar el pueblo”, explica satisfecho el alcalde.

Decidir el programa y los presupuestos

La CAF se presentó a las elecciones con un programa electoral que votaron los vecinos. Después de ganar discutieron con el pueblo, repartido en diferentes comisiones, los puntos del programa y así redactaron el Plan de Actuación Municipal (PAM) de toda la legislatura. Además, cada año se hace una votación donde los ciudadanos pueden escoger a qué se destina entre el 5% y el 10% del presupuesto. En la papeleta hay una lista con una treintena de posibles actuaciones donde se incluye también lo que cuesta cada una. Pelàez explica que el porcentaje que se somete a consulta puede parecer poco, pero recuerda que hay que tener en cuenta que buena parte del presupuesto anual, de 1,5 millones de euros aproximadamente, se esfuma con nóminas y gastos ordinarios.

En todas las votaciones consiguen un 30% de participación, una cifra altísima si se compara con la de los otros municipios que se considera buena si llega al 10%. “Ya existen las herramientas para hacer que la democracia sea más radical, pero las tenemos que pedir”, añade el alcalde. Diferentes ayuntamientos, algunos incluso de fuera del Estado, ya han visitado el pequeño municipio de Figaró para tomar nota.

Tanto el proyecto educativo como la Agenda 21, que es una guía de las Naciones Unidas para fomentar el desarrollo sostenible de los municipios, son temas estratégicos para el equipo de Gobierno. Para reforzarlos, en todas las votaciones se aplican unos “criterios correctivos” según Pelàez, que favorecen estas políticas.

Aprobar lo contrario de lo que uno piensa

Pero a veces la voluntad popular escoge otro camino que el que tiene en la cabeza del equipo de Gobierno. Fue así como un día la gente del pueblo decidió que era necesario aumentar la seguridad del municipio y contratar un vigilante para que hiciera guardia para las noches. “Nosotros entendemos que la seguridad no es tener un policía en cada esquina, sino reforzar la cohesión social, la buena vecindad o que la gente tenga trabajo”, dice Peláez, que no tuvo más remedio que contratar el vigilante. “No debes tener miedo a la democracia. Un día sale lo que quieres y otro no” reconoce Lluís Feliu. Está convencido el político no es más que el que aplica las decisiones del pueblo: “Los ciudadanos proponen y tú ejecutas. Y no hay nada que te legitime más que la voluntad del pueblo”.

Para Feliu el éxito de este nuevo proyecto de Verkami es muy importante “para hacer ver a la gente que está desencantada con la política que hay otra manera de hacer política”.

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