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Haze retorna al barrio de Los Pajaritos: “Yo era el más noble de los malos”

Haze retorna al barrio de Los Pajaritos: "Yo era el más noble de los malos"

EFE

Madrid —

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La larga espera de un nuevo disco de Haze, una de las figuras más destacas del hip hop nacional, ha tenido sus frutos con “Barrio”, que entronca en historias y casi título con su debut, “Crónicas del barrio” (2003), que le procuró etiquetas como gran promesa del estilo y “rapero de los chicos malos”.

“Yo me sentía el más noble de los malos o el más malo de los buenos”, dice con humor, mirando con perspectiva aquellos años, cuando despertó la atención de los medios y las discográficas al vender 3.000 copias a 3 euros de una maqueta que se coló hasta en el “top manta”.

Aquello le permitió prosperar del entorno socialmente deprimido del barrio sevillano de Los Pajaritos en el que creció, aunque la relación sentimental que mantiene desde hace años le haya devuelto allí, “a escuchar de nuevo historias de delitos y presidio, a ver a la Policía parando a la gente a diario y buscando drogas”.

“Al fin y al cabo -añade- es lo que me reclamaba el público: 'El Bola' (uno de sus primeros cortes más célebres), libertad, gasolina, sangre y fuego”.

Sergio López, que así se llama, subraya en cualquier caso que este disco “es infinitamente mejor musical y líricamente que el primero, solo que no tiene su frescura”, en cuanto sorpresa.

“Barrio” (Warner Music), que se publica mañana, aparece un lustro después de su último lanzamiento, “Doctor Haze” (2010), un tiempo que pasó buscando un contrato discográfico con el que no tuviera que “vender el alma” y que aprovechó para estudiar Filología Hispánica.

“Me hacía ilusión estudiar en la universidad, era un reto, porque en un barrio como el mío no son muchos los que lo hacen”, explica Haze, que inspira muchos de sus cortes en ese “afán de superación” que a él lo ha llevado ahora a cursar un Máster de Estudios Americanos y a intentar doctorarse en EE.UU.

Que nadie espere de aquí en adelante canciones a los autores del Siglo de Oro, aunque reconoce que esto le ha ayudado de “manera sutil” en aspectos como la sintaxis y el enfoque de la narración.

Recuerda que la fusión con el flamenco, que ha practicado junto a artistas como José Mercé y, en este disco, con Pedro El Granaíno, fue uno de los aspectos que le dieron fama, pero también críticas.

“En el círculo de las revistas y sellos especializados, se vendía la moto de que el rap fusionado buscaba el éxito rápido y la fama. Algunos se lo creyeron, pero ha pasado el tiempo, se ha diversificado el público y ahora mucha gente lo escucha o lo hace”.

Su nuevo álbum abunda en esa osadía para la fusión, mezclando por ejemplo el hip hop con la cumbia villera (para relatar la historia de un delincuente bonaerense) y para reivindicar el reguetón en un corte llamado directamente “Porno”, en línea con aquel corte que ya lanzó en 2005, “La potencia pa tu carro”, “cuando todos los raperos lo odiaban y lo calificaban de misógino”.

“Es verdad que hay canciones muy malas, pero también están Calle 13, Tego Calderón y algunas de Daddy Yankee. Me gusta especialmente cuando se meten en asuntos sociales y ofrecen esperanza”, defiende el músico, quien, no obstante, aquí ha tirado por la vena más sensual. “A mí el sexo me flipa”, cuenta.

No es lo único para lo que no tiene pelos en la lengua. “No tengo pudor en decir que creo en Dios. Desde pequeño me enseñaron a rezar y lo hago cada noche antes de dormir”, reconoce el rapero, que achaca a eso quizás la porción de conciencia que lo convertía en el “pepito grillo” de su grupo.

Al final él también acabó entre rejas, un mes y un día exactamente, una experiencia que recupera en el corte “En esta celda”, un “canto de esperanza” para el que está preso, para que se sepa que “hay que pagar por los errores pero que de ahí se sale”.

En la parte personal también salda la deuda de publicar una canción dedicada a su madre. “Por fin lo logré, una canción muy emotiva, sacada del corazón”, en la que mezclan rap, copla y música cofrade. “Échale ahí”, presume.

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