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James Rhodes: Cada vez somos más los que queremos la clásica fuera de la élite

James Rhodes: Cada vez somos más los que queremos la clásica fuera de la élite

EFE

San Sebastián —

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La autobiografía del pianista británico James Rhodes es un grito contra el silencio que ha solido cubrir los abusos sexuales a los niños, pero también una declaración de amor a la música clásica, que a él le salvó la vida y a la que quiere fuera de un mundo de elegidos.

En este libro, “Instrumental”, Rhodes (Londres, 1975) habla de ambas cuestiones en primera persona, como víctima de las continuas violaciones que sufrió entre los seis y los diez años a manos de su profesor de boxeo, y como músico tardío cuyo empeño es que la clásica sea patrimonio de todos.

“Tengo muchos aliados. Cada vez hay más músicos y más críticos que se dan cuenta de que hay que hacer las cosas de manera diferente si se quiere tener éxito y se quiere tener más público”, asegura el pianista en una entrevista con EFE.

Publicado en España el pasado mes de noviembre, “Instrumental”, subtitulado “Memorias de música, medicina y locura”, ha sido galardonado con el premio Euskadi de Plata del Gremio de Libreros de Gipuzkoa, una distinción que Rhodes ha recogido hoy en San Sebastián, donde inicia un periplo que le llevará mañana a Barcelona y el sábado a Madrid.

El libro se ha convertido en un fenómeno editorial y sus derechos han sido adquiridos para una película tras la cual están BBC Films y Monumental Pictures, y sobre la que dice que es “un poco pronto para dar detalles”.

“Es muy emocionante, pero un poco surrealista, pues si ya lo es tener una autobiografía a mi edad, imagina ir al cine a ver tu vida”, señala el músico, que precisa que el guión incluirá “toda la locura del juicio” que le enfrentó a su exesposa, contraria a la publicación del libro al considerarla perjudicial para el hijo de ambos.

No cree, “tristemente”, que su exmujer llegue a asumir algún día que procedía dar luz a la terrible historia de abusos que sufrió Rhodes, con secuelas físicas y psíquicas que le han llevado a consumir drogas, a autolesionarse y a varios intentos de suicidio.

Resalta que “definitivamente” se está produciendo “un cambio a mejor” sobre la forma en abordar el drama de los abusos sexuales, que hay “muchísimas más personas que hablan ya del tema”.

“Y, sobre todo, hay mucha más gente escuchando un asunto muy difícil de escuchar, porque es complicado aceptar lo que somos capaces de hacer a los niños”, añade.

A él su experiencia, además de un número nada desdeñable de patologías, le ha convertido en una persona permanentemente insegura, a la que el amor de unos pocos incondicionales y la música clásica le han salvado la vida.

Una música que le produce “un subidón más grande” que las “cosas autodestructivas” que ha probado, que toca en vaqueros y zapatillas de deporte y que acompaña de comentarios y explicaciones.

Defiende con rotundidad que hay que liberar la clásica de “la tiranía de los imbéciles”, de la rigidez de unas normas que “ya no son válidas y no sirven para gran cosa”.

Admite que esa manera informal con la que se codea con Bach o Chopin, el llamar “puto” Beethoven al gran genio, ha acercado los clásicos a más público y sobre todo a una audiencia joven.

“Ese ha sido el resultado, pero es que, joder, me encanta hablar así. Y toco en vaqueros y zapatillas porque estoy cómodo, no para demostrar nada”, explica.

Ofreció su primer concierto a los 31 años, tras haber estado sin tocar una década -de los 18 a los 28 años-, y asegura que los críticos han sido “muy amables” con él y le han tratado “muy bien”.

“Sí hubo una profesora, con la que estudié poco tiempo pero a la que respetaba mucho, que me hirió profundamente. Vino a mi primer concierto y después me escribió una carta muy larga en la que me decía que nunca iba a hacer carrera como músico, que era mejor que fuera responsable y me buscara otro trabajo”, recuerda Rhodes, con seis discos ya editados.

Subraya que más orgulloso que del libro se siente de la veintena de piezas que ha elegido para abrir cada uno de sus capítulos de “Instrumental”, lista que se puede escuchar gratis en “spotify”.

“Es muy difícil saber por dónde empezar y espero que la lista sea un trampolín para saltar a la música clásica”, un mundo inmenso que para él comienza en Bach y termina con Rachmaninov, “quizá con Stravinsky”.

“Si uno escucha la música que va de uno a otro ya tiene para toda la vida. La clásica contemporánea nunca me ha gustado ni emocionado especialmente”, agrega este pianista, que se sigue considerando “bastante gilipollas, pero con buen corazón”.

“Me parece que tengo mejor corazón ahora que hace un tiempo, y espero que siga mejorando”, afirma.

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