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Simona Baldelli narra el horror de la guerra bajo prisma del realismo mágico

Simona Baldelli narra el horror de la guerra bajo prisma del realismo mágico

EFE

Barcelona —

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A la escritora Simona Baldelli se le atribuye la reinvención de un realismo mágico a la italiana en su primer libro, “Evelina y las hadas”, en el que narra, desde el estupor de un niña de cinco años pero con toda la crudeza, los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial.

La visión de la pequeña Evelina tiene “el estupor de quien descubre por primera vez el bien y el mal, la guerra, la muerte, la devastación, sin ideas preconcebidas sobre la vida”, ha explicado Baldelli en una entrevista con Efe.

“Evelina y las hadas” (Rocaeditorial) esta basada en una historia real, “hechos históricos, concretos” de 1944, en Candelara, una pequeña localidad en la provincia italiana de Pesaro, donde una familia, la de Simona Baldelli, acogía a los desplazados que huían de las ciudades más azotadas por la guerra ante los ojos de una niña, que años después sería su madre.

Baldelli, que ya ha vendido más de 40.000 ejemplares en Italia y ha recibido premios por la novela, huye de las comparaciones y, aunque confiesa sentirse “ilusionada” por la responsabilidad de “reinaugurar el realismo mágico a la italiana”, como ha dicho la crítica en su país, insiste en que lo único que la une a Gabriel García Márquez es simple y pura “admiración”.

No obstante, expresa su deseo “humilde” de que Candelara se entienda como “un lugar del alma”, un pueblecito que pase a pertenecer a todos los que lo lean, al igual que lo es el Macondo de Gabo.

Así, desde la inocencia y con un regreso a un pasado histórico tan señalado, la escritora encuentra “una forma de explicar las migraciones, la discriminación, la dificultad de encontrar trabajo, la violencia contra la mujer”.

“No quiero soñar con un mundo extraño paralelo, sino con maneras diversas de entender esta misma realidad”, incluso si esa realidad es la guerra, algo que la diferencia, por ejemplo, de “La vida es bella”, de Roberto Benigni, ya que en el filme el padre crea un universo para que su hijo se evada.

El libro plantea “un redescubrimiento, un despertar de las infinitas posibilidades que se nos plantean al nacer” y que, a medida que crecemos, “restringimos nuestros horizontes”, ha expresado Baldelli.

En la cotidianeidad de Evelina aparecen por igual atrocidades bélicas como unas hadas protectoras, a las que ven también los adultos, ya que en Candelara “muchas familias aseguran tener testimonio directo de estas presencias” y las “mezclan con sus propios recuerdos”, lo que la autora achaca a una herencia de los lares y penates, las divinidades de la antigua Roma.

“No estoy diciendo que crea en la magia o en los espíritus, solo que no podemos ver todo lo que existe y que veríamos más allá de lo que vemos si prestáramos atención”, aclara la escritora.

“Evelina y las hadas” también bebe del neorrealismo italiano del cine de la posguerra, que “da protagonismo a los pobres y marginados, que necesitan de la magia para sobrevivir”, como Vittorio de Sica en “Milagro en Milan”, cineasta al que “ama estrepitosamente”.

La obra original, en italiano, combina pasajes en el dialecto “pesarese”, que usan los habitantes del pueblo y contrasta con el italiano estándar de los que, antes de la guerra, pertenecían a la clase alta.

“Hablar un dialecto es motivo de discriminación en Italia”, por eso Baldelli reivindica la “igual dignidad de todas las manifestaciones lingüísticas” y que “todas pueden ser literatura”. En su caso, considera que un lenguaje popular le sirve mejor para “transmitir este rugido ancestral que está en todas las latitudes”.

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